Capítulo 41

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Missa:

Los días sin él se hicieron muy solitarios. Era obvio que la comunicación seguía estando, pero Phillip debía estar ahí para cuidar de su madre en su estancia en el hospital y yo no quería molestarle de ninguna manera, por lo que decidía no hablarle la cantidad de tiempo que en realidad me gustaría.

Me la solía pasar, como siempre, editando y grabando para futuros vídeos. O comprando estupideces en mi tiempo libre que luego olvidaría y dejaría de lado hasta recordar que las tenía para un vídeo. También pasaba mucho más tiempo con Rola y mis amigos.

Aun así, la soledad era una cosa a la que en realidad, solía estar acostumbrado, pero la constante presencia de Mafer por la casa me había quitado aquello. Ahora, sabiendo que ya no estaría más, era difícil de afrontar. Pensé que tendría mucho más tiempo con Phillip rondando por aquí para ayudarme a superar esto.

Lo peor, en definitiva, era lo fría que estaba la cama al ir a dormirme todas las noches. No se podía decir que durmiera con ella cada día, pero solía quedarse conmigo gran cantidad de días y no era extraño entrar al cuarto y encontrarla en la cama, con pijama y jugando al Nintendo. Además, sus cosas seguían allí, ocupando parte de mi clóset y, por ende, de mi corazón. Ella jamás saldría de allí, no después de estar conmigo y levantarme cada vez que la necesitaba.

Ver sobre la mesa de noche cosas que ella solía ocupar con frecuencia, como sus cremas o su perfume favorito dolía. Comenzaba a recordar...

"— Missael, levántate, debes grabar decía ella mientras abría la cortina de mi habitación. Llevaba al menos cinco días sin salir para más que cosas esenciales como ir al baño o comer; aunque no comía tanto como debería. No puedes quedarte en cama toda la vida.

 ¿Viste los comentarios? Dicen que he bajado la calidad... me puse una almohada sobre la cara para esconderme de la luz que entraba a la tan oscura habitación— ¡Estuve semanas editando ese vídeo!

Sentí como se sentaba junto a mi y me quitaba la almohada. Cerré los ojos con fuerza.

 Fueron solo algunos los que pensaron eso respondía ella con dulzura. Yo creo que es muy chingón.

 No lo soy... abrí los ojos suavemente y me encontré con su mirada dulce. ¿Cómo podía decirle a esa mujer las muchas inseguridades que pasaban por mi cabeza y llevarle la contrario? Ella tenía la fe puesta en mí. Está bien, me levantaré.

 Más te vale, Missael.

A pesar de su decir, me sonrió y dio una caricia en la cabeza antes de irse. Mientras me vestía, podía oler la comida siendo preparada en mi cocina y su música favorita puesta a volumen alto. También la oía cantar"

Ya no la oiría cantar.
Me envolví con las sábanas y me mantuve encerrado en esa pequeña burbuja en la que nada ocurría. Estaba solo, pero por decisión, no porque hubiese terminado con mi novia y el hombre que me tenía embelesado se hubiese ido a su país. Tenía ganas de llorar.

Recordaba nuestros planes, todas las ideas que teníamos para irnos a vivir juntos en algún momento, en un lugar bonito, que nos gustara a ambos. Tener mascotas y quizá, cuando el tiempo se nos diera, tener hijos. No era algo que a lo que yo le diese muchas vueltas, pero ella... Ella esperaba con emoción el momento en que le dijera que se mudara conmigo. Sigo sin poder explicarme porqué jamás se lo pedí.

Quizá era porque siempre tenía la casa llena de cajas y mierdas por todos lados. Quizá porque me gustaba la idea de poder estar solo cuando ella saliera o se fuera a su propia casa o tal vez... Una parte de mi sabía que tenía sentimientos encontrados con Felipe. Eso me aterraba aún más porque, de ser así, había huido más tiempo del pensado de mis emociones.

Quien sabe en qué momento acabé por dormirme, porque en el instante en que abrí los ojos, no había nada más que luz de luna iluminando el cuarto. Había dormido toda la chingada tarde y no había comido nada; la verdad, no era algo que me importara demasiado.

Bajé al momento para servirme aunque fuese una taza de café. Mientras miraba el líquido negro en la taza, pensaba en línea difícil que sería mantener una relación a distancia.

— ¿En serio me estoy planteando tener una relación con Phillip? —mis mejillas se tiñeron de rojo al instante—. ¡Por supuesto que sí! —grité al aire, molesto conmigo mismo por siquiera dudarlo—. Él ya no es sólo mi amigo... Es más... Mucho más.

Sonreí por inercia al pensar en la última vez que disfrutamos de nuestra compañía de una forma íntima. Y también me avergoncé al recordar aquella noche en la que habíamos llegado varios pasos más allá en esto que estábamos sintiendo, aquello que me hizo entender que él era, ahora, mi nuevo sentir.

Volví al cuarto a lanzarme de forma violenta contra la cama, mirando el techo pensando en todo lo que sucedía. ¿Podría sacar a María Fernanda de mi corazón en algún momento? No estaba seguro de la respuesta. ¿Podría Phillip volverme tan loco por él como para presentarlo al mundo como mi novio? Tampoco era capaz de responder aquello.

Pero, ¿Qué es lo que siento por Felipe?

Aun no le había dado nombre a este sentimiento. Lo mantenía todo de una forma tan ambigua que dolía, quizá el darle una etiqueta haría que todo fuera aun más real y me aterraba.

Cuando todo eso ocurría, cuando el lío en mi cabeza se enredaba más y más, sonó mi teléfono, anunciando una llamada.

— ¿Bueno? —contesté sin mirar de quien se trataba.

— ¿Aló? ¿Missa?

Su voz se sintió como una brisa de aire fresco. Inundó mis pulmones al instante en que reconocí aquel acento tan característico. Sonreí sin poder evitarlo.

— Phillip... —murmuré su nombre casi sin creerme que él llamara— ¿Co-Como estás?

Me sentí un pendejo al tartamudear. Estaba tan nervioso, como si mi crush de toda la vida por fin me estuviese prestando atención luego de haberlo amado en secreto por años. Estaba atontado.

— Bien, mi madre ha estado recuperándose de a poco y papá ya puede quedarse en casa sin estarme llamando a cada rato —decía de forma tranquila. De fondo, oía varios clicks frenéticos, lo más probable es que se encontrase editando algo para sus canales—. ¿Tu como estás?

— ... Bien —me demoré en responder más de lo debido para que no sospechara nada—. Hay un poco de silencio ahora en la casa pero... Bien.

Él no parecía seguro de responder, solo escuchaba sus clicks. Temí haber dicho algo que pudiera mal interpretarse, pero creía haberlo dicho todo bien. Las inseguridades estaban haciendo estragos en mi cabeza.

— Será difícil estar sin ella, ¿no?

Su pregunta me tomó por sorpresa. Claro que lo sería, uno no olvida así como así a alguien, menos a quien fue tan importante como Mafer fue (y es) para mí. Pero eso no quitaba que ya había tomado una decisión; había roto con ella para estar con Phillip. Nadie quitaría los sentimientos que tengo por él (a excepción de él mismo).

— Sí, será difícil estar solo.

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora