Capítulo 60

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Amber:

— Espera... —Phillip quedó en silencio, viendo a una muy segura y convencida María Fernanda frente a él, agarrándolo por los hombros—. ¡¿QUÉ?! 

Mafer suspiró pesadamente, quizá habiendo admitido algo que no quería decir y se alejó de él. De inmediato me acerqué a ella para contenerla. No teníamos nada planificado decir esto en un tiempo cercano. Nuestra relación llevaba poco de haber comenzado y, aunque aún no tenía nombre, estábamos saliendo. 

— ¿Están juntas? —preguntó, aunque era un cuestionamiento bastante absurdo después de lo dicho por Mafer—. ¿Desde cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? 

Como si de un momento a otro se le hubiera pasado todo lo anterior y el lío con el que venía hubiera pasado a segundo plano, Phillip se sentó sobre la cama con las piernas cruzadas, listo para escuchar lo que fuera que tuviésemos para decirle. Lo miré extrañada por su repentino cambio de actitud. Había llegado muerto de miedo, con ojos llorosos y muy inseguro después de haber dejado a Missa todo confundido. ¿Qué chucha, Felipe?

Miré a Mafer, dándole a entender que le contara hasta donde ella quisiera llegar. Ella se sentó junto a Phillip y comenzó a hablar, yo permanecí en una de las sillas para poder verlos a ambos. 

— Pues... hace varios meses que había dejado de ver a Amber como una amiga —comenzó a decir al tiempo que sus mejillas se iban tornando más y más rojas—. Nada pasó mientras estuve con Missa, pero me la pasaba demasiado bien con ella y teníamos largas conversaciones en las que... nos acercábamos más de la cuenta. No paraba de pensar en ella y en... lo bonita que es.

Mis mejillas enrojecieron inevitablemente al oírla piropearme de esa forma. Los recuerdos vinieron a mi en forma de flashbacks. Los tiempos en que pasábamos las dos en su casa, comiendo dulces, acurrucadas viendo orgullo y prejuicio, llorando por Darcy y Elizabeth. Desayunando juntas algunos días, cocinando y conviviendo otros como si ya fuésemos una pareja establecida de hace mucho tiempo. 

Recordaba como, el día en que ambos terminaron, Mafer llegó destruida conmigo y estuvo toda la noche llorando. Me dediqué a abrazarla, a cuidarla y estar para ella. Jamás intentamos que ocurriera nada fuera de una amiga consolando a la otra, pero hay veces en las que un corazón roto desencadena sentimientos por quien tienes al lado ayudándote y, por lo que ella había explicado, fue el momento en que dejó de mentirse y se entregó a lo que yo le hacía sentir. 

— Amber, muy linda ella, se quedó conmigo cuando estuve mal y fue ahí que, cuando habíamos dejado la relación con Missael, se me cruzó por el radar —me miró sonriendo. Se veía muy hermosa con los ojos brillantes y las mejillas rosadas—. Dejé de ocultar lo que mi corazón en realidad deseaba y bueno, fue inevitable que salieran a relucir todas estas emociones —irradiaba alegría y eso desencadenaba en mí una serie de reacciones que me hacían casi imposible el mantenerme sentada escuchándola, y no tomándola del rostro para besarla—. Y luego de muchas conversaciones y... otras cosas, comenzamos a salir. 

Vi como Phillip se encogía sobre si mismo, lo más probable es que se tratara de él sintiéndose avergonzado por los celos que tuvo luego de escuchar a Mafer hablar así de mí y buscarme con las manos para entrelazar nuestros dedos. 

— Ay, yo... lo siento, no quise que tuvieran que confesar algo así, si no querían —admitió, rascándose la nuca y mirando como un perrito callejero—. Perdóname, Mafer. 

— Está bien, Phillip, lo entiendo —respondió ella muy amablemente—. Pero entre Missael y yo no pasa ni pasará nada, él... tiene que explicarte qué es lo que siente por ti. ¡Conmigo se demoró mucho tiempo! Así que, sé paciente. 

Se rio y fue inevitable acompañar su risa. Me acerqué a ella para abrazarla y se dejó sin problema, apoyándose contra mi para que mis brazos pudieran rodearla más cómodamente. 

— Tengo que ir a hablar con él... 

— Sí, debes —respondí, muy convencida de lo que hablaba—. De seguro dejaste al Missa todo confundido por venir acá —con su puro gesto supe que tenía razón—. Tienes que preguntarle qué son, no creo que huya... ¿o sí? 

— ¿Y si lo hace? ¿Qué pasa si cuando le pregunte qué somos teme y se va o hace un chiste? No se si mi corazón pueda con ello. 

— Mira —añadió Mafer, acomodándose más en la cama para mirar a Phillip—. Con Missael tuve que ser yo quien le pidiera que anduviera conmigo, él jamás iba a arriesgarse de esa manera —decía ella muy seriamente. Vi como Phillip tragaba con fuerza—, pero contigo, se lanzó del bote al agua fría sin mirar que había debajo. 

Dijo ella como quien cuenta la historia del protagonista más enamorado. Mafer hablaba muy bonito. Me encanta escucharla, más cuando dirige esas palabras hacia mí. Es muy buena para piropearme y lo hace de una forma muy objetiva, con detalles que solo ella podía notar. Es preciosa y me tiene perdida. 

— Si deseas, puedes quedarte con nosotras aquí en el cuarto, pero mañana debes hablar con Missa —dije tratando de ser amable. 

— No, está bien —se puso de pie. Se le veía decaído—. Tengo que ir y dejarlo tranquilo, no quiero que esté dándole vueltas... como lo haría yo —se encaminó a la puerta, manteniendo la cabeza agacha—. Gracias por ayudarme, discúlpenme por ponerme tan... intenso y, les deseo lo mejor en su relación. 

Nos dio una sonrisa muy genuina como solo a él le salían antes de salir del cuarto. El ambiente quedó cargado de duda. Ambas nos quedamos queriendo saber que ocurriría con esos dos. 

Mafer se puso de pie, agarrando nuevamente sus cosas para irse a bañar como tenía pensado antes de la llegada de Phillip. Yo la miré ordenar todo con los ojos muy grandes, sabía que ella estaba por decir algo más.  

— Ay, que complicados son estos hombres, ¿no? —dijo entre risitas—. Nosotras nos dijimos que estábamos interesadas y... ¡ya! Tan sencillo. 

Me reí por lo que decía y era bastante real. Partiendo por Phillip dudosos sobre lo que sentía, después que se da cuenta, le dice a Missa y él descubre que siente algo. Hasta ahora, todo había sido más doloroso de lo que debió ser desde un principio. 

— Bueno, nada que hacerle —respondí alzando los hombros—. Ahora, lo importante... ¿me dejarás bañarme contigo? 

— Claro que sí, preciosa —dijo y mi corazón latió desenfrenado al verla sonreír y caminar al baño con coquetería—, pero apúrate o lo haré sin ti. 

Me levanté muy rápido para agarrar una toalla y correr hacia el cuarto de baño. 



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Hola a todos! Tanto tiempo, no? Supongo que se debe al nuevo semestre académico y la vida real consumiéndome. 

Igual, no se preocupen, aquí seguimos para saber más de esta historia y en qué desencadenará todo esto. 

Ya se viene, señoras y señores, el capítulo revelación. ¿Qué dirá phillip? ¿Missa por fin confesará lo que siente? ¿Serán capaces de sobrellevar las inseguridades de Felipe? Todo eso y mucho más, lo iremos descubriendo en las siguientes entregas. 

Que gusto que sigan aquí! Los quiero mucho. 


Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora