Capítulo 15

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¡¿QUÉ CHINGADOS HABÍA SIDO ESO?!

¡¿Por qué le había dado de comer?! Aún no me podía explicar como mi cuerpo se había movido por si mismo para darle una cucharada en la boca. Tuve que escapar de ahí lo más rápido que pude para evitarme una situación incómoda.

Tenía mis manos puestas sobre la cara porque estaba sonrojado. Ojalá Phillip no lo haya notado. Él se había sonrojado. Su cara de sorpresa y como me recibía la comida de forma automática había sido lo más tierno que había visto de él en mucho tiempo. Se veía adorable con las mejillas sonrosadas.

No sabía que clase de cosas estaba pensado, ni que me estaba pasando. Solía darle de comer a Mafer cuando le daba de probar de mi comida, pero nunca de otra forma. Él había preguntado si yo iba a dársela, y lo hice por un repentino impulso. Había sido su culpa, yo solo estaba bromeando, nada más que eso.

Tomé una toalla pequeña del baño y la mojé para ir a entregársela. Pensé en dársela a Amber para que ella se lo pasara, pero no quería hacerlo, me molestaba mucho solo la idea de que fuera ella quien lo atendiese. Yo iba a cuidarlo mientras estuviera aquí. Estrujé la toalla con fuerza y salí del baño muy rápido hacia el cuarto en donde estaba Phillip.

Me paré frente a la puerta de la habitación unos momentos, ¿por qué me sentía tan nervioso de entrar? No era la gran cosa. Solo jugábamos, como siempre.

Al entrar, estaba comiendo y mirando alguna serie en el celular. Se reía a carcajadas. Me olvidé por completo de la vergüenza que anteriormente había sentido y fui hasta él para ponerle el paño en la cabeza y ver que estaba viendo.

Miraba One Pice, el pinche otaku.

— Es demasiado buena esta wea, me encanta.

Le sonreí. Controlé las ganas que me habían dado de darle una caricia en el pelo y solo me marché para dejar que comiera y luego siguiera durmiendo. Volví a mi estudio para seguir editando los múltiples vídeos en los que trabajaba, pero casi no podía concentrarme.

Me obligué a centrarme en mi pendeja cara en el monitor y en los muchos efectos que le pondría al video. Algo pude hacer durante esos momentos hasta que noté lo tarde que era por la presencia de Mafer. Me puso las manos en los hombros con suavidad, dándome un leve masaje. Le besé una de sus manos.

— Me iré a casa bebé, es tarde.

— ¿Segura? Puedes quedarte sin problema —dije dándome la vuelta y sentándola en mis piernas.

— Lo sé, pero está Amber y Phillip, pasa tiempo con ellos. Vendré por la mañana.

Asentí, no iba a convencerla de quedarse y lo sabía. Por lo que al momento, se levantó y me dio un largo beso. Me gustaban mucho sus besos, suaves, tiernos y delicados. Me sonrió y se fue de la casa.

Decidí que me iría a dormir en ese momento. Ya llevaba bastante tiempo haciendo demasiadas cosas y no me gustaba mucho como estaba quedando el video, así que mañana lo continuaría más concentrado.

Me lavé los dientes, me puse pijama y antes de meterme a la cama, pensé en ir a ver a mi amigo y como iba su salud. Para saber si necesitaba algo más para comer o algún medicamento que no se hubiera tomado.

Entré en la habitación después de tocar la puerta y no recibir respuesta. Vi al Phillip completamente dormido. Me acerqué a tocarle la cabeza para ver cómo iba su fiebre, y esta había bajado bastante. Le acaricié el cabello sin saber porque, respiraba tranquilo y parecía ya estar mucho mejor.

Pero, aun así, sonaba muy congestionado. Roncaba poquito. Fui a buscar un vaso con agua para que pudiera tomarse las pastillas que le ayudarían a descongestionarse y que no se despertase a cada momento.

