A TRAVÉS DEL TIEMPO

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ITALIA, DICIEMBRE DEL 2023

Perdí la noción del tiempo, seguía llorando demasiado y creo que llevaba dos cigarros así que en eso medía el espacio temporal.

Leo seguía aquí, en silencio a mi lado. Cuando yo me encendí el segundo cigarro él hacía lo mismo, no me cuestionaba, no me preguntaba solo estaba ahí haciéndome compañía. Y se lo agradecía porque en estos instantes solo quería desahogarme, soltar toda la mierda que tenía acumulada acerca de mi madre. Algo en lo que no me había parado a pensar en ningún momento, siempre hablaba de mi padre y de mis amigos, pero nunca la nombraba a ella porque me había acostumbrado al llegar a Italia a que esa mujer no existía.

Pero sí existía porque es la mujer que me ha dado la vida, aunque eso no signifique que yo deba darlo todo por ella, me hizo sufrir lo que no está escrito por su estatus social. No podía rebelarme mucho y menos siendo menor de edad en el cual no tenía sitio a donde ir. Con el paso de los años dejé que mi madre se colara en mi cabeza y a pesar de que al principio hice malabares por ocultarle mi forma de vestir (aunque no tenía nada extraño), aunque empezara a fumar solo porque ella lo veía poco elegante... Me dejé llevar, dejé que me hiciera pensar que yo estaba destinada a seguir la marea de gente, a tener que estar con x persona porque así era mi vida, porque era lo mejor para mí y porque era mi futuro.

Y mi futuro lo decidía yo, aunque no lo viera entonces y tuviera que meterme la gran hostia para darme cuenta de ello. Cada vez que lo pensaba más lágrimas salían sin miedo de mis ojos, porque me sentía asustada y perdida. A este paso si teníamos mucho parecido la Alicia del cuento y yo.

Cada noche acostándome con el pensamiento que todo fue mi culpa, que pude acabar con ello en cualquier momento, que mi padre me hubiera ayudado, que mis amigos hubieran estado ahí y, sin embargo, no fui capaz de moverme del sitio. Me volví arisca, con la ironía y el sarcasmo por bandera. Dejé que el brillo de mis ojos se desvaneciera, me consumió una soledad desgarradora y dejé que atropellaran mi personalidad.

Veía a Julia como se ilusionaba en la universidad, en el trabajo y luego con Rodrigo. A este también lo vi feliz con su vida, todos tenían sus problemas porque nadie es feliz al cien por cien, pero estaban contentos con sus decisiones, con sus estudios y su vida.

Ahora veo a Leo, que se fue de España para perseguir sus sueños, sin cámara para hacer fotos con solo un móvil y una ilusión. No sé mucho de su historia, pero no se rindió porque de lo contrario no estaría aquí, no se arrepiente de haber vivido en tantos lugares que no me salen las cuentas, ni de haber fotografiado todo aquello que le provocaba algo, era su sueño y él se esforzó por cumplirlo.

¿Y yo? Estancada en lo más profundo, al punto que iba a encenderme el tercer cigarro en este rato, pero una mano se posó en la mía agarrándolo y retirándolo de mis dedos.

―Creo que ya hemos tenido mucho humo por el momento ―decía Leo guardando el cigarro en la cajetilla.

―No es mono, simplemente es centrarse en ver como sale el humo y olvidarse un poco de todo.

―No es un porro Alicia ―dijo con media sonrisa.

―Prefiero pensar que lo es, efecto placebo ―me encogí de hombros.

―Deja que te ponga alguna canción, me he olvidado el móvil en tu casa.

Le desbloqueé el móvil y empezó a buscar en Spotify. Estaba intrigada por descubrir que nueva música escucha o si me pondría una canción antigua, así que me quedé en silencio abrazándome a mí misma mientras él la ponía.

Me sorprendió porque esta canción debía ser del 2011 y me la ponía siempre que quería conseguir autoestima, tenía una letra preciosa y la cantante siempre me había gustado. Me sorprendía que se acordara de esta canción, Who Says de Selena Gomez & The Scene.