"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
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Me quedé viendo a la nada durante toda una semana, teniendo el cuerpo hirviente y necesitado, llorando por las falsas esperanzas, ahogándome en cada pensamiento doloroso y dulce.
Era como tener una tormenta en la cabeza.
Vassa intentó hablar conmigo, no lo hice, luego lo intento Lucien, y luego Jurian. Me abrace a una almohada llena de lágrimas y mocos. Y volví a mi dolor.
Llamaron a mi puerta. Cubrí mi rostro. Lo volvieron hacer.
—No quiero hablar —escuche como afuera comenzó a llover, me cubri con la cobija.
Abrieron la puerta, la luz me cegó, ahí me di cuenta que estaba rodeada con mi propia magia. Helion entró con un desayunador en sus manos, cerró detrás de él, acercándose a mi.
—Debes comer —lo vi molesta.
—Vete
—Daena —controle el llanto. Dejo la charola encima del mueble.
—No deberías estar aquí
—Ya te dije —acaricio mi mejilla. —no me voy a ir
Sentándose me abrazó, acariciando mi espalda.
—Estás más delgada, no haz comido —se molesto —Daena
Exigió molesto.
—No —murmuró algo, atrayéndome a él, dejándome estar sobre su regazo, con la nariz en su cuello.
—Vas a comer todo eso, hasta que vea que estás colorada —gruñí, apretó mi costado. —estás pálida
—Era más pálida antes... —lo sentí tensarse.
—Pues no lo serás teniéndome cerca
¿Cerca? ¿estaría aquí conmigo?
Centello más, manteniéndome en sus brazos, con su calor. Beso mi cabello.
Lo escuche suspirar, alce la vista, viéndolo curiosa.
—¿Y eso porque fue? —su mirada era suave cálida, sonrió un poco.
—Estoy teniendo un deja vú —trazo mis labios, mi mentón. —hubo otro momento como este, solo que con bestias aterradoras, intentando devorarme