Capítulo 48

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Phillip: 

Era un día como cualquier otro. Había acompañado a Amber al centro para que comprar algunas cosas que faltaban en su casa, yo había hecho la compra de la semana y había ido con ella a visitar a mi madre, quien ya se encontraba mucho mejor y lista para irse a casa. Estaba desesperada y la entendía muy bien. Los hospitales siempre me habían dado repelús. 

— ¿Cómo está, Tía? —le preguntó la Amber igual de dulce que siempre. Mi madre siempre la había adorado. 

— Hola hija. Bien... aquí, vuelta loca. Me quiero puro ir de este lugar y volver a mi casa, seguro está todo patas pa' arriba —la miró, suspirando con desgana—, pero las visitas de este niñito me tienen contenta. ¿Te contó la noticia nueva? 

— ¡Mamá! —chillé, sintiendo las mejillas arder.

— Mi Felipito está enamorado de su amigo, supongo que tu ya sabes —decía mi mamá, muy feliz. Amber no dejaba de sonreír, la tenía tomada de la mano con cariño. Yo estaba muriendo por dentro aunque Amber ya supiera que Missa me gusta—. Me dijo que este niño le corresponde, prontito voy a ser suegra y quien sabe, quizá por fin me hagan abuela. 

— ¡Mamá, por favor! —grité al instante, con las mejillas rojísimas. Amber solo se carcajeaba— Ten Ma', te traje comida china para que te sientas mejor —poniéndole en las piernas unos paquetes con arroz y carne mongoliana, me aparté con rapidez para fingir que veía una de las revistas que habían allí—. Ya quedan cuatro días y te iré a dejar a la casa. 

— Ay hijo, necesito pararme, estoy cansada de estar acostada. 

Nos quedamos charlando con ella hasta que la hora de visitas acabó y nos vimos obligados a irnos, pero le prometí que nos veríamos en dos días. Ella me acarició con delicadeza antes de salir del cuarto. 

— ¿Con que Missa te corresponde? De esa parte no estaba muy enterada... —ella me dio un golpecito en el hombro. Ahora que lo recordaba, después de lo sucedido en el restaurant, no le había comentado mucho más a Amber sobre la situación.

— Pues... sí, me corresponde, de cierta forma. Aún no estoy muy seguro —no fui capaz de darle una respuesta concreta, hasta yo solía confundirme con lo que Missa demostraba.

La dejé en su casa y caminé a la mía con esta nube de sensaciones amargas sobre mi cabeza, con las ideas malditas que había tratado de borrar estos días, pero las inseguridades volvían a hacerme recaer en pensamientos catastróficos. 

«¿Por qué querría estar contigo?» repetía una y otra vez la voz en mi cabeza «Es obvio que puede conseguirse a cualquiera mejor que tú, es MissaSinfonía, al fin y al cabo». 

Dolía. 

Entré a mi casa, cerrando la puerta de un golpe y subiendo a toda prisa a mi cuarto, necesitaba distraerme con cualquier cosa que tuviera delante para omitir esa clase de pensamientos. Me puse a editar como un maniático y estuve perfectamente ocho horas seguidas editando sin problema. Ya eran las 3 de la madrugada cuando lo noté. No había cenado, tenía los músculos acalambrados y la mano entumecida. 

Amber se enojaría muchísimo si se entera que estoy descuidándome, por lo que, movido por el sentimiento de culpa, me levanté para comer algo decente, aunque fuera tan tarde. No había notado lo mucho que me gruñía el estómago. 

Mientras estaba en la cocina, mi teléfono sonó y yo me asusté mucho. La Amber era adivina y ya estaba enterada de que no había comido, por lo que ahora estaba viniendo en camino para golpearme. Eso creí, por un segundo, antes de ver el nombre de Missa en mi celular. 

Missa: Holi. ¿Ds? 

Phillip: Ni un "hola querido, ¿cómo ha estado el día?" ni nada. 

Phillip: Por último invítame un café.

Me reí de mi propio mensaje. Estaba siendo dramático a propósito para molestarlo. 

Missa: AY PILI, NO CHINGUES. 

Phillip: Aún estoy esperando. 

No recibí respuesta en aquel instante y, como era de esperarse, los nervios se hicieron presentes para hacerme creer que lo peor que podía pasar había ocurrido. Pero mi teléfono comenzó a vibrar sin parar. 

— ¿Aló? —respondí de forma nerviosa. 

— Vente a ds, chingada madre. 

— AY, trátame con más amor weón, o no pienso hacer ni una weá. No weí —repetí tantas conjugaciones del "weon" que me dieron muchas ganas de reír, no podía creer que Missa me entendiera a pesar de hablar tan de la mierda. 

Escuché una carcajada bajita, pero audible, por lo que supe que la situación le estaba haciendo mucha gracia. Sonreí por inercia. 

— Mi Pili hermoso precioso guapo de mi corazón, ¿sería tan amable de brindarme por unos minutos su distinguida presencia en la plataforma de discord para mostrarle algo importante? —dijo con un tono excesivamente formal. Sus palabras me hicieron sonrojar y, además, sentir patético al estar encantado de recibirlas— ¿Ahora sí, caprichoso? 

— Sí... ahí está perfecto —dije al momento, sin poder quitar la enorme sonrisa de mi cara—. Ojalá así lo pidas siempre. 

— No mames, Phillip. Suficiente con eso... 

Me dirigí al cuarto donde estaba mi Pc para poder conectarme a discord correctamente. 

— ¿Y porqué no me lo dices por aquí? ¿Cuál es la necesidad? 

Hubo un leve silencio que me dejó confundido. Solté una carcajada ante su nula respuesta, al parecer a él no se le había ocurrido para nada que solo podía llamarme y decirme lo que fuera que iba a decir. 

— No, pendejo, tienes que conectarte en discord. Por aquí no se puede. 

Aquel comentario me hizo quedar más intrigado de lo que ya estaba, si quería jugar tan solo tenía que decirlo, incluso hablar podía hacerse de forma sencilla. Pero no, estaba insiste e insiste que quería que me conectara a discord en el computador. 

— Ya, ya, aquí estoy, ¿qué tanto tienes que decir? —me quejé al tiempo que prendía la cámara y lo veía con una enorme sonrisa sentado en medio de su habitación. 

— UY... si no quieres no te digo nada —respondió, haciendo su drama de siempre. Sonreí al ver como cruzaba los brazos y, de forma inconsciente, hacer puchero.

— No, cariño. Cuéntame por favor. 

Vi como apretaba los labios, contrariado por el apodo dicho de forma tan casual. No lo había dicho de una forma muy seria, más bien era para molestarlo, pero aún así fue suficiente para avergonzarlo. Sonreí aún más, y aún más cuando vi una pequeña sonrisa asomándose antes de convertirse en una mueca. Sabía que aún seguía luchando con sus sentimientos. 

— Bueno... he estado ocupado en algo que te incumbe y quiero saber tu opinión —dijo, dando rodeos para hacerme esperar más—, hay algo que hemos querido hacer y creo que es momento de cumplirlo. 

« ¿Quiere que seamos oficialmente pololos? NO PUEDE SER, ¿SERÁ?» pensaba de una forma patética y cursi, sin poder evitarlo. Le gritaría que si mil veces. «O vendrá a Chile, quizá quiere venir para hacernos pareja, O ME VA A PEDIR MATRIMONIO». Me quise golpear por los pensamientos impulsivos y desesperados. Las mejillas se me inundaron de color enseguida. Me sentía un estúpido

— ¿Qué andas pensando? —dijo con picardía. Al parecer, había sido más obvio de lo que pensé que era. Quizá se notaba demasiado—. Quiero ir a Japón... ¿irías conmigo? 

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora