Missa:
Mafer se fue luego de pasarnos un par de horas conversando y ordenando sus cosas para que se los llevara de forma definitiva a su casa. Cuando ella se fue, el sabor agridulce se quedó en mi boca, más aún cuando vi mi clóset con espacios vacíos. Había terminado de forma definitiva y, aunque seguía siendo doloroso, era muy liberador.
Revisé mi teléfono para comprobar si había un mensaje de Phillip. Esperaba que no siguiera molesto, porque en serio me había dado cuenta de lo mucho que quería estar con él como para que pensara cosas que no son por mi actitud tan pendeja.
Al leer sus mensajes pude comprender del todo porqué se había enojado, a pesar de que ya lo sabía. Él quería comenzar a avanzar en lo que tenemos y eso me ponía muy nervioso. Habían pasado años desde que las emociones de un nuevo amor aparecían y había perdido toda la costumbre de volver a coquetear con alguien. La época de los nervios y la vergüenza era bella, pero no le quitaba lo incómodo que podía ser, más aún con alguien con quien siempre tuviste una relación de amistad.
Pasar de amigos a algo más era extraño.
Missa: Sé que querías hablar de esas cosas, solo que me dan muchos nervios y trato de huir.
Missa: ¡En serio quiero vivir contigo esas experiencias!
Missa: Y si, estaría chido ponernos a jugar alguna pendejada para pasar el rato. Te extraño.
No me quitaba la vergüenza de encima luego de decir ese tipo de cosas, pero valía totalmente la pena si le gustaba a mi Pili. De inmediato recibí respuesta.
Phillip: Lo sé, te conozco bien weón. No des más explicaciones.
Phillip: En 15 mins en ds?
Estaba perfecto. Ya me había desocupado de mis deberes del día, así que estaba listo para ir a patear culos a cualquier juego que Phillip quisiera.
A medida que el tiempo pasaba, comenzaba a ponerme más y más nervioso. Eso no solía pasarme, pero saber que era con Phillip la persona con quien iba a hablar me tenía ansioso y entusiasmado. Las manos me sudaban y el corazón me latía rapidísimo. No podía quitar la sonrisa tonta de mi cara y esperaba que el tiempo pasara más rápido.
Me asusté cuando la notificación de llamada entró en el discord. Era él. Salté de mi silla cuando lo noté para poder contestar lo más rápido posible, si que parecía desesperado.
— ¡Missa! Que alegría, tenía muchas ganas de hablar —decía él. Estaba tan tranquilo como siempre y parecía que todo fuese igual que antes de que todo cambiase—. Vengo con toda la intención de jugar valorito, ¿vienes?
— Hola Pili —respondí tratando de que fuese con el mismo entusiasmo con el que él había llegado—. Puta madre Phillip. Tú y tu chingado valorant —me quejé, aunque era más por molestarlo que otra cosa.
— ¡Ay weón, si quieres no juegues po'! ¡Juego solo! —me carcajee muy fuerte al oírlo indignado y teclear muy molesto.
— ¡No! No andes fregando. Juguemos.
A pesar de que no era muy bueno en el juego, pasarla con Phillip haciendo tonterías por el mapa, riéndonos con cualquier pendejada que se nos ocurriera o trolleando a los aliados de vez en cuando era lo más entretenido del mundo. No importaba que estuviésemos haciendo, era motivo suficiente para reírnos y estar en nuestro mundo.
El tiempo con él se hacía tan corto, pasaban las horas y no me daba cuenta. No pude notar el que momento en que se hacía de noche hasta que me dio hambre y, aún así, continuamos en nuestras conversaciones de cualquier estupidez mientras cenábamos. Era agradable tener su compañía aunque fuese de forma virtual.
— Uy, extraño caleta tu comida weón, es que cocinas super rico —su comentario me halagaba muchísimo, me daban muchas más ganas de seguir aprendiendo para prepararle cosas que le gustasen.
— Yo extraño tener a un pendejo dando vueltas por la casa ordenando todo... al menos la casa se veía bonita —respondí sin aguantarme las ganas de reírme al ver su rostro en cámara—. Mentira, mi Pili, si yo te extraño completo —dije alargando la palabra "mentira". Decirlo de forma graciosa me evitaba pasar por demasiada vergüenza y mantenía feliz a Phillip—. Aunque no niego que me gustaba mucho tener la ropa planchada.
— Tsha, puro me extrañas como un sirviente. Yo también te quiero Missael —dijo. Seguía haciéndose el ofendido, comiendo su comida con el cejo fruncido—. Solo me utilizan.
— ¡Tu extrañas que te cocine, pendejo, estamos igual! —le discutí. Él quedó sin decir más, aunque trató de debatirme—. ¿Lo ves? No mames.
Nos quedamos unos segundos en silencio luego de nuestra "discusión" tan pendeja, hasta que lo vi sonreír de costado de una forma que me dio mucha curiosidad. ¿Qué chingados estaba pensando?
— Es que no puedo con tu desorden. Por lo que veo, a la otra me voy a llevar un traje de mucama para ponerme a hacer aseo.
No pude evitar que todo mi rostro se volviera rojo ante esa imagen mental. Lo había hecho con malicia el maldito. El tiempo que Phillip había estado en mi casa, no había día en que no se pusiera a ordenar cosas, inclusive de mi cuarto. Había días en los que me planchaba la ropa y luego la guardaba por color. Pero, el pensar en Felipe haciendo eso mismo, disfrazado de Maid, dando vueltas por mi casa...
¡¿Qué chingados hacía yo ahora con la erección que comenzaba a aparecer?!
Me quedé en silencio, mordiéndome el labio inferior, muy avergonzado porque aquello me hubiese causado tanto. Era solo una imagen mental que había surgido de una broma.
— ¿Te dio vergüencita, Missoki? —murmuró, sonriendo de lado. Su tono coqueto fue suficiente para hacer que un escalofrío me recorriera toda la columna. Era extraño, muy extraño el sentimiento que me daba al tener este tipo de conversaciones con quien siempre fue mi amigo y que me estuviera haciendo sentir tanto—. Ya veo que clase de cosas te gustan.
— Al chile, si quiero verte ordenar mi casa con trajecito de Maid. Mi cuarto para ser específico —aquella frase salió más rápido que mis propios pensamientos. No fui capaz de procesar lo atrevida que era mi propuesta hasta luego de que la había dicho. No me iba a retractar, de todas formas—. No me molestaría si estuvieras desnudo tampoco.
«¿DE DÓNDE CHINGADOS HABÍA SACADO EL CORAJE PARA DECIR ALGO ASÍ?» La verdad era que no podía explicarlo, pero al ver el rostro sonrojado y apenado de Phillip, valía completamente la pena decir ese tipo de cosas. Quería decírselas una y otra vez con tal de ver esa cara que lucía maravillosa. Hasta las orejas las tenía rojas, había abierto grandes los ojos al escuchar lo dicho y se había cubierto la boca, evitando ver a la cámara.
— ¿Qué pasó Feli? ¿Te dio vergüencita? —le devolví su frase con malicia, sonriendo de una forma que nunca había visto en mí. A pesar de todo, el calor de mi rostro no se iba y, poco a poco, iba inundando cada zona de mi cuerpo. Ocasionando una excitación cabrona que estaba molestándome.
— Que... atrevido, no pensé que podrías decirme ese tipo de cosas —tartamudeaba, pero no parecía incómodo, más bien parecía entregado a que le siguiese diciendo más. La verdad, yo estaba muy contento de seguir poniéndolo de esa manera. Es tan lindo... y con esas mejillitas sonrosadas... UF—. No me molestaría hacer lo que me pides si te hace feliz... no sería la primera vez en vestirme de maid.
Abrí los ojos al recordar lo cierto que era eso. Había visto varias fotos de Phillip usando uno de esos trajes para una colab con alguna marca, inclusive recordaba haberlo visto con las medias puestas. En su momento también recordaba haberme avergonzado un poco y puesto rojo, pero más me había dado risa que otra cosa. Ahora, el deseo era mucho mayor que todo eso. ¡Es que el muy joto se había puesto hasta la liga en los muslos!
— Ay Phillip... —suspiré sin pensar, cubriéndome la cara y escondiéndola lo más que pude del rango de la cámara—. No puedes hacerme recordar eso si estás tan pinche lejos.
— Y tu no suspires de esa forma que tampoco ayuda...
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Quédate un momento más y ya | Mr. Phissa
FanfictionLa distancia puede ser el protagonista de tantas historias de amor como personas hay en este mundo. Si la distancia fuera un impedimento, las cosas jamás habrían funcionado. Y si la distancia no existiera jamás me habría enamorado de ti de la forma...