Mi tesoro más valioso

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Todo comenzó aquél terrible día. Gea Kagayaki, una hermosa rubia de ojos azules paseaba por la capital del Reino, comprando algunas cosas que le hacían falta.

??? : ah, Gea-san, bienvenida. ¿Lo mismo de siempre? -dijo el carnicero preparando una buena porción de carne

Gea: si, por favor Mell-san -dice gustosa dándole una pequeña bolsa de monedas de oro

Mell: te diré que haré: voy a darte una ración doble al precio de siempre, solo por el duro trabajo de tu esposo -dijo poniendo más carne en la bolsa

Gea: ¡oh, muchas gracias, pero no hace falta! -se apresuró a decir ella-. Ur-kun trabaja por amor al Reino y su gente, no esperamos recibir ningún trato especial, por más que siempre trates de darnoslo -dijo con humildad

Mell: olvídalo, Gea-san, no podrás rechazar mi regalo ésta vez -dijo dándole la bolsa- vamos, yo insisto.

Con algo de pena y una gran amabilidad, la dama recibió la Bolsa y se retiró de allí, agradeciendo una y mil veces. Obra de casualidad o destino, el carruaje real pasaba por allí.

La gente daba gritos de alabanza y saludaba a su rey, el cual los ignoraba con frialdad simulando una nobleza que no tenía. De pronto, los codiciosos ojos del rey Eurist se posaron sobre Gea, y en lo más profundo de su oscuro y retorcido corazón deseó que fuera suya.

Eurist: Perss, ¿quien es esa mujer? -dijo viéndola de reojo por la ventana-. Tráemela, la convertiré en mi mujer.

El temido capitán de los soldados, Perss del Trueno, se inclinó hacia la ventana, y al instante reconoció a la mujer.

Perss: me temo que será imposible, Su Majestad. Ella es Gea Kagayaki, la esposa de Ur Kagayaki, el héroe local.

Eurist: ¿Ur dijiste? ¿No es el capitán de mi segunda División de infantería?

Perss: así es, mi Señor.

Eurist: pues muy simple: envialo a luchar a las llanuras de Démons des ténèbres.

Perss se estremeció al oír ese nombre, pues aquel maldito lugar se había cobrado la vida de miles de los soldados más valientes. Volteó a ver al rey con un rostro completamente pálido.

Perss: ¡pe-pero Señor! ¡Ese lugar es un nido de demonios! ¡Ur nunca volverá vivo de ahí!

Eurist: esa es la idea -dijo con un tono malicioso. Perss podría jugar hasta haber visto el rastro de una asquerosa sonrisa malintencionada en el rostro del rey-. Envialo junto con sus caballeros a exterminar a todos esos sucios demonios. Como los demonios serán más, él morirá y yo podré quedarme con su mujer

Perss: pero Señor eso es...

Eurist: ¿acaso quieres ir tú en su lugar? -dijo muy serio y amenazador volteando a verlo.

Perss: ... No, Señor... -dijo con una mezcla de miedo por el Rey y tristeza por su compañero- hoy mismo lo enviaré...

Ese mismo día, Ur partió junto con sus hombres a una misión de la que jamás regresaron. Ni bien llegaron a las terribles llanuras de Démons des ténèbres, una Horda de seres oscuros saltó sobre ellos.

Los Caballeros lucharon valientemente, incluso Ur mató a miles de demonios ese día, más de los que había matado nunca en su vida. Pero fué un intento inútil.

Los "demonios" de ese lugar, que eran personas que usaban la oscuridad y ésta se había apoderado de sus mentes, eran poco menos que bestias iracundas y hambrientas con ansias de desgarrar la carne de la condenada Brigada. Lentamente, las bestias los fueron rodeando en círculo, y cuando el círculo se cerró sobre sus cabezas, tanto los Caballeros como Ur supieron que nunca volverían a ver a sus familias.

La ultima sombra de estos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora