10

10 2 0
                                    

ESPAÑA, DICIEMBRE DEL 2011

Un mes había pasado desde que estaba con Leo, desde que cada vez con más frecuencia me quedaba en su casa ya sea para pasar el rato o para quedarme a dormir. A mis padres poco les importaba a dónde iba y con quién iba (aunque no supieran que tuviera novio), todos sabíamos la situación en la que nos encontrábamos.

Creo que a todos les gusta la Navidad, pero a mí no era de las cosas que más gracia me hacían. Me gustaba no ir a clase, poder pasear por Gran Vía y verlo todo iluminado, las paradas navideñas y la ropa calentita.

Las Navidades han estado creadas para pasarlas con familia y por desgracia mis abuelos fallecieron tiempo atrás así que lo que me quedaba de familia eran mis padres y no es que la unión fuera nuestro punto fuerte. No me llevaba mal con ellos, simplemente chocábamos porque no teníamos la misma ideología ni la misma manera de ver la vida.

Excepto con mi padre, siempre digo que, aunque chocásemos en algún punto de nuestra vida era el que me apoyaba en casa. Hacía el papel de padre duro y estricto, pero entre los dos sabíamos que era más por contentar a mi madre.

Así que las cenas de Navidad consistían en preparar la mesa con canapés, carne de aquella que solo compras en Navidad porque es la época y un montón de regalos caros bajo el árbol. Cada año igual.

Los exámenes del primer trimestre me fueron bien y en todos había logrado sacar un nueve excepto en las asignaturas que tenían números, eran un ocho. No hace falta decir la bronca que me cayó en casa puesto que mi bachillerato y mi carrera iban a ser dedicados a los números. Me sentí orgullosa de Leo, logró aprobar todo gracias a las intensas tardes que pasábamos repasando el temario para que no bajara del cinco en ninguna y me sorprendió gratamente puesto que si quería podía dar todo de sí.

El día veintitrés de diciembre había ido a comprar los regalos, decidí ir sola al principio para comprar el de Leo, que me lo envuelvan y que no supiera que es. Luego ir con él para poder saber que regalarle a su madre, comprar el de mis padres y listo.

Sí, era de las personas que compraba todo a último momento y luego me pasaba que en las calles no cabía ni un solo alfiler de lo abarrotadas que estaban. Había comprado a Leo un vinilo de Green Day, era del grupo que más hablaba entre todos los que escuchaba junto con uno de Eminem. A sabiendas de que él no tenía tocadiscos le había comprado uno, sé que me echaría en cara que él no podría regalarme algo de tal presupuesto, pero se lo regalaba porque de verdad quería y sabía que a partir de ahora ahorraría también para vinilos teniendo donde escucharlos.

―Sabía que habías venido antes para comprarme el regalo ―dijo Leo en cuanto me vio en Sol mientras me daba un beso.

―No todos somos tan precavidos como tú ―dije con media sonrisa.

―Pero es una bolsa muy grande ―dijo mirándola―. ¿Qué me has regalado?

―Lo sabrás mañana cuando me escape después de la cena de Navidad ―me encogí de hombros.

―No uses la palabra escapar pequeña Alicia, ambos sabemos que tus padres saben que te irás a dar regalos a tus numerosos amigos ―reía.

―Exacto, pero yo decía escaparme de ellos ―me burlé.

―Mi regalo no es tan grande y pesado como el que llevas ―volvió a decir intentando asomar el ojo.

―Sabes que lo que me regales me gustará ―dije con una sonrisa―. Lo que importa es que le has dedicado tiempo.

―Pero... ―Le interrumpí.

―Déjame gastar el dinero que no gasto en mí en ti, por favor. No haré nada con todo el dinero semanal que me van dando, de verdad ―insistí.

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora