La bestia de Géuvadan

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Hace algún tiempo, antes de que Yoru y su grupo llegaran a éste pueblo, antes incluso de que Forêt o Nécromacien llegasen, ocurrió cierto incidente. Algunas personas desaparecían, y sus cadáveres aparecían varios días después con la yugular destrozada o semi devorados por alguna bestia salvaje. Los pueblerinos desconocían la causa, pero tenían muchas teorías:  posiblemente se tratara de lobos, o tal vez un asesino en serie.

Aun así, desconocian la causa. Hasta que comenzaron a notar que todos los cadáveres aparecían en el bosque, y las personas desaparecidas vivía cerca del mismo o se adentraron a pasear en él. Fué así que los hombres del lugar planearon una partida de caza para registrar el lugar. Además de algunos lobos, lo que ahí encontraron los dejó sin habla.

Los informes hablan de una criatura extraña, similar a un perro,  o un lobo, o una mezcla de ambos. Cubierta de abundante pelo de pies a cabeza, medía 1,80 m o casi dos metros. Constaba de dos ojillos rojos que fulminaban con la mirada, aunque los más aterrados testigos hablan de 3 ojos. La cola de la criatura era tan larga que nos arrastraba por el suelo, y era curvada hacia arriba en la punta. Sus patas parecían manos, sus dedos garras  sus dientes cuchillos y su ferocidad... Bueno, digamos que de aquellos 50 hombres que salieron a cazar ese día volvieron solo 4.

Luego, con el paso del tiempo, llegaron Nécromacien y sus diáconos, así que ya casi nadie pensaba en aquella condenada bestia. Pero ahí estaba, viviendo oculta en la parte más profunda y oscura del bosque, justo donde Ashley y Feuer se encuentran justo ahora...

Ashley: ¿¡Qué sucede!? ¿¡Qué sucede!? -preguntaba nerviosa a Feuer, pues aún no podía moverse y cuando las raíces las arrastraron a lo más profundo del bosque, la dejaron de espaldas a lo que pasaba.

Feuer: n-no puede ser -dijo la niña temblando-. ¡Y-yo te maté! ¡Te vi retorcerte de dolor mientras ardía tu carne! -dijo casi llorando, el solo recuerdo de eso era demasiado para ella.

El Titán a su lado no decía ni una palabra, solo miraba sorprendido al diácono, preguntándose como fué capaz de sobrevivir a su fuego.

Forêt: Odio -dijo con una desviada sonrisa-. ¡Asi de simple! Ustedes respiran aire y dependen de su voluntad para vivir, ¡yo respiro furia y dependo de mi odio para sobrevivir! -dijo antes de estallar en una aguda carcajada.

Su risa era muy similar a la de Yoru, pensó Ashley. Por su parte, Feuer pensó que ese tipo estaba loco. Y no se equivocaba mucho.

A pesar de sus palabras y discursos sobre el odio, lo que Forêt había hecho fué cubrir su cuerpo con una resina especial que tienen las plantas, a fin de proteger lo mejor que pudiera su piel y organos internos. Una treta que le salió muy cara, pues la resina se había carbonizado y adherido a su piel dolorosamente dándole ese aspecto chamuscado.

Ya se habia quedado sin bestias, o eso parecía, pero no sin trucos. Forêt levantó la mano al cielo y luego haviae llas y desde la oscuridad salieron más raíces enormes que se dirigían hacia ellas. Tres raíces comenzaban a enredarse para formar una sola raiz más gruesa y seguían girando simulando el movimiento de un taladro, y muchas otras las imitaron

Feuer: no te preocupes, hermanita-zorro, te protegeré aunque me cueste la vida -dijo sin perder tiempo y poniéndose a su lado con los puños envueltos en llamas.

Ashley: ¡No digas tonterias y vete de aquí! -dijo intentando voltearse a verla-. ¡Yo estaré bien, así que corre!

Feuer: ¡Tú no digas tonterias! ¡Ni siquiera puedes moverte justo ahora-dijo golpeando a una de esas raíces.

Por cada golpe que daba la niña una llamarada de fuego salía de sus puños  e incineraba a las raíces.

Ashley: ¡Eso no importa, lo que importa es que al menos una de nosotras regrese con el grupo con vida! -gritó impotente desde el suelo.

La ultima sombra de estos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora