Capítulo 59

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Phillip:

Salimos todos felices, pero en definitiva, yo era el más entusiasmado por la idea de comprar muchos mangas y figuritas a precios que jamás encontraría en Chile. 

Hicimos una pausa para comernos un crepé antes de llegar a mi paraíso en la tierra. Todo lleno de figuritas de naruto, one pice y muchos otros animes que tanto me gustan. Missa me seguía detrás, un poco menos emocionado que yo, con una canasta llena de figuras que se llevaría. Amber y Mafer estaban por otro lado también mirando todo lo que se podían comprar. 

Salimos de ahí con los bolsillos vacíos, las manos llenas de bolsas y el corazón lleno. 

Continuamos nuestro camino hablando tan animados por todas las tonteras que llevábamos hasta que nos encontramos en la esquina de una calle un cat café. La verdad ninguno entendió muy bien que hacíamos ahí, pero con solo entrar, luego de pagar la entrada, decidimos que había sido la mejor idea que hubiésemos podido tomar. 

Me sentía en el paraíso. Lleno de preciosos gatos por todos lados, muy bien cuidados y con la posibilidad de beber todo el café o té que se quisiera. Seguro que siendo gato, me habría sentido el rey del puto mundo. Atiéndanme esclavos. Amber, que era de las más entusiasmadas, me lanzó su cartera para que la sostuviera y así dirigir su completa atención a los animales. 

— ¿No son lindos? ¡Me los quiero llevar todos! —chilló Amber, extasiada de ternura por todos los gatitos que la rodeaban. Me reí al verla tan tierna—. Mafer, ¿puedo llevarme uno? 

— ¿Por qué me preguntas a mí? —se rió la mencionada—. No creo que sea buena idea. 

Yo, por mi lado, me puse a acariciar a los suaves gatitos que me miraban con cara de indignación por haberlos interrumpido. Entonces, vimos un gato de patas cortas y fue inevitable que nos riésemos de él. Aun así, se veía adorable. 

Un gato se me puso en la espalda y Missa tuvo que sacarmelo de encima dándole comida de los gachapón con chuches para michis. 

— ¿Tú no puedes saltar con esas patitas, eh? —se reía Missa del gato de patas cortitas, pero enseguida este dio un gran salto, muy inesperado, dejándolo de weón—. Me calló el hocico. 

Mientras, yo traté de alimentarlos, aunque habían unos más avispa'os que otros y no dejaban que todos comieran. Mafer y Amber se reían de las cosas que decía, pero lo que definitivamente no me dio risa, fue ver a Missa y Mafer tan cerquita dándole de comer a los gatos. El mismo pinchazo de inseguridad me molestó en la nuca y, aunque trataba de apaciguar mis celos con lo lindo que se ha portado Missael estos días y que tuvimos nuestra primera noche juntos, ver como se reían y llamaban "niños" a los gatos me molestó bastante. 

A pesar de todo, traté de seguir el día con calma, pasándomela bien y no cagándole el día al resto de mis amigos. 

Llegamos a una tienda en la que vendían muchas consolas retro, cartuchos, mandos, videojuegos de distintas épocas y no pude evitar volverme loco comprando cosas. Me llevé muchos yoshis de colores y una wii muy barata que estaba perfecta. 

Mientras grababa, vi como Mafer, Amber y Missa subían a un piso con muchas cosas curiosas. Como siempre, Japón siendo Japón, tenía un piso lleno de monas chinas chichonas, mangas +18, juguetes para adultos y muchas otros objetos para los que no tenía nada de ánimo de ponerme a ver. Siquiera me servía para el vídeo. De seguro Missa y Mafer habían subido para rememorar viejos tiempo haciendo cosas que me obligaba a quitar de mi mente. 

— Deja de pensar eso, Felipe. Ya basta —me dije a mi mismo mientras salíamos de allí y nos encaminábamos a un lugar donde cenar. 

Pero no ayudaba en nada ver a Missa delante de mi, conversando animadamente con Mafer, mostrándose las cosas que habían comprado.

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora