ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟛

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La luz azul de las antorchas iluminaban los pasillos, al salir de la biblioteca. El silencio estaba presente con un poco de miedo me obligue a caminar, toque la pared guiándome, áspera y fría como siempre, así seguí hasta que algo me detuvo.

—¿Quieres compañía? —ahí estaba él, apenas mostrándose un poco, me mantuve callada observando su mano pálida en mi muñeca.— ¿por qué guardas silencio? habla, quiero escuchar tu dulce voz

Por fin podía verlo por completo, no quería hablar con él, observé su rostro, para ver el lugar donde su cabeza y cuerpo se unían, la zona era tan blanca que por un momento imagine que tan colorada se pondría, si tan sola pudiera apretarla. Me llenaría de satisfacción, el ruido que haría cuando su vida se fuera lentamente.

—¿Qué harás? —mi mano se había alzado hasta casi tocar su piel, su rostro se había oscurecido, ¿él sabría lo que estaba pensando? retrocedí, pero por instinto dejo que mi mano descansará en su mejilla fría.— continúa, tu puedes tocarme, cuantas veces quieras, dejo un fantasmal beso en mi muñeca, me jale, cubriéndola.

—No, estoy bien —Algo de decepción pasó por su rostro, suspiró pasando a mi lado.

—Bien, pero hará frío esta noche, la puerta de mi habitación estará abierta. 

Concluyó alejándose, saboreé mi sangre, di una bocanada de aire, golpeando la pared, el eco recorrió el lugar. Él tendría frio. Continúe hasta llegar a la habitación, encendí la chimenea enrollándome entre las sabanas de la cama.

Si tan solo hubiera muerto, no tendría que vivir esto, realmente hacía mucho frío, tanto que el fuego se apagó, coloque todas las almohadas sobre mí, esperaba que mi madre estuviera calentita en nuestro hogar. Medio dormida imagine un gran salón con mil cosas extrañas, en el había alguien que me esperaba, sentía el calor del lugar, pero el frio volvió, alejándome una vez más.

Las pieles me cubrían de pies a cabeza, había por lo menos dos capas de nieve en el jardín, apenas se podía ver una fuente de piedra ónix, avance entre esta dejando un rastro, en las murallas las xonen no apartaban su vista de mi, quién hubiera pensado que ahora tendría que vigilar a una traidora, una que intentó, al igual que otras de destruir a la corona, al fallar las que quedaron fueron castigadas. 

Podía escuchar las voces de aquellas que no se volvieron a levantar, murieron por ser libres, y el las liberó con la muerte. 

De vuelta entre estanterías, leía lo que más podía, hasta que un rayo de luz apareció, algo me decía que lo siguiera, pero podría ser solo mi imaginación, con insistencia aquel fenómeno apareció varias veces, incluso sobre las hojas de la enciclopedia, harta de aquello, por fin lo seguí, paro en un viejo libro, lo hojeo, hojas antiguas sin nada. Lo deje en su lugar, pero este cayó al suelo, al alzarlo las letras aparecieron, lo leí con dificultad.

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora