Capítulo 19

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— ¿No está mal? —dije, aún estaba poniendo caras molestas. Traté de sonreír, pero solo me salió una tonta morisqueta.

Él no notaba mi molestia y eso me hacía enfadar más, pero no podía comprender que chingados me molestaba. Tampoco sabía si quería que él se diera cuenta que estaba molesto.

La cena volvió a la normalidad después de que el mismo mesero nos trajera la comida que habíamos pedido. Volvió a sonreírle coqueto a Phillip, así como también había notado que yo estaba molesto, sonriéndome con suficiencia antes de irse. No pensaba dejarle propina al pendejo.

Conversamos como habitualmente; riéndonos, recordando cosas de la historia que habíamos leído, molestándonos mutuamente por diversas situaciones y todo era como siempre. Cuando habíamos terminado, Phillip pidió la cuenta para irnos.

— ¿Tú pagarás? —le pregunté curioso al ver como sacaba su billetera—. Déjame pasarte mi mitad al menos.

— No pasa na' —respondió restándole importancia. Pidió la cuenta con el gesto habitual de la mano y corrió el MISMO MALDITO MESERO. Comenzaba a odiarlo muchísimo—. Tu invitaste cuando comimos tacos el primer día, me toca a mí.

Phillip pagó la cuenta, y vi muy claro como ese vato escribía lo que posiblemente era su número en una servilleta y se la daba junto a la boleta. Mi amigo fue amable, pero no dijo mucho más al respecto y nos fuimos del lugar. Yo seguía muy molesto, irradiaba furia. Me estaba portando como un imbécil con Phillip y lo sabía, pero no podía evitarlo.

— ¿Qué pasa? Has estado callado desde que salimos del restaurant —me preguntó curioso al verme molesto. No sabía que decirle al respecto.

— Estoy cansado, es todo. Volvamos a casa.

Él pareció no quedar conforme con mi respuesta, pero no siguió insistiendo y se lo agradecí. No podía decirle que me había enojado ver como otra persona se le acercaba a coquetearle, más aún porque yo no sabía como explicar mi enojo.

Nos subimos al vehículo y comenzamos a recorrer diversas calles antes de llegar a casa, pero en el camino nos cruzamos con un pequeño cerro que a Phillip le gustó muchísimo.

— Párate, párate —decía golpeándome el brazo para llamar mi atención—, vamos ahí.

Estacioné el auto en donde pude y se bajó rápido, tuve que seguirlo antes de que se me escapara, porque comenzó a subir al parque del cerro de forma en que me costó mucho alcanzarlo.

— Weón... se parece al cerro Santa Lucía, pero en chico —decía entrecortado por la falta de aire, mirándome desde lo alto. Yo iba atrás de él tratando de tomar la mayor cantidad de aire, esto era mucha actividad física para mí—. Mira, weón, se ve la puesta de sol.

Al llegar arriba él estaba apoyado en un barandal mirando el cielo. Era un cielo precioso; las nubes, los colores, el sol. Todo parecía pintado por alguien. Cuando me acerqué hasta él estaba perdido mirando el horizonte. Yo imité su postura viendo de igual forma lo bonito que era la vista desde ahí.

— Es muy lindo este lugar por la chucha —en cuanto dijo aquello, voltee a verlo y me encontré con un chico que no conocía. A quién mis ojos jamás habían visto de aquella forma.

La luz se reflejaba en sus ojos dándoles un color muy bonito, no dejaba de sonreír. Traía el cabello puesto sobre la cara, su gorrito le hacía ver adorable. Sus labios eran delgados, pero parecían suaves y cálidos, quería apoyarme en ellos. Me quedé como un tonto viéndolo, mientras él centraba su vista en los edificios y el cielo. No podía alejar mi vista de él. Lo que estaba sintiendo en aquel momento no era normal, no era lo que debía sentir, pero no podía evitarlo.

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora