CAPÍTULO 63: Trapero con patas

613 81 8
                                    

Tres golpes en la puerta, sacaron a Salomé de su inmersión laboral. Ya hasta se había olvidado de su amiga, y se levantó con rapidez para abrirle la puerta.

—¿Lo conseguiste?

—Sí, y no solo eso —contestó abriéndose paso al interior de la oficina y sentándose frente al escritorio.

—Me muero por saber, pero necesito llamar a esa momia, dame el número.

Saray sacó su teléfono y lo puso sobre la mesa con la pantalla encendida, y Salomé tomó nota para hacer esa llamada enseguida, esperando ansiosa que contestara, mientras se paseaba por la oficina.

—Aló. —Se escuchó desde el altavoz.

—Buenas tardes, ¿Brenda?

—Sí, con ella.

—Habla Salomé, te llamo para lo del puesto.

Por un momento solo se escuchó el ruido de fondo, pero al final la rubia que odiaba, habló:

—Sí, señorita, la escucho.

—Pásate por mi oficina en dos horas, te enviaré por WhatsApp la lista de documentos que debes traer.

—De acuerdo, señorita Sol.

Colgó el teléfono sin despedirse y le sonrió a la gemela, sentándose de nuevo tras su escritorio.

—Ahora sí, desembucha.

Saray se mordió el labio, desviando los ojos a la izquierda, y Salomé se inclinó para mirarla, seriamente.

—Le robé un beso.

—¡Esa es mi amiga! —Le enseñó el pulgar guiñándole un ojo—. Pero cuenta como fue.

La gemela empezó a relatarle todo a detalle, sacándole sonrisas de vez en cuando, haciéndola sentir orgullosa.

—Y ya, eso fue todo.

—¿Qué más querías?

—No sé, tal vez, su número de teléfono.

—Luego lo conseguiremos, eso es un buen inicio, ahora seguramente Paul no va a sacarte de su cabecita, y ya lo tendremos viniendo aquí con cualquier excusa para preguntar por ti.

—Ojalá...

—Me siento orgullosa, ahora vamos a almorzar, tenemos una hora y media.

Se levantaron y salieron juntas de la oficina.

—¿Qué vas a hacer con el trapero con patas?

—Ja, ja —rio divertida con el nuevo apodo que se inventó su amiga para la desafortunada rubia—. Será mi nueva secretaria; por ahora, nada del otro mundo, simplemente ser su jefe y cargarla de trabajo, mandarla a hacer de todo, convertirla en mi subordinada.

—Eres malvada, Salo.

—Me conoces bien.

Las dos se sonrieron cómplices y marcaron el primer piso en el ascensor para dirigirse a la cafetería.

❤ღ❤

Jimmy ya se estaba comiendo las uñas; Paul no llegaba con los papeles que debía enseñarle a su padre y la paciencia se le estaba agotando.

Tenía un hambre del demonio, y solo quería salir corriendo de esa sala para comer algo, o iba a desmayarse ahí mismo. Llevaban ya tres horas en esa reunión, y él ni siquiera había desayunado, y Salomé no estaba para alimentarlo con sus besos.

La puerta de la sala de juntas se abrió justo cuando estaba considerando ir a buscarlo, y Paul entró con la carpeta en la mano, notándose algo nervioso e inquieto, y Jimmy supo que le sucedía algo, pero no podía simplemente preguntárselo en ese instante.

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora