"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No podía creerlo. Frente a mí había un pequeño Nublar, junto a una yegua marrón.
Vi a mi caballo y este relincho, sacudiendo sus cascos sobre la tierra.
Él se había acostumbrado tanto aquí que ya tenía un potrillo.
—Sorpresa —soltó Jurian junto a Bianca. —Y todavía hay más
Me volví sorprendida.
—¿Más?
—Si, él no perdió el tiempo —señaló a la yegua blanca que Tamlin nos había dado, vi el enorme vientre cargaba. Al parecer Nublar había hecho mucho aquí. Manzana cayó contra sus encantos.
Nublar relincho de nuevo. Me cubrí el rostro. Escuché las risas de ellos, la de Helion en mi mente.
—El cabrón tuvo tiempo —Jurian se soltó a reír. Avance a Nublar, levantando mi mano y acariciando su cabeza.
—¿Entretenido mientras estaba fuera? —relincho de nuevo, bailando un poco, sonreí acariciando su cuello —debes cuidarlos ahora, tienes muchas responsabilidades Nublar
Volví para ver al pequeño potrillo, acariciando su cabeza.
—Tu eres muy adorable —su cabello era suave, del mismo color que el de su padre. —espero que crezcas grande y fuerte
Su madre estaba atenta a que tanto hacía con su cría, bese un poco más su cabeza tierna.
Volví para correr hacia Manzanita, pareció reconocerme porque trotó hacia mi.
—Y tu, pronto tendrás a un bonito potrillo, espero que sea como tu —bese su cuello, acariciándola con cariño, toque con cuidado su abultado vientre —es raro, pero debe ser más raro para ti
Durante la cena todos convivimos con tranquilidad.
Hasta que pregunte
—¿Vamos a ir a la fiesta? —Vassa, dejó con cuidado su cuchara.
—¿Quieres ir?
—Si, Lucien también —señale a mi querido amigo, escuche el mecanismo de su ojo trabarse un poco.
—Yo no
—No lo niegues —corte la pieza de carne de un tajo.
—Bien, pero espero que no pase nada raro —soltó Vassa, para disfrutar de su plato.
—Nosotros nos quedaremos aquí —vi a Jurian sorprendida.
¿Bianca sabría sobre todo lo demás, o Jurian tendría miedo de contarle?
—Si quieren —sonreí levemente hacia ambos.
Cuando el día llegó recibimos invitaciones, hojas con finos motivos, por lo que dijo Lucien era tinta y papel del otoño.