— Phillip... despierta —lamentaba tener que despertarlo, pero tenía que tomarse el remedio para que así pudiese dormir mejor—. Ven, te traje agua.

Él, agotado, se movió en mi dirección. Abrió los ojos, cansado y muy adormilado. Me miró sin reconocerme hasta que enfocó la mirada.

— ¿Qué pasa? —susurró—, me siento mejor, no quiero tomar más pastillas.

— Estás roncando pendejo —me reí, dándole un golpecito con los dedos en la frente. Él hizo un gesto de desagrado muy tierno—. Ten, tómalo.

— No quieeero, quiero dormiiiir weón —se acomodó nuevamente en la cama y se cubrió con las sábanas. Cerró los ojos con fuerza.

— No chingues y tómalo.

— Tómalo tú y no me webees —se volteó hacia la pared, evitándome. No iba a permitir que se quedara dormido y ya.

Me estiré para agarrar su hombro y darle la vuelta, se resistió lo más que pudo, pero seguía medio dormido y enfermo, por lo que no me costó demasiado dejarlo de espaldas contra la cama. Nos reímos mientras él trataba de alejar mis manos para que no pudiera darle la pastilla. Forcejeamos bastante, desordenando la cama y las almohadas. Fue entonces que le agarré las muñecas poniéndolas a los costados de su cabeza para que su cara quedara libre, y así darle el remedio.

Tenía el cabello sobre los ojos y respiraba cansado por el forcejeo. Me quedé quieto, mirándolo. Yo también respiraba entrecortado. No supe porque motivo, pero quería seguir así, quizá subirme sobre él y...

Le di la pastilla con más fuerza de lo que debí en la boca y me alejé al instante. 

— Weón, que eri' bruto —se sentó en la cama y se acomodó el pelo, ya con la pastilla en la boca. Le acerqué el vaso con agua y este la tomó.

Yo estaba confuso, él se había visto... ¿Lindo?

Sí, se veía muy lindo.

Traía las mejillas sonrojadas, seguro la fiebre le había vuelto a subir. Su cabello estaba despeinado, toda la cama estaba hecha un desastre y yo, por el forcejeo, tenía la ropa desordenada. Parecía que habíamos hecho otro tipo de cosas.

Me sonrojé de inmediato al pensar en eso.

— Creo que te pegué el resfriado, también tienes la cara roja —me dijo mientras tomaba el cubrecama y lo trataba de acomodar.

— Eh... No, no —tartamudee, medio ido en mis pensamientos—, fue por el esfuerzo —ahora sí pude responder como correspondía—. Levántate y déjame hacer la cama otra vez.

— Viste, por tu culpa quedó toda desarma' —dijo haciéndome caso y poniéndose de pie.

Yo comencé a hacer la cama lo más rápido que pude. La arreglé, acomodé las almohadas y dejé todo listo. Pero cuando voltee, Phillip se estaban quedando dormido de pie. Se estaba abrazando a sí mismo y temblaba; tenía frío. Así que me apresuré para abrirle la cama y que volviera a dormirse.

Una vez estuvo acostado y cuándo yo me destinaba a irme ya, lo oí susurrar:

— ¿Puedes quedarte hasta que me duerma? —fue un muy leve susurro, avergonzado. Cuando lo vi, sus mejillas seguían rojas y parecía un niño— Un ratito...

— No seas joto —murmure también, más avergonzado si se podía. Me moví el pelo incómodo—, llamaré a Amber para que se quede contigo.

— Solo un ratito, porfis —repitió.

Suspiré resignado. Siempre caía ante las cosas que él quería, no podía decirle que no.

Me senté a su costado bajo las sábanas, él apoyó su cabeza en mi torso y cerró los ojos. Por inercia, comencé a darle caricias en el cabello; me gustaba darle pequeños mimos.

Cuando estaba por irme y dejarlo dormir, me moví despacio, pero lo sentí agarrarme de la playera y decir.

— Quédate un momento más y ya...

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora