ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟞𝟜 Parte 2

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◆◆ 𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪 ◆◆



Volver al estudio era raro. Abrí sin llamar, ahí estaba Helion ya. Tome mi lugar con calma. Trabajé lo más rápido que pude. Las horas se fueron en un abrir y cerrar los ojos. 

Helion comenzó a brillar y no sé por qué. Parecía tan perdido por un momento. 

—¿Estás bien? —apretaba tan fuerte la mano, que podía ver sus nudillos. Le lancé una bolita de papel que se quedó a medio vuelo, ahora era ceniza en la alfombra. —¿Helion? 

Nada. 

Continúe llamándolo, hasta que grite su nombre, dio un respingo, parecía agitado. 

—¿Estás...bien? —pasó su mano por su cara, soltando el aire, moviéndose en su lugar. 

—Si 

 —Bien —deje las hojas en mi escritorio, caminando a la libertad. 

—No ha terminado el día, Cal 

—¿Perdón? 

—Sé que quieres despedirte, pero aún no- 

—Helion, el día ya acabó —un músculo en su cara tembló. Abrí un poco la puerta, los rayos de la tarde entraron. Se puso pálido. —Guardia 

—No —se puso de pie —vete mañana... Salimos 

Lo vi de arriba abajo, parecía normal pero no... 

—Descansa

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Me preparé aun cuando era de noche, bajo la falda llevaba unos pantalones y botas, llevaba bien atado el cabello y sobre todo, logré que mi daga de miltre apareciera en mis manos. 

No sirvió atarla con lazos, el filo los cortaba con rapidez, así que utilicé mi propia magia. Escondida a la altura de mi pantorrilla. Al verme en el espejo casi parecía que el viento susurraba aquellas palabras. 

Tal vez, eran ciertas, pero odiaba aquel que haya dictado nuestros destinos, tanto dolor, sufrimiento, soledad y oscuridad, nos hicieron olvidar algo muy importante en la vida...esperanza. 

Teya apareció pronto, se sorprendió al verme lista. Me entrego un paquete con comida, asentí mientras volvíamos a salir, esta vez directo a los establos. 

Desde lejos los tres parecían simples espectros del amanecer, podía ver la ferocidad en sus miradas, Helion terminó de darles órdenes cuando los alcanzamos. Nos alejamos, llevándonos lejos. 

Aparecimos a las orillas de una playa, el viento golpeaba con fuerza, su escudo nos rodeó, acomode mi vestido. Caminamos unos cuantos metros, antes de entrar a la boca de una cueva. Continuamos hasta encontrar una puerta protegida, vi el hechizo romperse cuando él lo toco. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora