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ESPAÑA, MAYO DEL 2017

Los padres de Julia el día de nuestra graduación tuvieron la amabilidad de ayudarme a empaquetar mis cosas para irme a mi piso de antes, el cual era un despacho en cierto modo, pero tenía baño, cocina y cama. Me sentí tremendamente mal al saber que estábamos haciendo esto, que estaba recogiendo mis cosas y ellos perdiendo el tiempo pudiendo disfrutar el momento.

―Gracias por... todo ―admití secándome las lágrimas.

―Cielo, eres como una hija más ―decía la madre de Julia.

Metimos las cosas en su coche y las descargamos en el piso, no las vaciamos porque nos íbamos a cenar, pero al menos podía olvidarme de vivir con Daniel. Nunca le pedí elegir a nadie porque entendía que el sintiera un cariño a sus padres, sin embargo, él sabía la situación con los míos. No quiso atender a razones y tampoco hablar las cosas, sé que debía disculparme porque quizá lo dije de forma muy brusca o que no hablé correctamente porque me pudo el enfado.

Daniel era la estabilidad en mi vida, la balanza y lo quería. Toda mi vida viviendo como si fuera Hannah Montana, encontrarme con Daniel significaba para mí que todo el esfuerzo de mi vida era recompensado y que merecía estar con él.

Estaba perdida en mí misma, perdida en general. No sé quién soy, pero tampoco quien seré, sé quién fui, pero de ese momento a ahora hay un gran trecho.

―Perdón, tenía que ver a mis padres un momento ―dijo Rodrigo llegando a casa de los padres de Julia.

Tenían montado ya una mesa bien decorada y bonita, no querían desperdiciar sus ahorros en restaurantes caros así que invirtieron un poco en una buena comida y poco más.

Fue llegar ahí y desplomarme en el sofá. Lloré sin cesar, lloré hasta que la garganta me ardía y tremendo deja vu. No podía creerme que me hubieran roto el corazón, que seguramente ahora Guille estuviera poniéndome de vuelta y media. No iba a volver con él, estaba claro que ahora mismo no era mi prioridad. Debía pedirme perdón por cómo me hizo sentir, por las palabras que dijo y su actitud hacía mí.

Podríamos habernos organizado, cenar con quien quisiéramos y luego irnos por ahí juntos. Había infinidad de ideas que se podían llevar a cabo.

―De todo se sale ―me decía Julia, mientras ponía la carne en mi plato.

―No entiendo qué he hecho mal...

―Tú nada ―habló Rodrigo―, es Daniel que no sabe cómo tratar con las chicas y por lo visto contigo tampoco.

―¿Es posible que siga queriéndolo?

―Lo es ―suspiraba Julia.

―Es un bache, estoy convencida de ello ―admití―. No volveré a vivir en su casa en bastante tiempo, no creo pueda hacerlo por el momento.

―No deberías volver con él Alicia, aprovecha y sé feliz ―decía Rodrigo.

―Sabes que Daniel es estabilidad, pocos chicos quedan que... que mantengan ese equilibrio, no voy a ser feliz de todas formas.

No quise hablar más del tema y ya no solo por mí sino porque no iba a fastidiarles este día al resto. Es algo que me llevaría a mi casa.

La velada fue agradable si exceptuabas ese acontecimiento, los padres de Julia eran increíbles y me lo pasé bien. Entre risas, fotos antiguas de Julia conmigo que sus padres sacaban a la luz, canciones y buenos momentos.

Decidí que así quería acabar la noche, con buenos recuerdos así que me despedí de ellos dándoles las gracias por milésima vez y pillé un taxi.

Me di cuenta de que había menos cajas que cuando me fui, hice bastante limpieza de muchas cosas cuando me mudé con Daniel así que ahora había menos de todo. No iba a deshacerlas ahora, me puse un pijama cómodo y me desmaquillé.

A TRAVÉS DEL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora