CAPÍTULO 50: Comunicación y confianza

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Salomé llegó a su empresa para terminar los asuntos que había dejado pendientes con su tía Victoria, y ambas se encerraron en la sala de juntas toda la tarde, pero los pendientes eran tantos, que terminaron casi a las nueve de la noche; sin embargo, el tiempo que estuvo entretenida con tanto trabajo, le fue útil para no pensar en Jimmy y en lo que había sucedido con la rubia; hasta que salió y caminó al parqueadero rumbo a su coche, y un hombre se le atravesó en el camino haciéndola pegar un grito por el susto de muerte que le dio.

Era Jimmy, que tenía la capota de la chaqueta puesta, luciendo como todo un matón, y Salomé estuvo a punto de golpearlo con su bolso:

-¡Qué carajos te pasa! -lo reprendió fulminándolo con la mirada.

-Estaba esperándote para ir a casa.

-¿En medio de la oscuridad del parqueadero, como todo un asesino en serie?, ¿acaso no pudiste encontrar un sitio y una pinta peor? -cuestionó con enojo-. Me das miedo.

Notó la curva de su preciosa sonrisa, pero lo miró mal por última vez y siguió caminando a su auto, seguida de él, que tampoco decía nada.

Abrió la puerta del conductor y se metió dejando el bolso en el asiento del copiloto, y Jimmy abrió la puerta enseguida topándose con el objeto que estaba ocupando su silla.

-¿Puedes mover tu bolso?, o quieres que me vaya atrás.

-Lo segundo -dijo sin mirarlo.

-¿Por qué, acaso, qué hice? -cuestionó incrédulo.

-Darme un susto de muerte, ¿te parece poco?

-Algo me dice que esa no es la razón.

-Pues dile a ese algo que se está equivocando -afirmó disparándole una mirada que delataba su falta de buen humor y paciencia.

-¿Estás celosa?

-¿Vas a entrar al auto?, o te quedarás ahí parado toda la noche.

-¿Sabías que responder con una pregunta, es como contestar afirmativamente?

Jimmy no sabía en qué se estaba metiendo, porque Hulk no tardaba en poseerla y lo metería de cabeza al carro en unos cuantos segundos.

-Si no entras ya al maldito coche, tendrás que irte caminando, porque recuerda que hoy no trajiste a tu "pequeña poni" -enfatizó en el apodo de su auto con burla.

A Jimmy no le quedó más remedio que mover el bolso él mismo, y arrojarlo al asiento trasero para poder sentarse.

En cuanto se puso el cinturón, Salomé dio reversa y salió del parqueadero, rápida y furiosa, como la novia de Toretto, dejando rastros de polvo en el camino, y Jimmy tuvo que agarrarse fuerte para no salir volando por la ventana junto con la silla.

-¡Oye, oye, calma, más despacio que no estamos en la cama!

-Cállate.

Era mejor que no dijera nada más, o seguramente terminaría acompañando a su madre en el cielo...

Llegaron a la casa y Salomé bajó del auto tan rápido como entró, dispuesta a correr al interior de la vivienda, pero la mano fuerte de Jimmy la sujetó antes de que se escapara y la atrajo hacia él para darle un beso que la dejó sin aliento... y sin enojo...

Llevaba solo unas cuantas horas sin besarlo, pero le habían parecido una eternidad, así que simplemente se aferró a su cuello para compartir con él ese beso que ambos deseaban con la misma intensidad.

Lo apretó con sus brazos, mientras él recorría su cintura y espalda, devorándole la boca con ardor...

El par de lenguas entraron en el juego de pasión que habían iniciado sus labios, y hasta los dientes tuvieron su participación con mordiscos leves que los estaban llevando a ambos a querer cruzar la línea de las caricias...

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora