Capítulo 46

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Phillip: 

ESTABA MURIÉNDOME POR DENTRO. 

Si antes de solo pensar en que Missa pudiese decirme algo como "guapo" o "bonito" era suficiente para hacerme derretir, que dijera esa clase de cosas me tenía en un estado constante de alerta. Cada maldita célula de mi cuerpo reaccionaba a lo que decía, cada zona se encendía y cada parte necesitaba más. 

— Ay dios, no sé que estoy diciendo —dijo entonces, muy avergonzado. Se puso las manos sobre las mejillas y se rio de forma nerviosa. Que hombre tan guapo, por la chucha—. Olvida eso. 

— ¡Claro que no! —dije. Muy a mi pesar, no quería que dejase hablar. Las sensaciones, aunque vergonzosas, resultaban magníficas. Y sí, estaba poniéndome caliente, no podía evitarlo—. Sigue hablando... 

— Phillip, no puedo, es muy vergonzoso —su respiración estaba entrecortada, respiraba irregular y demasiado cerca del micrófono. No me molestaba en lo absoluto. De hecho, el solo oírlo de aquella manera me hacía sentir correspondido.

— Por favor... —cerré los ojos. No me importaba que me pudiese ver en cámara, estaba más excitado de lo que alguna vez estuve con cualquier otra persona. Y Missa no podía tocarme. 

Hubo un silencio que no supe como interpretar. Estuve por abrir los ojos y dejar de lado todo lo que estaba pensando en aquel momento hasta que logré escuchar como jadeaba, muy bajito. 

— Felipe, quiero tenerte aquí para hacerte mío, ¿hay problemas con eso? —susurró, y la respiración se me atoró en la garganta. Pensé que en cualquier momento me desmayaría de solo oírlo. Me mordí el labio con fuerza al sentir el palpitar en mi zona baja cada vez más fuerte—. No jadees así, chingada madre. 

— ¿Y cómo no hacerlo? —mi respuesta fue inevitable. Esto estaba yendo más lejos de lo que pensé alguna vez, por lo que abrí los ojos y apagué mi cámara, pude ver su rostro confuso—. Así está mejor... da menos vergüenza. 

Vi como de igual forma apagaba su cámara y me sentí con un poco más de valentía de pedirle que dijese cosas. Tal vez esto llegaría a un nivel superior y sería extraño, jamás había hecho esto con alguien. ¿Enviar mensajes? Sí. ¿Audios? Alguna vez. ¿Llamadas? Nunca. Me tenía tan nervioso como a la par de caliente. 

— ¿Te-Te gustó la imagen que te di de mí usando el traje? —fue cuando por fin pude soltar lo que me tenía guardado hace un rato. Había visto perfectamente lo mucho que le había gustado cuando le mencioné el uso de un disfraz. A pesar de mi tartamudeo, yo estaba encantado de ver su reacción y, porqué no, estaría feliz de complacerlo.

— Si sigues... tendré que ir a darme una larga ducha fría. 

Su voz estaba entrecortada. El imaginarme como estaría era suficiente para hacer que todo mi ser se encendiera. Mi erección ya no se podía ocultar. Estaba por llevar esto a un nivel más allá, pero que fuese solo yo quien estuviese haciendo aquello, me daba demasiada vergüenza. 

— Pero... puedes quitarte las ganas aquí... co-conmigo —propuse de una forma vergonzosa, estaba muriéndome por dentro de saber su respuesta. Quizá me tomaría como un pervertido y me sentiría como un rarito. 

— ¿Me estás diciendo que...? Oh... ¡OH! —dijo él, y a pesar de la vergüenza no pude evitar reír. Éramos unos tontos, explorando conocernos de una forma muy distinta, pero eso no nos hacía dejar de ser nosotros—. Pili, es una propuesta muy... intensa.

— ¡Perdón, perdón! No quería incomodarte, no tienes que hacer nada que no quieras —soy un imbécil, ¿Cómo había sido tan tonto de proponerle algo así? Estaba acercándome hacia el límite de lo que podía ser. Y él no respondía, en serio la había cagado. 

— Sí quiero hacerlo. 

Su respuesta me tomó por sorpresa. Le había salido en un hilito de voz lleno de vergüenza. El escalofrío me recorrió por todo el cuerpo, subiendo hacia mi nuca y haciéndome soltar un suspiro que esperaba que no se hubiese escuchado en el micrófono. 

— ¿Có-cómo lo hacemos? —oí que decía en voz bajita, de seguro estaba igual de avergonzado que yo. 

— Bueno... podrías seguir diciendo esas cosas que decías antes —que la cámara estuviese apagada ayudaba mucho a dejarme llevar, quizá no sería capaz de decirle ese tipo de cosas estando él en cámara y mucho menos teniéndolo en frente. Lo más probable es que me desmayase frente a él con que solo me dijera "ven aquí". 

Estaba muy nervioso, no sabía con que tipo de cosas me saldría, porque con Missa nunca se sabe. 

— ¿Quieres que siga diciéndote lo mucho que te extraño y... te deseo? —me mordí los labios al escucharlo. Me acomodé en la silla dispuesto a que pasara lo que tuviese que pasar—. Phillip, me encantaría tenerte a mi lado ahora mismo. 

— A mi me encantaría estar encima de ti —cerré los ojos fuertemente, tragándome la vergüenza de decirle lo que verdaderamente sentía—. Me gustaría devolverte el favor de lo que me hiciste la otra vez —lo oí jadear, muy suavecito, pero fue suficiente para saber que iba por buen camino y que debía continuar diciéndole más cosas para oír mucho más—, ojalá poder tocarte igual para hacerte sentir excitado. 

— Ay~ Feli... continúa hablando, quiero oír más —noté como cambiaba su voz, se volvía más gruesa de la excitación y oía sonidos que me estaban haciendo sentir mucho. Comencé a encaminar mi mano a través de mi pecho hasta la parte baja, rozando de una forma que me hacía sentir muy bien. 

— Si estuviera ahí contigo me gustaría ponerme frente a ti de rodillas. 

El gemido que vino de su parte hizo que cada parte de mi cuerpo lo pidiera. Metí mi mano debajo de mi pantalón para poder seguir tocándome mejor. Necesitaba quitarme todo y disfrutar a gusto, asique no me contuve, comenzando a retirarme la parte baja de la ropa. Me sentía expuesto y vulnerable, pero no quitaba lo bien que me sentía haciendo lo que estaba haciendo. 

— Imaginarte de esa forma es... muy excitante —cada vez lo escuchaba más y más suelto, dispuesto a dejarse llevar. Eso me hacía muy feliz y me ayudaba a relajarme para continuar—. No puedo creer que me esté tocando por ti... jamás pensé que esto pudiese pasar... pero se siente tan... TAN bien. 

Ya no era solo un roce, ahora mi mano subía y bajaba a lo largo de mi miembro. Los jadeos eran cada vez más notables, más fuertes y pasando a ser gemidos de vez en cuando. Sabía que se oían del otro lado de la llamada, saber que Missa estaba escuchando y que eso lo ponía tanto como para tocarse era lo que me traía completamente loco. 

También lo oía soltar quejidos de placer, lo que me ponía a cada segundo un poco más. La vergüenza ya había pasado a segundo plano y ahora lo bien que estaba pasándola era todo lo que me importaba. 


Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora