Arco de la Serpiente (primera parte)

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¡Las pequeñas (y traumáticas) aventuras del pobre Caín! (Bonus)

Atravez de ese corredor muy mal iluminado, se encontraba aquella persona sin un brazo rondando. Era la millonésima vez que pasaba por ahí en los últimos días, estaba completamente perdido.

Sin poder olvidar la risa y el rostro de aquel que devoró a su mejor amigo, su hermano e incluso su brazo, Caín caminaba mirando de reojo cada esquina, puedto que que cada pequeña sombra lo hacía dar un sobresalto. De repente, algo cambió. Ese seguía siendo el mismo pasillo por el cual había pasado con anterioridad, y lo sabía bien, puesto que había hecho un dibujo en una pared con un caryon rojo que había encontrado por ahí tirado.

Si, ese era el mismo pasillo; lo era, pero había algo fuera de lugar. Había aparecido una puerta de madera completamente vieja y demacrada, con el número 1 dibujado con el mismo crayon rojo. Caín, comprensiblemente confundido miró a un lado y luego al otro antes de abrir la puerta. "¿Y qué más da si se apareció de la nada?" se preguntó. "Después de tanto tiempo, es lo más parecido a una salida que he visto"

Cuando abrió la puerta, lo primero que vio fué muy decepcionante: un cuarto vacío con unos muebles y cosas viejas. No había ni una sola ventana, y había un cuadro en una de las paredes que tenía dibujado el ojo de Yoru. Lo único que había vivo en el cuarto era una pequeña arañita que se veía columpiante en una telaraña tejida bajo la mesa. Pero había otra cosa que le llamó la atención: al final de la habitación se encobtraba una puerta con el número 2.

Pensando que tal vez podría salir si abría las suficientes puertas; Caín abrió la segunda puerta y para su sorpresa, encontró exactamente la misma habitación: los mismos muebles, el mismo cuadro, la misma araña, todo. La única diferencia entre una habitación y otra era que las paredes se encontraban manchadas de un líquido rojo extraño, tenia goteras de las cuales salía un fluido que olía terrible y la puerta al final de la habitación tenia el número 3.

Así fué abriendo puertas y todas las habitaciones eran exactamente iguales: todas tenian los mismos muebles, el mismo cuadro, ¡La misma maldita araña!, todo. Sin embargo, en cada habitación había algo diferente... Un detalle no muy importante pero si algo turbio. Por ejemplo en la tercera habitación el ojo del cuadro lo seguía, en la quinta habitación la araña era del tamaño de la silla e intentó atacarlo, en la sexta habitación se escuchaba como si alguien estuviera arañando detrás de las paredes y asi.

Pero la cosa se fué poniendo peor en la septima habitación, puesto que no se veía nada. La puerta se cerró detrás de él y no había luz alguna en la habitación a diferencia de las otras. Tampoco se sentia como si hubiese algún mueble, era completa oscuridad, lo cual no sería tan malo... De no ser por la pesada respiración que escuchaba a sus espaldas. Era el respirar de una persona agitada, como cansada, incluso se puede decir que su pecho chillaba un poco. Caín quiso hablarle a la voz, pero su propia boca no se abría, parecía que se le habían cosido. Desesperado intento llamar la atención de la respiración hasta que esta comenzó a murmurar y tararear cosas que no entendía, y cin una melancolica voz repetía entre versos:

:quince calaveras rodando sobre una piedra... Una me miró...la otra me habló.... Y la tercera será tu cabeza. Ven y brinda junto a mi, compré un licor barato en la tienda. Ojos no necesitas, ni lengua tampoco....pues la tercera será tu cabeza

Esa parte la repetía una y otra y otra vez, y ya empezaba a incomodar a Caín. Al fin, éste ultimo encontró la puerta y salió, dejando al dueño de aquella voz completamente solo. Lo que vio en la habitación numero 8 no lo consolo para nada: al igual que la anterior habitación, ésta edtaba sumida en la oscuridad. Pero tenia un pequeño foco que brindaba una luz amarilla opaca a un area pequeña dobde se encibtraba una silla, y en la silla atado de pies y manos se encontraba su hermano pequeño semidesnudo con el número 9 dibujado con pintura en el pecho.

La ultima sombra de estos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora