"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
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Era raro no despertar arrullada por el barco, tome mi baño disfrutando del agua tibia, Klymine volvía a nadar entre la espuma y las burbujas.
Amor o no, ya sabía que se sentía compartir algo con alguien. Bese la cabeza de mi serpiente, se recargo entre mis pechos y suspire tranquila.
"¿Ena?" abrí los ojos, hacía mucho que no... volvió a llamarme pero no conteste.
Bianca era una mujer muy animada y extrovertida, era como un pollito que iba de un lado a otro. Me agradaba.
Nos ayudaba en la casa y en los entrenamientos observaba atenta a todos, hasta que Jurian la animaba a entrenar con nosotros.
Cuando Lu volvió lo abrace con fuerza, feliz de verlo, tomé su rostro y le di un beso en la mejilla. Vi detrás suyo a Tamlin, lo saludé normal, hizo lo mismo.
La casa volvía a estar llena de personas, amigos y cercanos a nosotros.
Las noches y días se volvieron cálidos y llenos de colores brillantes.
Durante una noche escuche la conversación entre Lucien y Tamlin.
—¿Qué piensas hacer hace años que no participas en el gran rito? —preguntó Lucien.
—Lo sé, es él quien lo ha celebrado, aunque la magia no le responde del todo
—Por ti, a parte de intentar tener el lugar ¿intentó algo más?
—No, me mantiene vigilado, solo eso
—¿Y la fiesta?
Escuche suspirar a Tamlin
—El organiza ese tipo de cosas, no les tomó atención
—Y por eso él ha aprovechado que tu no haces nada para tomar el control sobre ti
—Esta Freilan, él lo mantiene a raya
—¿Y cuando lo harás tú?
—En algún momento...
—No te entiendo, estás tardando mucho tiempo, la corte está más que dividida Tamlin, cuidada por Tarquin por una parte y la otra acechada por Beron y Eris, ¿Hasta cuando hagas algo?
—Sabes que tienen todo el derecho a odiarme
—Y tu de hacerte cargo por toda la mierda de hace años —escuche un suave gruñido, y luego el suspiro de Lu. —a ambos nos costó algo Tam, a todos, ¿no crees que ya es suficiente?
No escuche lo que le respondió.
—¿Estas demente? La madre te ama para que no lo lograras
—Me odia eso creo yo —dejo bajo Tamlin.
—¡Tamlin! —soltó entre dientes Lu. —tienes responsabilidades, eres el último de
