ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟛𝟠

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—  𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪  —


Desayuné en mi habitación, luego volví aquel estudio. Esta vez, ver en la portada aquella serpiente me puso nerviosa. Ya no escuche las voces. Pero al abrirlo. Sus hojas estaban completamente vacías. Las puse contra luz, y nada. Sople sobre ellas, nada paso. Jugué con el papel. 

Parecía que no querían que supiera nada. Lance al aire algunas veces el libro lo abrí y seguía en blanco. No hice ninguna anotación. Observaba la serpiente con la fauce abierta. ¿Qué era lo que guardaba este libro? La cabeza me comenzó a doler. Recosté solo un poco. Luego sentí la sangre correr por mi nariz. Alce un poco mi cabeza. ¿Qué estaba pasando? 

Cerré mis ojos, intentando encontrar en mi interior la magia. Oscuridad completa, baje por aquella escalera. No escuche nada. Me empujaron fuera. Lo volví a intentar. No podía ver nada. 

 —¿Qué estás haciendo? —Los ojos de Seran brillaban incluso en ese momento. Camino apartando mi mano con sangre. ¿Sabes lo que soy?. Quería gritarle eso, en cambio, tocó mi frente. —Estás ardiendo. 

Me cargo, llevando fuera. Aparecimos en otra habitación, el olor de los medicamentos y las hierbas, penetró en mi nariz. Manche su ropa, intente limpiarla. 

—Ayer estaba bien —la hembra se acercó con cuidado, puso sus manos sobre mi pecho, pero las apartó. Fue por un líquido azul que me dio a beber. Sabía mal. Lo empeoro. Comencé a toser. Algo me jalo. 

La energía, por primera vez, me dejó entrar. Era un caos. Las paredes tienen grietas. Aquello se expandía por todo el lugar agitado. Extendí mi mano, pura electricidad recorrió mi cuerpo. Le hablé. 

—Debes calmarte, detente —azotó el lugar, furia, estaba furiosa. Tomo mis muñecas presionando hacia esta. Mariel lo dijo, o la controlaba o esto me controlaría —detente, ¡para! 

Muerte —siseo en mi oído. —destrúyelos 

—Para ¡Es suficiente! —agarré la nada, apreté tanto que sentí la sangre. —sin mi, no hay forma que sigas —gritó mi nombre. 

No solté. Incluso cuando mi pecho volvió a arder. Atraje aquello hacia mí. Tenía que controlarlo. Era mío. Se resistía. Era lo único que podía controlar en esta vida. Sí iba a servir a otros. Entonces controlaría mi poder hasta que fuéramos uno. 

Aún unida entre la oscuridad, un simple destello iluminó el lugar. Brillo dos veces. Cayó poco a poco. Ambos pensamos lo mismo. Nos soltamos con fuerza. Intentando agarrar la luz, estira la mano, cerrándola, la luz brilló entre mis dedos, me gire sin más le pegue con la mano. Se quejó. Me levanté, por fin estaba lista, lo tomé y dije un nombre que no logro recordar. 

Explotamos entre luz y oscuridad, mi pecho ya no ardía al abrir los ojos, algo me picaba en la sien. El brillo dorado de aquello llamó mi atención. Luego vi los mechones oscuros rozando apenas mi piel. Estaba apretando algo duro. Mis manos estaban sobre algo sedoso. Y el aroma del cabello era realmente bueno. Después escuché el gruñido. Me quedé quieta viendo la pulsera en aquel brazo. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora