ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟠𝟜

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◆◆ 𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪 ◆◆


Astreo estaba a mi lado, ambos esperando que alguien apareciera en la frontera. Ninguno dijo nada. La brisa cálida del norte jugaba con mi cabello, mientras los rayos de luz hacían que la tierra brillará como si de oro se tratara.

Seran se nos acerco. Camine hasta atravesar la frontera. Pronuncio mi nombre. Escuché como Astreo se marchaba.

El general a mi lado, me mostró una tela de color azul. Suspiré cerrando los ojos. Sentí el toque suave en mi cara.

—Será un momento —No veía nada. Tomo mis manos tamizandonos lejos. Sentí las ráfagas de viento golpear mis oídos. Parpadeé varias veces acostumbrándome a la luz.

Estábamos en la cima de una montaña, detrás nuestro las enormes puertas de mármol incrustadas en la piedra. Entramos portando antorchas. Cuando las puertas se cerraron, ni un rayo de luz entró.

Escuche nuestras pisadas mientras descendíamos. Me adelante tocando la piedra fría y sólida. La luz de la antorcha no podía iluminar el resto del pasillo frente a mi.

Deje mi antorcha en el suelo. Avance tocando la pared. No muy lejos apareció una luz que terminó por iluminar el corredor.

—Tardaste —Helion dejó el libro en la mesa. Seran tomo mi hombro.

—No lo hagas de nuevo, este lugar tiene

—No la regañes, ella no se perderá —soltó el alto lord.

Me aleje retirando mi capa, la deje sobre una silla. Los libros parecían temblar.

—Todos están aquí, mil ciento sesenta y dos libros, traídos de diferentes bibliotecas, incluso los que ya tuviste antes.

Vi los centenares de libreros. Tendría tiempo de sobre.

—Podría ayudarte con algunos si es

—No quiero que nadie me moleste —lo corte, tomando el primero con cuidado.

—Bien, toca la campana si gustas algo, todo vendrá aquí

Posiciones y remedios fue lo que encontré en los primeros cincuenta libros.

Salte a mitos sobre diferentes dioses. Uno tras otro, cerró los ojos solo un momento. Me sentí observada.

Helion estaba tomando uno de los libros que había marcado.

—Dije que no

—Hace mucho tiempo que no hablamos —masaje mi cabeza.

—No importa

—Somos amigos

Lo vi solo un instante y no puede evitar compararlo con su hijo.

—No necesito tu amistad

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora