Salomé despertó en su cuarto, en la mansión, y ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta ahí. Le dolían y le picaban los ojos como si le hubiera caído tierra en ellos.
Se enfocó en sus pensamientos y el corazón se le apretó de dolor, cayendo en cuenta nuevamente de lo que había pasado.
Estar dormida ayudaba a olvidar los malos momentos, pero en cuanto la conciencia despertaba, todo dolía de nuevo y tendría que pasar un día del infierno...
Empezó a recordar, cuando Frank llegó a la azotea, junto con Victoria, las gemelas y Paul. Todos se acercaron a ellos dos, intentando consolarlos. Frank se posicionó frente a Jimmy y se arrodilló para abrazarlo, mientras que Victoria les puso una palma a cada uno en los hombros; las gemelas la abrazaron, arrancándola de la espalda de Jimmy y luego Paul abrazó también a su hermano.
Fue horrible, una porquería total, porque los recuerdos le llegaban como si eso hubiera pasado en otra dimensión; se sentía bastante extraño, pero el sentimiento era muy parecido al del día que perdió a sus padres y las gemelas la consolaron.
Siguió recordando cuando se subieron los siete a la camioneta de Frank y él condujo hasta la mansión.
Por todo el camino no hacía más que mirar a Jimmy, que iba en el puesto del copiloto, con los ojos cerrados mientras las lágrimas no paraban de escurrir de entre sus párpados. Sus puños seguían apretados y sus manos estaban tan blancas que le preocupaba, pero no sabía qué hacer y mucho menos qué decir, y si Frank no le decía nada, era porque sabía que era lo correcto, así que prefirió quedarse callada.
Cuando llegó a la mansión ese día, la casa por fuera se veía siniestra, con nubes negras adornando el cielo sobre ella, y por dentro estaba en penumbras; parecía como una de esas mansiones del terror que ponen en venta una y otra vez porque nadie logra vivir mucho tiempo ahí, debido a los sucesos para normales. Se sentía y se veía aterradora, sin ella... Era como si la casa tuviera alma y esa alma había sido la de Ana, que ya no estaba ahí, sino en el cielo, dándole vida al paraíso e iluminándolo todo allá arriba.
Miró hacia la cocina, buscándola por pura costumbre, y el nudo en su garganta volvió a subir para torturarla.
Las gemelas la llevaron hasta su habitación, y su tía se había quedado abajo, mientras que Paul y Frank caminaban a cada lado de Jimmy, sujetándolo cada uno por un brazo como si él pudiera desplomarse en cualquier momento, pero comprendió que eso era necesario, cuando ella misma se sintió a punto de caer desmayada.
No había desayunado y ya era tarde; sin embargo, sabía que su debilidad no se debía a la falta de comida, sino a la falta de Ana y al dolor por su pérdida...
Cuando habían llegado a las habitaciones y era hora de separarse de Jimmy, sintió otro agujero en el pecho; no quería alejarse de él, pero entendía que su amado esposo quisiera estar solo.
No había articulado palabra desde que le rogó que lo despertara de la pesadilla en la azotea, y cuando toda la familia llegó a buscarlos, permaneció mudo también. No quisieron llevarlos a ver a Anita, aunque ninguno de los dos pudo tan siquiera pedirlo.
Se había detenido en su puerta esperando que el par de hombres, que tampoco tenían palabras ni gestos, ingresaran a Jimmy a su habitación, y cuando él desapareció tras la puerta y la cerraron, se sintió impotente, pero enseguida una de las gemelas abrió la puerta de su habitación y la otra la guiaba para que siguiera.
Se cambió de ropa con la ayuda de las hermanas, que le buscaron algo cómodo en el armario, y luego se metió bajo las cobijas, acurrucándose en posición fetal. Ellas se habían quedado ahí a su lado, consolándola con caricias en los hombros y la cabeza, durante un par de horas, hasta que el mediodía llegó y con él, la hora de almorzar.
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Selenelion (Sol y Luna)
RomanceJimmy es un hombre capaz de domar a cualquier mujer, excepto una... Una que por circunstancias de la vida termina siendo su esposa doce horas después de haberla conocido. Esa misma noche se dio cuenta de que, en lugar de mujer, parece un gorila salv...