¿Inmortal?

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Espero que les guste~

Nota: Una tontería que reboto mucho en mi cabeza últimamente xD

Para el grupo que viajaba hacia el oeste, no todo es paz. Claro, tiene buenos momentos, disfrutando de hermosos lugares que podían encontrar en su camino y saboreaban cada comida que podían compartir hecha por uno de sus compañeros pero también hay peleas y problemas, algunos queriendo pelear contra el dios recientemente liberado y la mayoría solo queriendo arrancar el corazón del monje para comérselo.

Había visto tanto en su camino hasta el momento pero aun así, encontrar un cuerpo en medio del bosque los tomo con la guardia baja. Esta tirado allí, de espaldas, con parte de su ropa rasgada y con moretones oscurecido.

-Oh, pobrecito...- Ao Lie deja su forma de caballo, acercándose con paso lento para agacharse al lado del chico, mirándolo con tristeza. -...es muy joven- lo es, más de 18 pero menos de 23, su expresión relajada y los ojos vacíos perdidos en la nada sin ver, el cabello castaño oscuro revuelto y con algunas hojas encima.

-¿Qué rayos hace aquí?- bufo Pigsy con el ceño fruncido. Están lejos de cualquier pueblo y adentrados en el bosque, es raro que alguien estuviera allí, especialmente si había demonios peligroso alrededor.

-No lo sé pero...- Sandy hizo una mueca, triste mientras miraba al chico muerto. -...es triste que este aquí, solo- y eso es la verdad. Se pregunta si el chico habrá estado perdido e intentando buscar como volver a su hogar o a algún lugar más familiar, solo para encontrarse con problemas y ser asesinado, demasiado alejado como para si quiera ser encontrado por algún pueblo.

-Nadie merece morir solo- Tang se acercó, arrodillándose al lado del menor y juntando las manos, murmurando un rezo corto. -Espero que encuentres paz- apoyo con mucho cuidado su mano en la frente ajena, para luego bajar sus ojos con suavidad porque ver los ojos vacíos era inquietante. -Wukong...- miro al mono, quien se enderezó al instante, mirándolo con atención. -...¿Podrías buscar un buen lugar y cavar una tumba?- porque dejarlo así no se sentía bien. Mientras tanto, el cerdo saco una sabana de entre sus cosas, cubriendo el cuerpo con esta.

-¡Por supuesto que puedo, maestro!- asintió rápidamente, saliendo disparado para adentrarse aun más al bosque, dispuesto a cavar con sus propias manos.

Los demás solo se sentaron y se dispusieron a esperar, hablando entre ellos para distraerse, sabiendo que el mono no tardaría mucho en terminar.

El sonido de huesos crujiendo los sobresalto a todos y aunque ninguno quería, se voltearon lentamente, jadeando con horror cuando vieron el cadáver de antes removerse. Por el sonido y la manera en la que se retuerce, parece ser que sus huesos se están acomodando de la manera más ruidosa posible. Pigsy y Sandy se levantan con prisa para pararse frente al monje congelado, sus manos aferrándose a sus armas con fuerza e intentando lo mostrar abiertamente el temblor que recorre sus cuerpos. Mientras tanto, Ao Lie se mantiene callado, observando con asombro y ladeando ligeramente la cabeza con curiosidad. Ahogan apenas un grito cuando el cadáver se siente de repente y con un gemido quejumbroso.

-Auch, mi pobre columna...- la manta que lo cubría cae a su regazo, mostrando como su piel antes pálida recupera color a un ritmo rápido y extraño, estirándose todo lo posible, haciendo una mueca mientras sus hombros suenan. -...siempre van por la columna, que mala suerte- se quejo, acariciando su espalda con un suspiro. Hace girar con mucho cuidado su cabeza, su cuello sonando, y ahí es cuando él parece notarlo, volteándose con los ojos bien abiertos para mirarlos. Son negros y lucen vivos a pesar de que antes estaban vacíos y opacos. -¿Vieron eso?- hizo un puchero, luciendo avergonzado. -¿Me encontraron en el bosque?- hace un gesto y aunque los presentes aun están tiesos de la sorpresa, el cerdo logra un asentimiento rígido. -¿Me iban a enterrar?- esta vez, el de piel azul asiente lentamente. -Vaya...- parpadea, desviando la mirada, pensativo. Aunque no lo conocen y no entienden nada, esperan horror o incluso miedo pero cuando sonríe, los toma con la guardia baja. -...¡Eso es un nuevo récord!- rio alegremente, demasiado para haber vuelto de la muerte. -Que buena suerte tuve esta vez, desperté antes de ser enterrado- se levanta, el asombro creciendo al notar que los moretones ya no están. -No tenía ganas de cavar mi salida- rio para si mismo, ignorando lo mal que eso sonaba.

-¿Has tenido que hacerlo?- el dragón se atrevió a preguntar.

-¡Muchas veces!- sonrió enormemente, mientras que ellos hacían una mueca. Si, eso sonaba horrible. -Les agradezco lo que iban a hacer pero...- hay sinceridad pura en sus palabras pero a pesar de eso, para ellos, la situación era bizarra y muy rara.

-¡Maestro, ya termine!- Wukong apareció en ese momento, sus manos manchadas de tierra y su sonrisa orgullosa en su rostro. -¿Quieres que lo entierre ahora?-

-No quiero ser enterrado, apenas volví- hablo el chico y los presentes pudieron ver como el cuerpo del mono se tenso, saltando para pararse frente al monje, con bastón en mano y luciendo dispuesto a pelear. Sus compañeros se relajaron ligeramente ante su presencia.

-¿Qué clase de engaño fue este?- gruñó el mono, mostrando los colmillos con enojo.

-No fue un engaño, si morí- bufo y eso era cierto. Su corazón se detuvo, estuvo muerto por un tiempo pero sin que ninguno de ellos lo supiera, su cuerpo se había estado recuperando, lento como siempre. -Me sucede todo el tiempo, no es algo raro- el demonio apuntó al chico con su bastón, frunciendo el ceño. -Awwww, ¿hay alguna manera en la que podamos evitar una pelea?- sonrió con nerviosismo, sudando mientras levantaba las manos en señal de inocencia. -Acabo de volver, no quiero morir otra vez hoy-

-¿Cómo es esto posible?- el monje estaba curioso, la inmortalidad era una cosa pero este chico había muerto y vuelto de alguna manera. Además, por lo que estaba diciendo, había sucedido muchas veces antes de esta.

-Es una maldición- se encogió de hombros. -Mi padre tenía una gran deuda con una bruja o algo así, aunque murió antes de pagar y ella me dio la maldición que era para él- hizo un gesto. -Aun creo que eso es algo injusto pero han pasado años, así que ya no puedo quejarme mucho-

-¿Una maldición?- ahí es cuando Tang se levanta, apoyando su mano en el hombro del mono para que bajara su arma por el momento y avanzando un par de pasos, estirando la mano hacia el chico. Se forma un gran sello dorado bajo sus pies, el chico jadeando con encanto y asombro cuando un sello rojizo se formó bajo suyo, un aura del mismo color rodeando su cuerpo. -Es...impresionante- tarareo, pensativo. El sello rojizo se veía diferente a cualquier cosa que había visto en los pergaminos que estudio, complicado y extraño, con un aura fuerte a su alrededor y algo eléctrico que te advertía que no te acercaras.

-¡Esto es genial!- rio el castaño pero se tenso al ver la mueca concentrada del hombre, notando algo de su poder dorado acercándose a él como cuerdas que querían atar su sello. -Yo no haría eso si fuera tu- no hay amenaza en sus palabras, su voz tiembla con nerviosismo y con algo de miedo brillando en sus ojos, pero Tang no lo escucha o lo ignora porque esta más centrado en el gran. Cuando su poder lo toca, el efecto es inmediato. Es como una explosión que empuja al hombre y lo hace caer de espaldas, temblando ante la sensación de choque eléctrico que recorrió su cuerpo a gran velocidad. -Te lo dije- tarareo, viendo como todos allí rodean al monje, quien no puede detener el temblor en sus manos.

~Monkie Kid~ 5️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora