ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟚𝟚

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Pase de largo. 

Entre a otra tienda para recoger la nueva capa, espere a que me la entregaran. Ahora mismo creo que me encontraba bien, aun algunas noches, me sentía intranquila, no podía dormir, mantenía la habitación iluminada, también él debía velas, tenía momentos donde casi olvidaba mi origen. Tome la caja, pagué dejando otra orden. Camine por la calle, perdiéndome entre el mar de gente. No muy lejos, las personas se acercaron en un solo punto, el espacio cambio, sobre las cabezas de todos ellos, una tela grande con tonos rosas y anaranjados brillaba, justo después lo escuche "que la madre bendiga a su señoría" "Él está aquí" "Nuestro gran señor" algo dentro de mí, gritaba que era mejor alejarme, cambie mi rumbo. 

🌅 

Esta vez sí sentía el tiempo pasar. Veía flores crecer y marchitarse, por lo que leí, las flores eran más propensas a flores a climas cálidos por el sol, mientras en invierno morían por la falta de la luz. Eso explicaba por qué no había cosas como esas de donde venía. 

 🌅 

Termine de lavar la ropa, y continúe limpiando la habitación, era día festivo aquí, no sé que celebraban realmente, solo que las calles estaban adornadas y había mil flores y pétalos por todos lados. También descubrí los calendarios, agendas y el café, amaba el café, si lo probabas con unos dulces, era la gloria, esa expresión, la leí en una novela, eso también, entendía un poco más el mundo por novelas, eran muy dramáticas, hablaban mucho sobre amor y amistad, pero ahora mismo solo para mí era fantasía. 

Conte mis monedas, tenía exactamente 50, creo que ya habían pasado 10 meses, en los cuales, no sentía ninguna k'eña, donde mi pasado no existía, donde me creí la historia que repetía todo el tiempo. 

Volví a caminar por aquellas calles que aprendí a reconocer, cada tienda estaba a rebosar de clientes, muchas hembras iban en grupo, hablando de cosas que tampoco entendía. Entre al mercado, encontré muchas rebajas, compré unos bonitos pantalones acampanados de algodón. 

No muy lejos, un concurso de tejer estaba iniciando, vi a los participantes, tanto machos como hembras, escuche a unos decir que estarían ahí hasta que terminaran una prenda. Vi la agilidad con la que entrelazaban los hilos, era muy bonito. Me compré también un sombrero de paja con una flor amarilla. 

 Más personas llegaron a los puertos, no sé qué pasaba en el continente, pero rezaban para no tener más guerras. 

Entre a una de las tiendas de ropa, una nueva pieza de bordado estaba en el mostrador.

—Eres tú, ¿dónde te habías metido? —aquella muchacha, tocó mi codo, di un paso atrás, no me acostumbraba a que me tocaran. 

—Solo estoy viendo. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora