ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟙𝟘𝟠 Parte 3

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Las siguientes semanas fueron pesadas en la casa, Lucien iba y venía, pensando en silencio, escuchando los consejos de Jurian y Vassa, yo solo miraba

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Las siguientes semanas fueron pesadas en la casa, Lucien iba y venía, pensando en silencio, escuchando los consejos de Jurian y Vassa, yo solo miraba.

Y Helion...él estaba enojado conmigo, no respondía a mi voz por el lazo, suspiré, él debía entender...debía entenderme.

Manzanita dio a luz a un hermoso potrillo, uno pinto, Nublar miraba emocionado fuera de la caballeriza.

A la cuarta semana Eris apareció, vestido elegantemente, no dude entrando en silencio, colándome por sus guardas mentales.

Beron lo torturó por no seguir sus órdenes, porque yo seguía respirando.

Su rostro lucía cansado, con manos enguantadas, que cubrían las cicatrices del fuego de su padre.

No podía seguir a su alrededor, salí de la casa, llorando en silencio, aturdida con lo que pensaba nuevamente.

Yacía en la cuesta de Edimburgo, cuando note el dolor en mi espalda, reaccione tarde mirando el dardo en mi pierna.

Al parecer el veneno podría dejarme inconsciente.

Desperté con un mundo azul.

El sonido de la carroza resonando en mis oídos mientras el rostro de Helion parecía fuego dorado.

—¿Qué estás...?

—Llevándote a casa

Esa palabra volvía a rodar en mi mente, el ardor subió por mi garganta

—¿Qué pasó?

—Duerme, aún estás mal

No repele.

Estábamos en su casa. Su corte.

Me llevo cargando en brazos hasta su habitación, dejando a un lado los ojos curiosos en el camino.

Lo escuche llamar a los sanadores. ¿Cuándo se habría comprado este collar? Toque las finas curvas de oro que remarcaban su pecho.

Nunca había visto un diseño...

Abrí los ojos un poco más, era el propio oro de collares derretidos, sus collares, asome mi cabeza por su hombro, estaba dejando sus huellas en el piso en el mármol

Dio otra orden a uno de sus centinelas.

Las sábanas frescas de su cama fueron un alivio. Acomodo las almohadas

Esta era la primera vez que nos veíamos desde hace un tiempo...

—¿Me dirás ahora? —fruncí el ceño mirándolo inquieta.

—Cuando ellos terminen

Su mano brillo mientras la pasaba por mi cuerpo, su rostro estaba más que tenso.

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora