PRÓLOGO

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2023


Había aterrizado en Italia hacía unas horas y no tenía dónde ir. Para ser sincera hacía años que no improvisaba de esta forma, sentía un vértigo asomándose por el inicio de mi estómago que hacía que me mareara de una forma estrepitosa.

Las tarjetas de créditos las había cerrado, antes de aquello saqué algo de dinero para pagar el billete de ida, para algo de comida y para quedarme en algún hostal. Debía encontrar trabajo, no iba a volver a España. No por el momento. 

Me acuerdo que antes de ir al aeropuerto fui corriendo a mi despacho ubicado en Gran Vía. Ahí tenía algo de ropa para cuando no me daba tiempo a vestirme para ciertos acontecimientos de mi vida, la metí toda en una bolsa de equipaje o de deporte, no sé muy bien y me cambié de ropa.

¿Cambiarme de ropa? Por supuesto, ahí iba a quedarse el vestido de novia que tanto le había costado a mi madre pagarlo. Es ironía, chasqueó los dedos y estaba en mis manos.

―¿Estás nerviosa? ―Decía una de mis damas de honor y mejor amiga desde que entré en la universidad, Julia.

―Un poco, como cada novia ―intenté decirle sin parecer calmada.

Llevaba saliendo desde segundo de carrera con Daniel, al principio parecía un rollo de una noche y nada formal. Llevábamos juntos desde 2016, aunque nuestra relación se vio interrumpida durante un año y ha tenido más bajadas que subidas. Nos conocimos en una fiesta de universidad, sus padres trabajan en la empresa de los míos. Imaginad la cara de mi madre.

Mi madre al ver que nos conocíamos decidió montar toda una película, creo que no organizó la boda allí porque el champán le nublaba las ideas.

Con el pasar de los años me di cuenta de que los dos éramos de mundos diferentes ―aunque viniéramos del mismo― él quería pertenecer ahí y yo quería huir por patas. Era una relación monótona, salíamos de trabajar, tomábamos unas cañas en algún bar de Gran Vía y volvíamos a casa. Del sexo mejor ni hablemos.

No veíamos series juntos, ni si quiera le gustaba la lectura. Se centraba en ver el fútbol, el telediario y comentar cualquier mínima cosa de la empresa. Yo quería vivir, salir de fiesta algún día y desmelenarme, que nos sentáramos en el sofá a ver alguna serie o película, aunque luego fuera un despropósito y hubiéramos perdido el tiempo. No le pedía que se leyera un libro ni que pusiéramos música los domingos y bailásemos como si no hubiera nada más, sabía que eso se le escapaba de su mente.

―Lleváis mucho tiempo juntos ―decía Julia.

―Lo llevamos ―dije más para convencerme a mí misma que a ella.

A Julia la conocí el primer año de universidad y agradecí que no tuviera mi estilo de vida. Es de aquellas bonitas cosas que puede aportarte la universidad, a ella. Le confieso todo desde que nos conocemos, por ello hacía tantas preguntas porque las dos sabíamos que no queríamos esto, pero romper con Daniel era romper una gran inversión en la empresa, defraudar a mi madre y hacer feliz a mi padre.

―¡Salid todas! ―Exclamaba Julia―. Mi mejor amiga y yo debemos conversar.

―¿Qué pasa? ―Suspiré.

―Ambas sabemos que no quieres esto, Alicia ―decía sentándose en un sillón, rebuscando en el bolso, me tendió un papel.

―¿Por qué? ―Pregunté yo mirando el papel, su número.

―Porque mereces ser feliz y cada vez te veo más apagada, cierra tus cuentas bancarias por el móvil. Te gestiono todo en un momento para cambiarte el número de teléfono y nos vemos en el aeropuerto en menos de una hora, ten dinero a mano y una bolsa de equipaje.

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora