CAPÍTULO 45: Las fotos

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Esa mujer estaba poseída porque tenía poderes sobrenaturales, eso era seguro...

«¿Cómo diablos es capaz de estar despierta ahora después de eso?»

La miró desde el sofá donde estaba acostado y vio esos ojos oscuros que lo llamaban, pero se quedó mudo, simplemente mirándola, hasta que vio cómo nuevamente sus ojos se cerraban, cayendo otra vez en un sueño profundo... Se arropó la cabeza y se quedó dormido, rogándole a Dios que ella no volviera a despertarse.

Al día siguiente se despertó con los primeros rayos del sol que entraron por la ventana, y por fortuna, Salomé seguía durmiendo profundamente, así que aprovechó para darse una ducha y vestirse antes de bajar.

Seguramente ella se quedaría en su cama por un buen tiempo y no quería tener que volver a encontrársela, no después de todo lo que había sucedido esa noche.

Bajó a desayunar, le encargó a Ana el cuidado de las tres mujeres y luego fue a encontrarse con Paul para ir a jugar futbol.

El día estaba bonito y pasó toda la mañana entrenando con Paul y su equipo, hasta que llegó el medio día y con él, la lluvia...

Estaban en invierno y a Jimmy nunca se le ocurría llevar un paraguas, por lo que él y su mejor amigo se mojaron completamente saliendo del campo de futbol.

Decidieron que irían a casa de Paul y allí pedirían algo de comer, y así lo hicieron.

El castaño tenía un bonito hogar de dos pisos pequeño y moderno que a Jimmy le encantaba, porque era todo lo contrario a su mansión gigantesca, pero no solo por eso quiso que fueran allí, sino porque ese día no quería volver a su casa; por alguna razón no deseaba ver a Salomé, o más bien se avergonzaba de que ella pudiera recordar lo que había hecho.

Sabía en el fondo que debía tener una larga conversación con ella para que le explicara el motivo de su comportamiento irresponsable.

Era cierto que su matrimonio era por contrato, pero él la quería... sí, la quería, y no contemplaba la idea de que a ella le pasara algo malo si seguía comportándose así; todavía no imaginaba como era posible que antes no le hubiera sucedido alguna desgracia teniendo ese comportamiento, o tal vez, esa había sido la primera vez; sin embargo, él era su esposo y, por lo tanto, tenía que escuchar su opinión al respecto.

Pidieron una pizza para almorzar mientras veían la televisión y comían, y Paul empezó a relatarle con lujo de detalles, de qué manera había encontrado a las gemelas y cómo había tenido que sacarlas de ahí casi a la fuerza. Jimmy lo escuchaba atento, pero en cuanto su hermano terminó el relato, le vino a la mente lo sucedido con Salomé; sin embargo, esa vez no estaba preparado para compartirlo con Paul y por alguna razón creía que eso era lo mejor; sabía que no había estado correcto y debía olvidarse de eso, aunque su mente no dejaba de cuestionarse qué hubiera sucedido si tan solo las circunstancias hubieran permitido su continuación.

❤ღ❤

Salomé se despertó debido a un golpe repetitivo en la puerta, y el dolor de cabeza que sentía, no le permitió darse cuenta de que ese no era su cuarto, sino solo hasta que abrió la puerta y Ana le ofreció una bandeja con el desayuno, a las doce del mediodía.

—Siento interrumpir tu sueño, señorita Salomé, pero tienes que comer.

Se frotó los ojos y miró medio dormida a su alrededor.

—¿Dónde estoy?

—En la habitación de Jimmy.

Salomé se sorprendió a pesar de que la alcoba se le había hecho familiar, porque lo último que recordaba, era su lengua metiéndose entre el pantalón de él sin poder llegar hasta donde deseaba...

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora