"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
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Estaba molesta, fruncí el ceño al ver a Jurian en mi puerta con los brazos cruzados y juzgándome en silencio.
No aparte la mejilla del pecho de Helion. Jurian me recordaría esto en cada oportunidad.
—Bajen a comer algo, ambos parecen que están a punto de morirse.
—Déjanos Jurian —soltó Helion, acariciando mi hombro.
—Se hace tarde —como me molestaba esa palabra, tarde, tenía todo el tiempo del mundo —no me mires así, partes mi corazón.
Soltó sarcásticamente.
—Debería lanzarte lejos —solté molesta
—Apúrense —me queje igual que mi almohada, una vez que cerró la puerta.
"Deberías haberle cerrado la puerta en la cara" negué sonriendo.
"Volverá sino nos levantamos"
"Déjalo que suba de nuevo esas escaleras, ya verás que tarda un poco más" acarició mi cabello.
"Tiene trucos, no nos dejará en paz" me queje contra su pecho. Hasta que suspire alejándome de su toque. "Levántate"
Tiro de mi mente con cuidado. Volví a juntar ropa para cambiarme.
※
Helion comía una tostada mientras platicaba con Vassa. Tome un pan de la canasta, sentándome junto a mi amiga.
"¿No a mi lado?" soltó con voz dolida.
"Dormía a tu lado, ¿eso no es suficiente?" termine de servirme un poco de té, negó con cuidado
—Le decía que los escuche roncar, no es que tenga un oído bueno —comenzó ella.
—Son las paredes, no son tan gruesas —respondió él. Vassa negó.
—¿Qué le pediste esta vez? —casi me ahogo con el pan, Helion vio a Vassa con calma.
—Nada
—Que bien, por que ahora Helion, deseo que estés muy lejos de ella, no la quiero ver pasar por un martirio como la última vez
—Vassa —tome su mano, se volvió a mi con el rostro más serio que le había visto en todo este tiempo.
—No, la usaste Helion, ya conocí a varios como tu, nunca cambian, mientras ella viva aquí no quiero saber que visitas mi casa, puede que ella te haya medio perdonado, pero no yo, así que puedes marcharte luego de haber terminado eso
Ella se levantó, dejando con cuidado su servilleta sobre la mesa.
—Termina de comer Daena —beso mi cabeza y nos dejó.
