Capítulo 55

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Phillip: 

Sus palabras me dejaron boquiabierto. Estaba perdido viendo lo guapo que se veía desde abajo y como sus ojos parecían brillar al observarme. La idea de que él sintiese lo que a mi me tenía deslumbrado era maravillosa. ¿Podía él llegar a amarme? ¿Podía él sentir de la forma en la que lo siento? Yo lo había amado primero y eso nadie podía quitármelo, pero la idea de que él se enamorara hasta superar mi sentir se sentía tan lejano. 

¿Amado? 

Sí, amado.

— Quieres... ¿quieres que lo intentemos? —cuestioné, tocando sus brazos con timidez. ¿Desde cuando me sentía tan señorita? Cada vez que él hacía algún movimiento o decía algo cursi, lograba hacerme sentir una princesa tonta y enamorada. ¡Por favor, no es la primera vez que me enamoro! 

¿O sí? 

— Ajá... —dijo, algo dubitativo—. Podríamos ver algún vídeo explicativo, teoría o algo. 

— ¿Quieres ver porno conmigo, Missa? —me fue inevitable lanzar ese comentario zagas. Él, a pesar de la vergüenza, se largó a reír mientras dejaba caer su peso sobre mi cuerpo. Lo abracé con cariño, acariciando su cabello—. Tal vez me ponga un poco celoso si te pones... caliente con alguien más. 

— ¿Ah sí? —respondió, acomodándose para mirarme fijamente—. Que celoso Felipe —tenía su típica sonrisa de cuando trataba de parecer coqueto. Ese gesto siempre me hacía reír—. Tal vez yo deba ponerme celoso de cuando unos repartidores te dan su número —continuó y yo abrí la boca, genuinamente sorprendido de que se acordase de ese acontecimiento. Ni yo recordaba la vez en que el repartidor de comida me coqueteó—, o quizá marque territorio cuando haya meseros chingando cerca de ti. 

Me tapé la cara con las manos mientras me reía con fuerza. Él estaba realmente molesto por esas situaciones, y eso que cuando habían ocurrido no había demostrado nada de nada. Esas declaraciones me hicieron sentir bien, aun cuando no estaba seguro si debían hacerme sentir así. 

— Ya, entendí... entendí —dije, mientras sentía como se levantaba, alejándose de mí. Temí que se hubiese molestado en serio, pero al verlo, se estaba quitando la chaqueta de cuero, dejándose solo la camiseta—. Que ansioso, Missancio. 

Se relamió los labios con gesto coqueto. Tragué en seco, comenzaba a ponerse seria la situación. Se sentó a los pies de la cama y se puso a teclear quien sabe qué en el celular. Parecía que escribía y borraba, escribía y volvía a borrar. Me acerqué a él para ver que hacía. 

En su buscador de página incógnita salía la frase "como hacerlo con" sin nada más. Mis mejillas ardieron enseguida al ver la situación, y pude ver de reojo como no era el único que se comenzaba a avergonzar con todo. 

— ¿Co-Cómo lo busco? —preguntó, mirándome con ojitos de perrito regañado. 

Yo también dudé, quedando en blanco frente al buscador, tembloroso por lo que queríamos averiguar. Supuse que lo mejor sería "como tener relaciones entre dos hombre" o cosas de ese estilo, pero no fui capaz de decírselo a Missa, quien seguía con el celular en las manos, sin saber que poner. 

Al final, colocó algo parecido a lo que yo tenía en mente y salieron varias páginas de revistas, otras de empresas de preservativos o tiendas de juguetes para adultos. Nos miramos como entrados en pánico, sin saber donde meternos. Missa hizo clic en la primera web, que nos mostró una serie de cosas a tener en cuenta. Varias de ellas muy obvias, otras curiosas y algunas que nos hicieron avergonzar más. 

Leímos muchas cosas de hartos sitios distintos, que nos advertían lo diferente que podría sentirse de estar con una mujer o recalcaban la importancia de hablar con tu pareja sobre el placer contrario. Todo se resumía en "comunícate, usa lubricante y disfruta". 

— Muy bien, creo que me siento más preparado —dije, tratando de creerme el cuento para que la vergüenza no nos impidiera disfrutar de lo que ocurriría. 

— ¿En serio? Yo creo que voy a tener un ataque —respondió, dejando el celular de lado antes de desordenarse el cabello.

— No te preocupes, cariño —puse una mano sobre su rodilla y traté de que me mirase—. Todo saldrá bien y si no, bueno... seguiremos practicando. 

Desvié la mirada, nervioso por la propuesta, pero sirvió para ayudarlo. Vi como sonreía y se acercaba para besarme. 

— Okey... ¿quieres que veamos algún... vídeo educativo? —dijo, sin despegar del todo sus labios de los míos. No podíamos dejar de sonreír. 

— Missael... 

— Yo solo digo. 

Comenzó a tirarme hacia atrás en la cama, sin dejar de besarme. Lo agarré por la nuca para evitar que se fuera. Sentir su cuerpo sobre el mío nunca dejaba de extasiarme. Hacíamos sonidos demasiado pervertidos al separar nuestros labios y las respiraciones poco a poco aumentaban su ritmo e intensidad. 

— La página decía que... de no estar muy cómodo podíamos bañarnos antes de —comencé a decir, tratando de que Missa no siguiera besándome—. Iré a hacer eso, ¿sí? 

— Está bien, pastelito —respondió. No dejaba de mirarme y eso me tenía muy nervioso—. Yo compraré... las otras cosas que nos faltan. 

Levanté una ceja, sin entender muy bien a que se refería. Hasta que me di cuenta y el nerviosismo regresó. Asentí, le di un último beso antes de correr hacia el baño para darme una buena ducha. Me sentí encerrado, un poco preso del pánico por lo que podía resultar de ahí. Teníamos todo muy claro excepto dos cosas: hasta donde queríamos llegar y, de llegar hasta el final, quien sería... el pasivo. 

Pensaba y pensaba mientras me desvestía para entrar a la ducha. Recordaba las veces que había fantaseado con la idea de hacerlo con Missa. ¿Me había imaginado... recibiendo? 

"— Ay... Missael... —gemí su nombre al tiempo que metía mi mano bajo mis pantalones y comenzaba a darme masajes que terminarían en un movimiento sucio y provocador.

No supe en que momento comencé a mover las caderas, a jadear fuerte, a pedir atención llamando al Missa que mi mente se había creado y que tantas situaciones excitantes me había regalado. Me acordaba de lo que imaginé en la ducha, como sería que Missa se cobrara el favor del vídeo de aquella forma.

Incluso fantasee con que me atrapara las manos con el cinturón, que se sacaría firmemente. Estaba seguro de que se vería increíblemente sexi. Que me diría muchas cosas sucias y me haría sentir bien de todas las formas posibles."

Con recordar esa situación, comenzaba a ponerme caliente. El vapor del agua me tenía atrapado y el recorrer de los escalofríos hacía que todo se sintiera mejor. Más al saber que a quien imaginaba estaba justo al salir del baño. Al parecer sí era un poco pasivo... pero en esa misma fantasía también me había imaginado a Missa sumiso frente a mí. 

"Me voltee, rozando con la cama, moviendo las caderas como si lo tuviese bajo de mí. Entonces la idea de tenerlo bajo mío, avergonzado, sumiso y entregado se hizo presente poniéndome a mil. Quería oírlo decir mi nombre, pero esta vez quería oír como lo gemía.

— Gime mi nombre, dilo —ya no podía controlarme. Estaba absorto en aquella fantasía, en estar con aquel Missa que me había inventado para acompañarme en aquel momento de intimidad. Ese Missa ahora estaba bajo mío, con solo ropa interior, con sus brazos puestos sobre la cabeza, el pelo cubriéndole el rostro dejándome ver como abría la boca suplicándome por atención—. Me-me voy a venir... —avergonzado, continué más rápido y aceleré el movimiento con la cadera— Missa... Missa..." 

Me entraron muchas ganas de tocarme, pero en realidad prefería que fuera él quien lo hiciera. Y estaba tan, tan caliente, que poco y nada me importaba quien le diera a quien. Solo quería hacerlo con él y fundirme en la persona que tan enamorado me tiene. 

Por que sí... Missael me tiene enamorado. 

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora