CAPÍTULO 51: El viaje

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—Salomé, yo...

Toc-toc-toc. Tres golpes en la puerta los interrumpieron y Salomé no consiguió escuchar lo que él pretendía decirle, porque apenas y había podido empezar la frase.

Lo soltó para que fuera a abrir y ambos se llevaron la sorpresa de ver a Frank del otro lado de la puerta, sosteniendo una maleta de viaje en su mano derecha.

—Buenos días, ¿ya estás listo?, baja a desayunar, nos vamos en una hora.

El ceño de Jimmy se frunció, mirando a su padre desconcertado, pues no sabía a qué se refería con "tenemos que irnos", igual que ella.

«¿A dónde y por qué tanta prisa?»

Salomé también lo miró confusa, sin decir nada, decidió que lo mejor era esperar a que su esposo reaccionara y le preguntara a su padre de qué estaba hablando.

—Nos vamos, ¿a dónde? —cuestionó por fin.

—A Madrid, surgieron unos problemas que debemos solucionar cuanto antes.

El corazón de Salomé se arrugó... no quería separarse de él, no justo en ese momento, cuando todo era perfecto... Lo miró transmitiéndole su desacuerdo, pero la mirada de Jimmy era triste, como si le dijera que no podía negarse a lo que su padre quería.

—Bajaré en unos minutos —le dijo a Frank antes de darse la vuelta.

—Hasta pronto, Salomé —se despidió su suegro.

—Adiós Frank —le dijo ella antes de cerrar la puerta y seguir a Jimmy, que estaba empezando a empacar su ropa en la maleta.

—¿Me ayudas? —le preguntó él sonriéndole levemente.

—Entonces, te vas...

—Tengo que hacerlo.

—¿Por qué?, ¿Acaso él no puede manejarlo solo? —Quiso disfrazar su tristeza con ira, pero no le salió nada bien porque sus ojos empezaron a empañarse.

—Soy el dueño de la empresa. —Su semblante era serio, pero le respondió con toda la calma posible.

—¿Cuándo volverás? —Para hacer esa pregunta tuvo que apretar el nudo en su garganta, resignándose a perderlo por un tiempo, quién sabe cuanto...

—No lo sé.

—Has viajado antes por asuntos parecidos, debes saberlo.

—Quizás un mes, o más.

Salomé sintió que el nudo se hacía más grande y no dijo nada, solo se quedó ahí mirándolo.

—¿Puedo ir contigo? —Anheló que Jimmy le respondiera con un sí para empezar a empacar su maleta de inmediato, pero no fue así...

—No creo que sea buena idea, debes hacerte cargo de tu empresa y de los proyectos que tenemos.

—¿Qué proyectos Jimmy?, si cuando estábamos hablando sobre eso te fuiste con esa rubia y no concluimos nada. —Tal vez no debió decir eso, pero tenía tanta rabia e impotencia por tener que alejarse de él, que buscó la manera de sacar su furia.

—Sabes bien que ya habíamos quedado de acuerdo, no sé a qué viene ese tema justo ahora Salomé, ya te conté lo que pasó.

—¿Seguro que me lo dijiste todo? —Su sexto sentido le decía que había algo que él le estaba ocultando, y ese siempre tenía la razón—. Te demoraste mucho con ella como para haber hablado solo eso.

—Se desmayó al salir de mi oficina, tuve que auxiliarla y luego esperar que llegara la ambulancia.

Salomé le creía, sus ojos le decían la verdad, pero no entendía por qué tenía que ser él, cuando en la empresa hay tantos otros empleados que pudieron haberla ayudado.

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora