Dragón Salvaje #7

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Espero que les guste~

Nota: Para quien me pidió que Macaque le cantará, aquí esta :3

Wukong estaba cansado, sucio y parte de su ropa estaba húmeda luego de la lucha por bañar a sus monos pero estaba satisfecho, incluso si había arreglado demasiados pelaje en un solo día.

-¿Eh?- se enderezó cuando sintió algo empujando su costado, sonriendo ligeramente al ver al dragón allí, pudiendo ver las escamas oscuras brillantes y limpias, el olor a shampoo frutal y jabón floral llegando a su nariz. -Rechinando de limpio, ¿no?- bufo, aunque pronto noto algo que llamo su atención. -¿Eso es mío?- engancho sus manos bajo los brazos ajenos para alzarlo y verlo de frente, ignorando la risa ajena a favor de ver la remera ajena. Era de un rojo llamativo, con su fiel logo enfrente, algunas partes de esta con brillantina encima. Era una edición limitada, aunque estaba seguro que se había robado una caja entera. -¡Te dije que mantuvieras tus manos fuera de mi mercancía!- gruñó, molesto ante la risa que soltó su contraparte mientras se adentraba a la casa, de seguro para cambiarse. Volvió su atención en el niño al escucharlo gruñir, pudiendo notar su gran sonrisa, la cola moviéndose con ánimo. -Bueno, debo decir que te queda bien- eso hizo que la sonrisa ajena se agrandara, haciendo un sonido feliz y alegre. Bien, si, podía sacrificar algo de su mercancía por esa sonrisa.

El híbrido abrió la boca en un amplio y largo bostezo, el dios ignorando los afilados dientes momentáneamente a la vista a favor de centrar en como los párpados ajenos amenazan con cerrarse con cada parpadeo.

-¿Tienes sueño?- rio ante el lento y adormilado parpadeo que se ganó como respuesta. Debía estar agotado, durmió tarde pero se había levantado temprano y estuvo jugando durante horas, era normal tener sueño. -¿Qué te parece algo de comer y luego una siesta?- se levantó, acunando al menor contra su pecho, dejándolo apoyarse en su hombro y viendo el lento movimiento de la cola de escamas negras. -La siesta son lo mejor del día- rio ligeramente cuando lo sintió asentir contra su hombro. -Oh si, tu eres de los míos. Apuesto que entre mi insistencia y tu adorable rostro, podemos convencer a Macaque de dormir también- divago mientras caminaba para entrar a su casa, dispuesto a buscar algo para almorzar, aunque había un aroma a comida que estaba seguro venía de su cocina.

Bendito sea Macaque y su extraña dicha de cocinar.

Aunque no puede decir que algo más llamo su atención.

-¿Qué le hiciste a su nido?- enarco una ceja ante el montón de tela que estaba encima de su alfombra.

-Le quite las toallas- tarareo. -Había una mojada y todas tienen olor a humedad, así que las escondí y le di las sábanas viejas que no usamos- observaron en silencio al híbrido empujar las sábanas con curiosidad, un gruñido ligero saliendo de él de la tela anterior pero cuando se inclino para olfatear, pareció oler algo que lo convenció por completo y termino por armar su nido nuevamente, aunque antes de acomodarse, se volteo a verlos. Parecía estar esperando algo. -Cierto, cierto- rodo los ojos mientras aflojaba con manos ágiles su bufanda y se la sacaba, acercándose para deja caer la tela rojiza encima del niño. Podía escuchar su chillido feliz mientras movía la tela para acomodarla junto a las demás. -Le prometí tu capa también- agregó ante la mirada suplicante de los ojos amarillos.

-Te gusta meterte con los cosas- bufo, aunque deshizo el nudo de su capa mientras se acercaba, dejando caer su capa. El niño sonrió, amplio y contento, moviendo todo lo que tenia, dejándose caer con un ronroneo para poder hundir su rostro en la tela de los monos. 

Esa misma noche, justo cuando ya estaban acomodados y tapados en sus respectivas camas, algo se escucho. Un tarareo, suave y tranquilo, con una tonada lenta al estilo canción de cuna y que venía de su invitado en la sala.

-Se está arrullando- Macaque quedo quieto, había escuchado ese tarareo durante todas las noches desde que el niño había llegado.

-Es lindo...y triste- murmuró Wukong, pensativo. Había algo dulce que en la tonada pero también, tenía un toque melancólico difícil de ignorar. Ninguno de los dos se movió por unos segundos, escuchando la canción que llenaba el silencio de su hogar, y pronto, parecieron llegar a un acuerdo silencioso, levantándose de sus lugares para ir a la sala y encontrándose con la expresión curiosa del menor, quien se callo al verlos. Su gruñido sonó como una pregunta, obviamente confundido por se repentina presencia.

-¿Quieres compañía?- el domador de sombras se acercó primero, pudiendo notar como el niño se animaba. Así que se arrodilló junto al nido, un poco sorprendido cuando el híbrido se arrastró para apoyarse en su regazo, pero no se quejo, sonriendo con cariño y bajando su mano para acariciar suavemente el cabello castaño, desarmando los ligeros nidos que se habían armado por la siesta del mediodía.

-Me uno~- un destello dorado cubrió el cuerpo del dios, estirándose como el gato en el que se había trasformado y acercándose con paso elegante, metiéndose entre los brazos del niño, quien pareció fascinado por su suave pelaje mientras lo abrazaba.

Macaque se permitió tararear la misma melodía con la que el niño se arrullaba para dormir, ya se la sabia de memoria a estas alturas, el cariño creciendo en su pecho cuando la sonrisa del híbrido se agrando, ninguno de los mayores sabiendo que había recuerdos llenos de felicidad viniendo su mente, acurrucándose y abrazando al felino, cerrando los ojos y durmiéndose rápidamente.

Durmieron más allá de lo usual y aunque sus sueños fueron profundos, los monos se despertaron sintiendo sus cuerpos algo entumecido y acalambrado, uno por haber actuado como muñeco para dormir y el otro por quedarse de rodilla pero ninguno de los dos se podía quejar, no ante la gran sonrisa de dientes afilados y los ojos amarillos brillantes que los miraban con cariño puro.

Si, no había arrepentimiento alguno.

~Monkie Kid~ 5️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora