ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟛𝟝

20 4 0
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪


Desayune con rapidez. No lleve mi cesta y deje mi libro en mi baúl. Un guardia me esperaba en la puerta, al terminar lo que había sobre el plato fue hacia él.Me llevo de nuevo al gran edificio. Esta vez fue Seran el que me esperaba, lo salude con cordialidad. Nos llevó de nuevo a aquel lugar extraño. ¿Debería agradecerle por la ropa?

Abrir la puerta. 

—General —asintió dejando caer su mano del picaporte. —Gracias por el regalo, yo no me gustan los regalos. Pero espero poder en alguna ocasión usarlo.

—No me molesta, bueno saber que lo ocuparas.

Deje mi capa, entre sobre las almohadas. Saque el libro y continúe. Parecía que ronroneo cuando lo tome. Encontré en las siguientes páginas. Algunas pequeñas imágenes hechas con carboncillo de las hierbas y flores. Nunca podría hacer algo con tanto detalle. Así que describía que colocaba el número de hoja, y continuaba con la descripción. 

Los usos para cada flor y hierba, estaban bien clasificados. No fue hasta que llegué a la parte de semillas. Encontré lo que plantamos y comíamos. El sabor regresó. Aquellas comidas aunque simples. Eran buenas. Apunte esa parte con sentimiento. Agregando como se preparaban y se degustaban. Cruce mis brazos sobre mi pecho. Tal vez así podía evitar sentir nostalgia. 

Al retomar, me quedé quieta, mirando la flor en la hoja. Le di un color. El maldito ahora y textura. Esa maldita flor. La bilis subió por mi garganta. Me alejé del libro. Dando grandes bocanadas de aire. El aroma estaba en el aire. Deseaba que hubiera ventanas. Sentir el aire fresco. Fue a la puerta. No se abría. Deje de intentar, para correr hacia las almohadas y esconderme en el aroma del jazmín. 

Con una almohada pegada en mi nariz, veía ese libro como una perdición. Esa fue la única forma de acercarme y seguir escribiendo. Cuando pase esa flor. La cabeza me daba vueltas. Agradecí cuando la puerta se abrió. No dude ni un segundo. Arroje el libro a la caja, lanzando la almohada con la demás, tome mi capa y escape del lugar. 

Afuera, puede alejarme de ese aroma. Caminé y me senté en los escalones del palacio, el aire por fin alejaba aquellos sentimientos. Regrese al presente. Al ver al macho detrás de mí, me veía con asco, era de nuevo su hermano. Ni siquiera se parecían. Siguió bajando los escalones. Bueno, por lo menos me dejó aquí. Me recosté apretando el collar contra mi pecho. Qué tranquilidad. 

Algo hizo un sonido extraño. En una de las columnas no muy lejos. Un ave colorida me miraba. Ya había visto uno de esos antes. En la primavera e imágenes en los libros. Un pavo real. Extendió su cola. Qué bonitos colores. Otro sonido familiar le contestó. Más aparecieron, pero no tenían la ostentosa cola. Aquella ave empezó a pavonearse. Lo mirábamos ir y venir. Perdieron el interés después de un rato. Vencido dejó caer su cola. Me ríe por su situación. Me cubrí el rostro. Tal vez tendría suerte en algún otro momento. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora