ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟛𝟡

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— 𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪 —


El enojo se arremolinaba en mi pecho, las lágrimas calientes corrían libres. Tenía que ver si ya habían encontrado a los responsables. 

Lo dejaron entrar, por eso las alarmas no sonaron, estuvo observando desde lejos. Devoro a otros dos guardias que me acompañaron. Luego fue por ella, mató al guardia de la habitación de Minh, luego entró. Ella luchó hasta el final. 

Todo esto pasó en una sola madrugada. Una donde yo no escuche nada raro, donde solo hubo silencio. El lugar se volvió un caos, mientras huíamos. Decía que fue Helion quien mató a esa cosa. Que fue él quien me salvó. Pero durante la lucha, lo que sea que haya devorado antes, explotó dentro del robador de rostros, hizo que la magia explotara. 

¿Quién fue? 

Era claro que en esta corte estaba fuera de los cabales. ¿Qué estaba haciendo él? Tenía que detenerlos. Con los papeles aún en mano, caminé hasta el estudio. No había nadie dentro. Los guardias corrían detrás de mí. Necesitaba respuestas. Los faes que me veían brincaban lejos de mi paso. 

Un grupo de guardias me detuvo. ¿Cuántas veces me pasaría esto? Intente hablar. Intenté que me dejaran pasar. Me acompañaron de regreso. Espere fuera del estudio. Nadie llegaba. 

Tenía que averiguar algo. Volví a los jardines, no todos estaban aquí. 

Me senté cerca de unas altas faes, deje que mis lazos avanzaran para escuchar.

—¿Hasta cuándo crees que termine esto? 

—Todo depende de que ellos se entreguen. 

 —Él los buscará hasta por debajo de la tierra si es necesario. 

—Quisiera borrar aquella imagen. 

—Se lo merecía, los traidores solo pueden tener ese final. 

 Nadie me diría la verdad, no me dejarían ir más haya. Solo la utilizaría por esta vez. Solo una vez. Deje caer mi cabeza, cerrando los ojos. Los lazos subieron con cuidado, ella era frágil, así que con sutileza, entre en su mente. El aire estaba alrededor de sus pensamientos, coloque mis manos sobre esta, dejándome llevar. 

Me encontré con unas imágenes borrosas, levantando a media noche, caminando con los demás, piras de fuego encendidas, y ahí mismo un fae encadenado. Helion no tardó en llegar, no entendí lo que dijo, pero sí, corazón estaba acelerado. Alzó su mano y el fae ardió hasta ser cenizas como el robador de rostros, la luz me cegó. Agache la cabeza inclinándome hasta tocar el suelo. Salí de golpe, la escuché quejarse. Acomode el collar y me aleje de ellas. 

Así que era eso. Lo encontró. Estaba muerto. Una parte de mí se sentía mejor, pero el resto, me dolía aún. No tenía ropa blanca. Vacíe mi cesta, tome una bolsa con monedas y espere que Teya regresara. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora