65

9 0 0
                                    

ESPAÑA, AGOSTO DEL 2024

Hacía un rato que ya habíamos puesto el aire acondicionado y nos estábamos comiendo una tarrina de helado mientras veíamos chorradas en la televisión. Salir de aquí sería un suplicio, con lo a gustito que estábamos ambas.

Julia se levantó como pudo para dejar su tarrina en la cocina y me dijo que se iba al baño, que no tardaba. Yo fui a recoger las tarrinas de helado, dejándolas en la basura y las cucharas en el friegaplatos. Miré el reloj, las cinco y media de la tarde. Estaba segura que Leo y Rodrigo tardarían en llegar, quizá podíamos poner alguna serie en Netflix o ponernos películas de cuando éramos adolescentes que eso siempre le animaba la tarde a cualquiera con buen gusto en cine.

―¡Aliciaaaaa! ―Chillaba Julia―. ¡Ayuda!

Me escandalicé porque sonó un chillido desgarrador, ¿y si se había caído? Hostia puta que esté bien la criatura. Fui corriendo al baño y la vi ahí agarrada a la pared, de pie y la verdad que viva.

―¿Te has mea...? ―Abrí los ojos cuando me di cuenta.

―¡Corre que noto yo cosas!

No sé qué cosas estaba notando porque ahora mismo no tenía ni idea, ella estaba escandalizada y me lo pegaba a mí. Me fui de nuevo corriendo al comedor donde tenía el móvil cargando, llamé a Rodrigo mientras le decía a Julia que se viniera al comedor que ya cogía yo las cosas.

―Hey, ¿pasa algo? ―Contestó al tercer tono.

―¡Menos mal que lo has cogido, imbécil! ―Dije mientras fregaba como podía el suelo con el móvil entre la oreja y el hombro.

―Oye menos insultos ―se reía―. Estoy con Leo tomando algo.

―Lo que vas a necesitar es una tila y darle al acelerador porque tu novia ha roto aguas.

―¿¡Y por qué no empiezas por ahí!? ―Exclamaba Rodrigo.

Escuchaba ruido de fondo, serían ellos que empezaban a moverse.

―¡Porque Julia me pega sus nervios! ―Chillé yo.

―Estamos ahí en seguida, hemos ido a casa de mis padres en coche ―y colgó.

Fui al cuarto a por la bolsa del bebé y la de Julia, que me esperaba en la puerta del recibir. Cogí su bolso con todo dentro, yo iba cargada de bolsas, pero ahora mismo eso me importaba entre poco y nada. Ayudé a Julia como pude a moverse porque solo hacía que decirme que notaba como un agujero se abría en ella, decirle que estaba dilatando para parir no ayudó. Os lo aseguro. No lo digáis.

―¡Me duele mucho! ―Decía llorando.

―Contracciones Julia, intenta respirar y soltar el aire.

―¡Lo que quiero es soltar al niño, Alicia!

―¡Estás en ello!

―¡Deja de decir eso que noto el puto agujero!

―¡Vas a parir Julia, lo raro sería que no se abriera para que nazca!

―¡Pero no me lo digas!

―¿¡Y qué hago!?

―¡No lo sé!

―¡Pues vamos apañadas!

Quemando rueda aparecieron Rodrigo y Leo en la puerta, aparcando en frente.

―¡Subid! ―Exclamaba Rodrigo.

―¿¡No ves que parezco una mula!? ―Bufé.

Metí las bolsas en el maletero y me senté atrás con Julia que no paraba de decir que quería parir ya con urgencia, quién le decía que necesitaba dilatar una cantidad de centímetros para ello. Nadie.

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora