"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
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El mundo está de cabeza. La mujer tocaba mi pecho y sentí que me balanceaba.
Ella estaba vestida con ropas de cuero y collares llenos de dijes o eso aparentaba, estire la mano, ella la sostuvo, vi cicatrices en su piel morena.
Hablo y no entendí bien. Escuche risas. La nariz me ardía.
Grité por el dolor de mi cuerpo al caer, la tierra era suave y fresca.
—¡Mira! —gire para ver a Jurian con esposas en las manos, a su lado estaba Lucien con un enorme moretón en su ojo bueno.
—¡Debes tener cuidado! Ella está herida, hablamos de eso —soltó Vassa a la mujer que le sacaba dos cabezas de altura.
—Sigue respirando —las risas perforaban mi cabeza.
Vass vino hacia mí, tocándome la frente.
—¿Recuerdas que paso?
—Si —tenía medio cerrada la garganta. Una parte de mi estaba satisfecha de haber hecho mierda al maldito desgraciado. Se merecía algo peor.
—Ya es un avance
—¿Quiénes son?
—Son mercenarios del sur de Sangravah, nos encontraron en las llanuras de Lapplund
Claro.
—Dale esto —soltó la mujer —que lo beba
—No —Vassa negó con mi respuesta.
—Es medicina
—Son mercenarios Vassa
—Y nos ayudaron
—¿Por qué están aquí?
—Se metieron en problemas
—¿A dónde vamos?
—Directo a la gran ciudad blanca, para ellos serían una gran adquisición —respondió la mujer, debía ser humana, pero su porte imponía.
Bebí la medicina, la lengua se me durmió. Vass me ayudó a ponerme de pie. Estábamos en un campamento en medio de la nada. Conte por lo menos a veinte hombres limpiando sus armas o comiendo cerca de las dos fogatas.
Lucien me ayudó a sentarme entre él y Jurian, estire mis piernas recargando mi cabeza sobre su hombro.
—Estaremos bien —comenzó el. Toque su mejilla, su piel estaba caliente, apenas le comenzaba a crecer algo de barba. —descansa
Así lo hice.
Compartía el caballo con Jurian, Vassa y Lu hiban juntos en otro, los mercenarios aunque no tenían la mirada sobre nosotros, vigilaban cada movimiento que hacíamos.