Phillip:
Por fin había llegado la mañana después de eso. No estaba del todo seguro de lo que estaba por hacer, luego de todo lo vivido anoche la inseguridad me había comido.
Luego de aceptar los sentimientos que tenía por mi mejor amigo, el hecho de verlo se me hacía sumamente extraño. Ahora mis ganas de hablarle afloraban por si solos, me sentía con muchas ganas de decirle cursilerías, demostrarle todo esto que me estaba consumiendo, demostrarle lo mucho que me importa y de... de besarlo.
Todo aquello era lo que me tenía preocupado. Quizá si lo tenía cerca en una situación extraña actuaría sin pensar y podría cometer un error fatal. No quería que eso pasase. No quería arruinar nuestra amistad por los estúpidos sentimientos que habían surgido en mí. Ojalá todo fuese como siempre.
Luego de haber subido la maleta y los bolsos, el taxi se dirigió a casa de Amber. La invité a quedarse conmigo, pero le daba mucha flojera el tener que mover dos veces los bolsos. La entendía, también me había dado flojera ir yo a su casa.
Mi amiga subió al auto, nos saludamos y el vehículo partió enseguida hasta el aeropuerto en el que saldría nuestro avión. Ella moría de la emoción, no paraba de mirar a todos lados con alegría, y aunque quisiera compartir ese mismo ánimo, no podía. Ella lo notó enseguida.
— Phillip, ¿estás bien? No te ves tan contento —a veces odiaba lo mucho que ella podía leer mis estados de ánimo.
Dejé de mirar por la ventana como si estuviera en una película trágica de amor y la voltee a observar. Suspiré resignado, no valía la pena mentirle.
— Tienes razón... —le admití avergonzado. No quedaba más que simplemente decirlo—. Me gusta Missa.
Sus ojos se abrieron de la impresión. Estaba seguro de que no se esperaba esa confesión de mi parte y tenía que admitir que ni yo podía imaginarme a mi mismo diciendo algo así. En algún momento se me cruzó la idea de que Missa me gustara anteriormente, sobre todo cuando todos en los comentarios de mis videos me cuestionaban el hecho de admirar tanto a mi amigo, pero pensé que si eso pasaba, sería algo que me llevaría a la tumba.
Y aquí estaba, confesándole mi tonto enamoramiento a mi mejor amiga.
— Wow, por mucho que te molesté, no pensé que pudieras admitirlo —ella miraba al frente procesando la información—. Perdón si te incomoda pero... ¿estás seguro? Quizá solo estás confundido.
No podía explicarle lo que había pasado anoche. Por mucho que la confianza entre ambos fuera muy grande, no era capaz de tanto, mucho menos en un taxi donde el conductor estaría oyendo todo. Si él sabía quién era yo podría decirlo y arruinar todo.
— No lo estoy... ¡ojalá weón! —me sacudí el pelo muy enojado—. Me gusta mucho.
— No puedes hacer nada... él ama a Mafer —me miró con lástima, odiaba esa mirada.
— Ya lo sé —respondí al instante, quería dejarle aquello en claro—, jamás me interpondría en su relación —le expliqué firmemente—. Yo sé que tengo menos mil de posibilidades y tampoco sé si quiero que algo ocurra entre nosotros —me tapé la cara con las manos, abochornado de la vergüenza—. Quiero dejar de sentir esto. No quiero que él me guste.
Necesitaba explicarle lo mucho que me molestaba sentir aquello. No me agradaba la idea de sentir estas emociones y además verlo junto a su hermosa novia, todo feliz y enamorado. Me partía el corazón.
¿En serio me partiría el corazón? Dios santo.— Es solo un gusto pasajero... ¿no? —le pregunté esperanzado. Ella no estuvo muy segura de qué contestar. Gruñí de la desesperación—. Iremos a México, seremos tan amigos como siempre y la pasaremos muy bien. Ninguno de mis sentimientos tendrá que saberse jamás y todo será normal.
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Quédate un momento más y ya | Mr. Phissa
FanfictionLa distancia puede ser el protagonista de tantas historias de amor como personas hay en este mundo. Si la distancia fuera un impedimento, las cosas jamás habrían funcionado. Y si la distancia no existiera jamás me habría enamorado de ti de la forma...