No todos son lo que aparentar ser

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Micaela, una chica de la actualidad, murió salvando a un niño de un terrible destino. Al momento de morir, se encontró cara a cara con una enorme criatura extraña que la mando al cuerpo de una pequeña bebé, Hi Kagayaki.

Ahora, adelantamos un poco el tiempo, y llegamos con una pequeña niña de 6 años de edad de paseo por el bosque junto con madre y padre.

Hi: ¡Te lo digo en serio mamá, yo vengo de otro mundo!

--: amo tu gran imaginación, hija -dijo riendo su madre.

+: vamos, vamos, se nos hace tarde para cenar. -dijo su padre, un hombre de barba amarilla y una reluciente armadura de Caballero, con todo y su espada

Hi miró disconforme a sus padres. Por más que les hablará de carruajes que se mueven sin necesidad de caballos, aves metálicas que surcan el cielo, y grandes monstruos de acero que cruzan los mares, ellos simplemente decían que todo era fruto de su gran imaginación. Mientras Hi se quejaba con sus padres diciendo que por una vez en sus vidas le creyeran, los tres escucharon que lo parecía ser el sonido de un animal quejándose de dolor.

-: Ur, ¿qué fue eso? -preguntó la mujer aferrándose con miedo a su esposo

+: no lo sé, Gea -dijo abrazando a su mujer y sacando su espada - pero por si acaso, no se alejen de mí

Gea: de acuerdo, Hi, dame la mano -dijo volteando a ver a donde estaba su hija - ... ¿Hi?

Pero ella no estaba allí. Hi se encontraba a unos pocos metros de sus padres, buscando por curiosa el animal que hizo ese ruido.

Al caminar un poco, encontró un rastro de sangre que salía de otro rincón del bosque. Sin ningún tipo de miedo, Hi decidió seguir el rastro y; tras caminar un poco, vio que el rastro llevaba a una cueva.

Hi: aquí es donde estará ese animal herido... -dijo entrando a la cueva

En el fondo de la cueva, pudo ver un reflejo del brillo de dos ojos que la observaban fijamente.

Hi: tranquilo, no tengas miedo, animalito, no quiero hacerte daño -dijo agarrando un palo del suelo y encendiendo un pequeño fuego en su punta, creando así una antorcha.

Era de esperarse que al renacer en otro mundo, Micaela, ahora conocida como Hi, naciera con magia de dicho mundo. Sus habilidades prometían un buen futuro si se convertía en caballero, y no es para menos, al ser ella hija de el gran caballero Ur, de la ciudad central.

Sin embargo no fue un animal lo que aquella antorcha iluminó, o al menos, no uno vivo. Al acercarse un poco, Hi pudo ver el cadáver de un ciervo tirado en el suelo, y a un niño arrancando su carne con los dientes, comiendo a la bestia cruda. Al ver ésta escena grotesca, Hi retrocedió un poco. Pero lo que no esperaba, era que el niño se metiera más al fondo de la cueva, como si le tuviera miedo.

Hi, al ver ésto y relajarse un poco, le habló con un poco de nerviosismo

Hi: E...Ey, no... No tengas miedo, no vine a hacerte daño -dijo incandose en una rodilla y bajando un poco la antorcha- ¿ves? No soy peligrosa.

El niño, al escuchar el tono más tranquilo de Hi, se acercó un poco más a la luz. Al verlo más claramente, Hi notó que caminaba encorvado, apoyándose en sus manos como si fueran patas delanteras y sus pies y piernas como patas traseras. Al caminar su cuerpo se alargaba un poco, pero al quedarse en un lugar, se sentaba practimente en cuclillas, pero siempre apoyándose en sus manos como patas delanteras. Al verlo más a la luz, era un niño de no más de 7 u 8 años, estaba completamente desnudo; su piel en gran parte era gris, aunque tenía partes de color común. Estaba completamente sucio, lleno de tierra barro y mugre... Y la sangre del animal muerto. Sus dientes eran afilados, su cabello era ondulado, peinado hacia arriba, pero en la base y en algunas puntas se estaba volviendo pelirrojo. Sus ojos eran morados, y su ojo izquierdo tenía tres líneas rojas.

La ultima sombra de estos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora