"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—
Meallan aterrizó con gracia sobre el jardín de casa.
Helion me ayudó a bajar, le sonreí nerviosa, intentando no mirar a las ventanas.
—Gracias —acaricio mi mejilla, para luego besarme.
Mi corazón se regodeaba con fulgor, no evite tocarlo, a tenerlo más cerca.
Le di un último beso antes de alejarme. Agarro mi cintura manteniéndonos juntos. Intente no temblar cuando se apartó.
—No tengas miedo
—¿Quién dijo que lo tenía? —la piel de mis brazos se erizó al escucharlo reír.
—¿Así serán las cosas?
Sostuve su mirada. No, no quería que fueran así
—Solo...no se como se lo tomaran
—Ellos lo tomarán bien —sus palmas cálidas acunaron mi rostro. —Estará bien
—Confiare en ti
Sonrió, nadie había aparecido en las ventanas o en el pórtico, ¿Dónde se habían metido?
Y si no había nadie...tal vez.
—¿Tienes todavía tiempo?
—¿Me invitarás a quedarme?
—Solo si quieres
—Claro que si
Y ahí estábamos de nuevo, besándonos enfrente de la puerta. Abrí, riendo.
Todo estaba en orden, solo por Helion que se tenso al cruzar el umbral.
—¿Qué pasa?
Solté, sostuvo mi mano, señaló el camino frente a nosotros. Entonces, no estábamos solos. Camine con él cubriéndome la espalda.
Entre al salón, encontrando una charla seria entre mis amigos y los otros.
Vassa, Jurina y Lucien miraban a Tamlin y Eris, sentados cada uno en sillones por separado.
Los tres machos faes volvieron la vista a mi, vi la sorpresa en esos tres pares de ojos. Helion terminaba de aparecer a mi lado, apenas dirigiéndoles una mirada.
"¿Qué les pasa?" pregunte
"Hueles a mi" sentí el frío subir por la espalda, entonces, ellos...oh
Intento no sonrojarme, los faes y sus narices sensibles.
—¿Estás bien? —Vassa se acerco a mi, sin mirar a mi acompañante.
—Si —respire tocando su mano— ¿interrumpo algo...?
—No, te lo contaré más tarde —encontré el reproche en los ojos de Eris, ambos sabíamos cosas del otro, ahora podría intentar lastimarme, pero no lo hizo. Se lo iba a guardar y luego...