Capítulo 8

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Atención, contenido +18 

Phillip: 

Almorcé en compañía de mi mejor amiga y de sus tantos regaños por descuidar mi salud, por no comer a mis horas y no preocuparme. Yo asentía mientras me llenaba de tallarines la boca. Estaba tan hambriento que ignoraba un poco lo dicho por Ámber, aunque sabía que ella tenía razón y estaba descuidándome. 

— Tienes que estar sano para el viaje, no querrás que el Missa te reciba todo desnutrido —me decía tomando mi mano, en serio estaba preocupada. Ya me había visto excesivamente delgado en otras ocasiones y no quería que algo así volviera a sucederme. 

— Está bien, no te preocupes, comeré bien —le dije prestándole toda mi atención— Te lo prometo. 

Esta vez logró quedarse más tranquila y pudimos conversar como de costumbre. Ella estaba igual de entusiasmada que yo con el viaje. Tenía muchas ganas de recorrer, de conocer y de pasarla bien con sus amigos. Sabía que ella y Mafer eran buenas amigas. Yo compartía esas ganas de que ya llegara el momento. 

Conversamos durante un rato hasta que decidió que era muy tarde y debía irse, por lo que nos despedimos y se fue. Amber me conocía demasiado, sabía que ella venía a verme durante un rato para asegurarse que yo estuviera bien, que estuviera comiendo, que fuera productivo y no me pasara todo el día en cama. 

Hubo una temporada de mi vida que fue demasiado triste, que no me podía parar de la cama y que no quería que se repitiera, ella ayudaba con eso. Y le estaba eternamente agradecido. Después de asegurarse que había comido, le di café y un pastelito que tenía guardado y continuamos conversando. Estuvimos bastante rato hasta que fue necesario encender la luz. 

— Ya me voy Felipe, es tarde —Amber se puso de pie y fue a tomar sus cosas para irse. Me despedí dándole un fuerte abrazo y pidiéndole que me avisara cuando llegara a su casa. 

Una vez se fue, recogí la mesa, lavé los platos y ya se me habían hecho las diez de la noche. No era tan tarde como para dormirme, pero si era bastante tarde como para haber almorzado hace poco. Mañana si que si ordenaría mis horarios de comida. 

Me había quedado sin cosas que hacer, ya tenía la mayoría de mis comisiones listas o avanzadas, y los videos que me quedaban por editar los estaría trabajando los días que me quedaban de esta semana. 

Subí de todas formas y me puse a ver vídeos de YouTube, vi alguna serie que me aburrió al rato y volví a la misma situación de no saber que hacer. Inclusive pensé en ponerme a leer alguna cosa pero nada me motivaba lo suficiente. Fue cuando una idea apareció en mi cabeza, una que hacía mucho tiempo que no tenía pero que ahora mismo me parecía increíblemente tentadora 

Hoy tenía muchas ganas de tocarme. Increíblemente, hace demasiado que no hacía algo así. Me había rehusado a pensar en algo así después de lo que había imaginado en la ducha y que implicaba a quien jamás debió aparecer en pensamientos así. Jamás había imaginado algo así con un hombre y que fuera mi mejor amigo me había puesto aún peor, pero no podía estar todo el tiempo criticándome por algo así. 

Estaba seguro que a los demás también les pasaba cosas así. 

Pero me decidí a complacer un poco de las ganas que tenía y sentarme frente a la pantalla del computador esta vez con otras intenciones. 

Abrí una página incógnita, busqué algo al azar y me llevó a una página cualquiera. Estaba lleno de aquellos anuncios típicos de las páginas para adultos. Vagué por los vídeos sin encontrar nada que me llamara la atención, nada que me pusiera de verdad. Hasta que un vídeo que jamás debió prenderme hizo que mi mouse se dirigiera a darle click. 

Jamás había visto porno gay. Jamás pensé que sería algo que experimentaría en estas circunstancias, más bien creí que sería algún reto absurdo que me darían mis amigos. Pero aquí estaba, por darle play al vídeo y tocarme con él. 

— ¿En serio voy a ver esto? —mi respiración comenzó a agitarse de inmediato. El morbo me estaba matando, quizá por sentirlo como si fuera algo malo, como si estuviera haciendo mal. 

Mi miembro, de tan solo ver la portada, pedía atención inmediata. Sí, definitivamente iba a hacerlo y no me sentiría mal por ello, solo eran mis ganas halando. Reproduje el video tragándome la vergüenza y el orgullo y dejándome llevar por aquel. Que aquello me gustara no tenía porque significar nada en absoluto. Solo estaba caliente y quería liberar a mi cuerpo de esto. 

El vídeo comenzó igual que cualquier otro, con una trama absurda que nadie veía y todos se saltaban para llegar a lo bueno. Yo también me salté la introducción. Quería saciarme YA. 

Había un chico más delgado y bajito y otro jodidamente mamado. Ese tipo tenía el miembro más grande que yo hubiese visto. Sentí mis mejillas arder, mi boca se llenó de saliva, el calor me recorrió completo y mi mano bajó al instante. Comencé a darme placer mirando el vídeo, un placer rápido y seguro. Mi mano libre recorrió mi torso, me atrapé el cuello y tiré mi cabeza hacía atrás sin perder de vista a los dos protagonistas del vídeo. 

El más bajito le daba placer con la boca al otro y fue en aquel momento que me pregunté que se sentiría hacerle algo así a un hombre. Al tiempo que en mi mente se formaba aquella pregunta, que realmente no me desagradaba del todo, se me vino la imagen de Missael. De él sentado de la forma en la que estaba el mas alto y yo arrodillado frente a él. Inclusive llegué a imaginar algún gesto que podría este hacer y, tal como en el vídeo, como Missa me agarraría del cabello con desesperación. 

Paré inmediatamente todo lo que estaba haciendo. 

— ¿Qué clase de weas... estoy pensando? —me dije a mi mismo. Sumido en una profunda vergüenza, caliente y confundido decidí cerrar el video—. Tengo que dejar de imaginar estas weas por la chucha. 

Fui al baño a lavarme las manos, me lavé también los dientes, me puse el pijama y me lancé a la cama para tratar de dormirme lo antes posible. 

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora