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ITALIA, DICIEMBRE DEL 2023

Aquella mañana Julia y yo nos habíamos llevado la manta para la playa, bien abrigadas y con un par de cervezas. Era ya casi mediodía, nosotras como buenas españolas lo tomábamos como si fuéramos a hacer el vermut.

Nos despedimos de mi madre y Rodrigo que se quedarían en casa haciendo vete tú a saber qué. Lo más probable es que Leo fuera con ellos a hacer también a saber qué.

Ninguno nos preguntó dónde íbamos, pero tanto ella como yo sabíamos que necesitaba hablar, soltarlo todo. Su consejo. Que Julia me ayudara a aclararme la mente, en eso siempre fue una experta y no dudo que el bebé que lleva dentro será muy afortunado.

Tendimos la toalla, nos sentamos como los indios y Julia que era bastante previsora llevaba un abridor de botellas así que no tuve que hacer uso de trucos de mágica para ello.

―Anda, desembucha que se ve que tienes la cabeza que te va a explotar ―sonreía Julia.

―Vale, pero no me interrumpas hasta que acabe. Que nos conocemos ―le advertí.

Ella asintió dándole un sorbo a su cerveza y yo me encendí también un cigarro. Empecé a relatarle, aunque no sé muy bien desde que punto. Desde que nos vimos, la tensión que había entre nosotros y que era evidente que algo pasaba. Cuando pasábamos ratos a solas y sentía que la conexión estaba ahí, que nunca se había ido simplemente se había congelado en el tiempo. El día que todos se fueron a Pisa o estaban ocupados y fui a verlo, aunque ahí no supe explicarle con certeza qué me impulso a ello, lo que sucedió ese día, pero sin detallar ya que había cosas que prefería guardar en la intimidad. Lo que hice después que viene siendo huir como siempre he hecho, el que ignorara a Leo en cierta forma y la vez que vino a hablar conmigo antes de que me diera tiempo. Cuando él entendió que yo siempre lo quise, solo tenía miedo. De que no me eligiera, de que yo tampoco querría estar conmigo, de que a fin de cuentas siempre fuimos Leo y Alicia.

Wow ―dijo claramente sorprendida―. Esperaba muchas de esas cosas pero que os enrollasteis en la cocina me ha dejado loca, tía que comemos ahí ―se reía.

―Julia tengo miedo ―negué con la cabeza―. Sé que no es Daniel y dista mucho de serlo, es como si cuando voy a ser feliz me autosaboteo.

―Crees que no te mereces ser feliz, Alicia y la verdad del asunto es que eres de las pocas personas que de verdad lo merece ―decía con media sonrisa―. Muchos ya nos dimos cuenta de esa tensión, solo faltaba que saltaran chispas en algún momento ―se burló.

―¿Y por qué no dejo de sentirme así?

―Alicia, ¿tú lo quieres? ―Inquirió.

―No quiero que sea así, es confuso.

―¿Pero lo haces?

―Lo hago ―admití.

Tiré la colilla al botellín vacío de Julia.

―Creo que es más complicado que eso.

―¿Qué quieres decir con que es más complicado?

―Es como las rosas, como te gustan las quieres y entonces las cortas, llevándotelas, poseyéndolas como si fueran tuyas. Cuando riegas una rosa, no la estás cortando si no que la estás cuidando porque la amas ―desvié la mirada.

Julia permanecía en silencio, sé que estaba intentando analizar mis expresiones faciales a ver qué sacaba de todo eso.

―Así que más que quererlo, creo que estoy enamorada. No quiero que sea mío, quiero regar esto y que crezca. Cuidarlo ―confesé―. Me da miedo comenzar una relación, no saber cuidar lo nuestro. Ahora me está yendo bien en las redes sociales, puedo ganar dinero con ello y también poco a poco mi madre vuelve a mi vida.

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora