52

11 0 0
                                    

ITALIA, DICIEMBRE DEL 2023

¿Qué hace la gente cuando visita un lugar nuevo? Efectivamente se van a hacer turisteo, al menos es tradición en España.

Julia y Rodrigo habían madrugado muchísimo, dormir en el sofá tiene ciertas desventajas cuando lo escuchas todo. Así que no me quedó de otra que levantarme abrazada a mí misma, teníamos puesta la calefacción, pero yo era muy friolera. A pesar de mi perfecto pijama cualquiera del Primark de esos que son peluditos.

―¿Pero desde cuándo estáis despiertos? ―Dije rascándome los ojos, ellos estaban perfectamente despejados.

―Menos de una hora ―decía Julia mirando el móvil―. Nos vamos a hacer turismo a Pisa los dos.

―He traído el periódico ―decía mi padre entrando por la puerta.

―¿Estáis todos despiertos a las...? ―Miré el móvil de Julia―. ¿Ocho de la mañana?

―Oye que uno ha de ir a por su periódico ―rechistaba mi padre―. Es una forma de aprender un nuevo idioma.

―Hugo, ¿quieres venirte con nosotros? ―Le preguntaba Rodrigo a mi padre.

―No quisiera molestar yo en cosas de pareja ―comentaba mi padre.

―¡Qué va! ―Exclamaba Julia―. Alicia tiene cosas que hacer, ya ha hecho turismo, tú no. Vente anda.

―Exacto, nosotros estamos de vacaciones, pero el resto ha de seguir con su vida ―se burlaba Rodrigo.

―Entonces dejad vaya a por el abrigo que me voy pitando ―decía tranquilamente mi padre.

―La cuestión es que entre pitos y flautas ya estoy despierta ―murmuré yendo a la cafetera―. ¿Sabéis que podía dormir al menos una hora y media más?

―Dormir está sobrevalorado ―decía Rodrigo.

―Sí, díselo a tu novia cuando ya tenga un bebé en brazos ―me burlé―. Cuando te diga contenta que ha logrado dormir tres horas seguidas.

―Ahí tiene toda la razón Alicia ―decía esta, encogiéndose de hombros.

―¿Nos vamos? ―Preguntaba mi padre desde la entrada.

―¿Cómo os vais? ―Inquirí.

―Leo nos deja su coche y tenemos Google Maps ―decía Rodrigo con media sonrisa.

―Disfrutad mucho pues, ya me pasareis fotos ―dije despidiéndolos en la puerta.

Y se fueron animadamente al parking a por el coche. La verdad es que tenían razón aquí todos seguían con su vida, María estaba mucho en casa de Greta y Alejandro tenía que volver al trabajo que la verdad que le gustaba muchísimo más de lo que admitía. Y Leo, no sé qué sería de Leo o qué haría un día normal.

Me fui directamente a vestirme, lazo, tejanos y sudadera. Agarré la mochila de siempre que estaba situada en la entrada y me adentré en el frío de Italia. Lo más probable es que me matara nada más verme llegar a su casa sobre las ocho y media de la mañana.

Llamé al timbre con algo de miedo, lo normal es que con su estilo de vida estuviera durmiendo o al menos yo lo estaría. Me confundía, me abrió un chico con el pelo desordenado, en pantalones de pijama y sin camiseta. Válgame. Hacía frío, ¿no?

―Buenos días, Alicia ―dijo con media sonrisa, apoyado en el marco de la puerta―. No te esperaba a estas horas.

―Ni a ninguna en concreto ―puse los ojos en blanco―. ¿Puedo pasar?

Se hizo a un lado y cerró la puerta tras de mí, yo aún seguía abrigada.

―Toda mi casa se ha ido a Pisa, me han levantado con el ruido de las charlas y las tazas ―bufé.

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora