¡Las pequeñas (y traumáticas) aventuras del pobre Caín! (Bonus #2 que da final a la primera parte del mini arco de la serpiente)
Corriendo por los callejones de lo que parecía ser su antiguo pueblo, Caín estaba huyendo todavía de aquella esfera viviente de hace como 3 capítulos creo.
El lugar se parecía a su antiguo pueblo, es verdad, pero era imposible que éste fuera su antiguo pueblo por dos razones: primero y principal; el había visto con sus propios ojos como su pueblo y su gente eran convertidos en un desierto y en monstruos respectivamente. De hecho, el mismo se había convertido en uno, hasta que Yoru lo devolvió a la normalidad para divertirse un rato más con su sufrimiento. Y en segundo lugar, aunque se veía como su pueblo estaba algo cambiado. Las casas eran un poco más grandes que de costumbre, la copa de los árboles eran rojas, y lo más preocupante de todo, siempre era de noche y la luna que se parecía uno de los ojos de Yoru daba un brillo morado con toques rojizos.
Sabía que era siempre de noche, pues mientras huye de esa enorme esfera viviente que se desprendió del número 10 pintado en la puerta de su casa, Caín suele entrar en alguna de las casas del pueblo, esperando que la esfera se vaya. Ha dormido varias veces ta dentro de alguna de las casas, pero siempre que despierta es de noche. En todo el tiempo que estuvo ahí dentro, no sabía bien si semanas o incluso un mes, el sol no salió ni una sola vez.
Seguro te estarás preguntando: "Si lo persigue una esfera gigante, ¿por qué no quedarse dentro de una de las casas permanentemente?". Bueno, ésto no es tan fácil. No es que no lo haya intentado, es que siempre que sé queda mas tiempo del suficiente en una casa, las cosas se empiezan a poner feas.
Ahora por ejemplo, hace como 3 o cuatro días que está metido en aquella vieja casa de ladrillos de piedra, porque la maldita esfera no deja de dar vueltas al rededor de la zona de la casa. La última vez que se durmió, la casa se veía normal: muebles, sillas, mesas, todo normal. Pero al despertar, estaba en una habitación completamente distinta.
Para empezar, lo primero que vio al abrir los ojos fué que en la habitación en la que estaba se había llenado de muebles distintos con unas figuras extrañas sobre ellos. Se veía una gran ventana que daba a la calle, con un gran cartel puesto en un aparador donde mostraban más de lo que había en esos muebles; el cartel decía "casa de muñecas".
Bueno, Caín estaba confundido. En primer lugar, nunca había visto aquellas letras en su vida, dado que su alfabeto es completamente distinto; pero por alguna extraña razón entendía a la perfección lo que el cartel decía. En segundo lugar, ¿que diablos es una muñeca?.
Pero no es como que tenía mucho tiempo para pensar, porque una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.
???: ¡Bienvenido a la casa de muñecas del buen Nai! -dijo un chico como de su edad parado detrás de él.
Al momento de que su mejor amigo que había sido deborado habló, una luz roja con toques morados iluminó la habitación. Nai estaba cubierto con un manto negro con una capucha, el redto de su ropa era arapienta. Lo que habia en los muebles y mesas, como adivinaste, eran muñecas. Miles y miles de muñecas aue estaban sentadas con la cabeza agachada evitando que se les vea el rostro. Tambien habia algunos maniquíes con la cara desfigurada distribuidos a lo largo y a lo ancho de la habitación.
Caín: ¿¡Nai!? ¿¡En verdad eres tú!? -preguntó dando un paso atrás algo desconfiado.
Nai: agh, tú -respondió con un todo completamente molesto, como si no quisiera verlo ahí- ¿todavia no te mataste a ti mismo?
Caín: ¿Nai de qué estas hablan...?
Pero no pudo terminar su pregunta, puesto que en su única mano habia aparecido el mismo cuchillo con el que tuvo que apuñalar a su hermanito menor, todavia manchado y goteando con su sangre.
Nai: ¿Ya te cruzaste con el pobrecito Abel verdad? Entonces suponggo que sabes lo que tienes que hacer.
Al momento de decir ésto, los maniquíes que estaban en distintas poses voltearon al mismo tiempo a ver a Caín.
Caín: no... No de nuevo -dijo soltando el cuchillo - no ésto otra vez, ¡ya basta! -dijo comenzando a desesperarse.
Nai: ¿No quieres he? -dijo casi burlandose.
Nai levantó su cabeza y se saco la capucha, demostrando que tenía exactamente la misma cicatriz de quemadura que Yoru.
Nai: Asi están las cosas, marica: o tú me matas a mi... O yo tendré una nueva muñeca en mi colección -dijo con una sonrisa tetrica parecida a la de Yoru.
Nai comenzó a reirse de manera retorcida mientras todas las muñecas se pusieron de pie, dejandose ver bien por fin: resulta que todas las muñecas (que por cierto medían un aproximado lo que mide un gato adulto parado en sus patas traseras), todas las muñecas eran Abel. Todas y cada una de las muñecas de Abel tenian la cicatriz de quemadura de Yoru y también tenían cada una de las heridas de apuñalamiento que le hizo Caín a Abel hace unos capitulos atras, todas las heridas aun sangrando.
Caín observaba horrorizado como su hermano y su mejor amigo comenzaban a caminar hacía el, pero la cosa fué peor cuando las articulaciones de Nai se movieron de forma extraña demostrando que estaba atado a unos hilos. Alguien lo estaba manejando como a una marioneta.
Al levantar la vista, Caín no solo vio que aquel lugar no tenia techo, si no que vio a una figura gigantezca. Un hombre cuya cara no ppdia ver bien, pero se notaba que su piel era gris. Tenia una barba de chivo y el cabello rizado peinado hacia arriba, completamente blancos. Pero lo que más odio... No, lo que más lo atemorizo de aquella figura, no fué su constante sonrisa ni que esté manejando a su amigo a su antojo, si no que ese ser, ese monstruo, ese Titán tenia los mismos ojos que Yoru.
Caín al borde de la locura intentó salir corriendo, pero dos de los Maniquíes con el rostro derretido lo atraparon. Mientras esos dos lo sostenían, todas las muñecas de su hermano se avalanzaron sobre él y comenzaron a desgarrar su carne con sus uñas similares a garras. En medio de los gritos y desesperación, el restro de los Maniquíes y su propio mejor amigo se tiraron encima de él para ayudar en la carnicería.
Completamente cubierto de títeres, éste era el final de Caín.
O lo sería... De no ser porque su mano pudo salir de entre el montón de muñecos y alcanzar aquel cuchillo que había tirado. No había de otra: si queria sobrevivir, tendría qie matar una y otra y otra vez a su hermano pequeño y a su mejor amigo.
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La ultima sombra de estos tiempos
FantasyEn un mundo donde abundan la magia elemental; como el viento y las plantas para uso diario, la tierra para usos agrícolas, el fuego para los Caballeros, el rayo para la élite, el agua para los nobles, y la Sombra y la Luz para muy pocos; un chico qu...