Belenus

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Los niños palidecieron de inmediato al ver al diácono de pie ahí frente a ellos, solo que ahora había algo diferente en su aspecto: su cabello había sido consumido por las llamas del ave de fuego que constantemente renacía de sus cenizas para volver a atacarlo.

Aún así, eso no era motivo para tenerlo a menos para la mayoría del Grupo de los visitantes, quienes conocían su magia de controlar y doblegar el bosque a voluntad. Y si unos extraños en aquellas tierra sabían el peligro que representaba esa persona, los niños que habían experimentado de primera mano su poder también lo sabían. Por ende, todo el grupo sintió un leve escalofrío ante la aparición del oscuro diácono. Bueno... Todos excepto cierta personita que honestamente no se toma nada en serio:

Yoru: ¿por qué estás pelón? -dijo sin poder evitar notar la calva de Forêt.

"¿¡En eso se fija!?" se preguntaron todos los aliados del pelirrojo viéndolo con una profunda preocupación por sus capacidades mentales, a excepción de Isis quien lo miraba con cada vez más cariño y una apacible sonrisita en el rostro.

Forêt: ¡Callate! Ésto es obra del maldito pajarraco que creó esa enfant de feu. -dijo usando una de las raices que salían de debajo de su túnica para espantar al Fénix que no le daba tregua.

Ante un silbido de la niña, el Fénix dejó en paz a Forêt y voló hasta su cabecita, donde se posó sobre su cabello rojizo que también era de fuego y se fundió con ella como si siempre hubiera sido parte de su peinado. Feuer se escondió detrás de su hermano tímidamente después de eso buscando algún especie de refugio.

Desde la muerte de sus padres, Strahl había tenido que ser el hombre de la casa y encargarse de cuidar a su hermanita de todo mal. Y lo hacia con orgullo, sin quejarse ni llorar una sola vez. Y ésta no era excepción, ahora la estaba abrazando contra su pecho infantil dandole toda la sensación de Seguridad que podía proporcionarle a una niña un par de años menor que él.

Ashley: si los enfrentamos a todos uno por uno no vamos a acabar nunca -fijo de pronto dando un paso adelante. A su espalda aparecieron ocho esferas de fuego de diferentes colores: la mayoría eran azules, una era Roja y otras pocas de color verde, negro o morado-. Ustedes adelantense, yo me encargo de éste.

Forêt la miró indignado. ¿Como era posible que una sucia mujer-bestia, que se codea con los animales rastreros que se arrastran en la mugre, pensara siquiera en la posibilidad de derrotar a alguien tan poderoso y noble como él? ¡A él! ¡Él, que ante un ademán de su mano todo el bosque se inclina a rendirle homenaje! Impensable, absolutamente impensable.

Forêt: ¿No te parece que estás siendo un poco pretenciosa, sale bête? -preguntó con una arrogante sonrisa, preparando las raíces para volver a atacar

Ashley: no tienes idea de lo que soy capaz, calvito -dijo ella devolviéndole la sonrisa burlonamente.

Forêt apretó los dientes con rabia ante su insolencia.

Yoru: Ashley, ¿segura? -dijo poniendole una mano en el hombro.

Ashley: si, vayan.

Yoru: bien.

Ante una seña del pelirrojo, todo el grupo incluidos los dos niños comenzaron  a movilizarse pasando por el costado del diácono sin darle más importancia. Pero de repente, unas raíces gigantescas salieron de lo más profundo del suelo moviéndose como los tentáculos de algún criatura mística.

Forêt: ¿Se puede saber qué les hace pensar que se los voy a permitir? -preguntó volteando a verlos

Ashley: ¡El hecho de que tu rival está justo al frente! -gritó estirando su brazo hacia Forêt. Al momento de hacerlo, las ocho esferas de fuego que flotaban a su espalda salieron volando en dirección a donde su mano apuntaba, como unas balas de cañon directo a su objetivo.

Cada esferad e fuego tenia un efecto distinto: las azules no quemaban, pero eran sólidas de alguna manera y golpeaban como si fueran puños al mismo tiempo que sujetaban los brazos del Diácono. Las llamas rojas eran fuego común, aquella herramienta que la humanidad descubrió siglos atrás que al ser usada como arma adquiere un enorme poder destructivo.

Las verdes por poco no eran una especied especies gas corrosivo similar a un veneno que mareaba a su objetivo. Por último, las de color morado o negro eran terriblemente frías: tan frías que d) Diácono sentía como si le atravesaran el pecho y se adentraran en su ánima.

Ashley: ¿¡Qué hacen perdiendo el tiempo!? ¡Les dije que yo me encargo! -dijo al verlos dudar

Rápidamente el grupo salió de su sorpresa inicial y comenzaron a correr nuevamente, pero las raíces de antes se lanzaron dispuestas a aplastarlos.

Forêt: ¡no se los voy a permitir! -dijo intentando esquivar las esferasd e fuego mientras invocaba más raíces del suelo para atacar también a Ashley.

Sin embargo, justo cuando las raíces iban a golpear al grupo  la voz de Feuer se alzó desde atrás de todos.

Feuer: "Belenus"

Toda la oscuridad del Fondo del bosque se iluminó de pronto y el aire se llenó de un calor sofocante. Una enorme cantidad de caballos de fuego que parecían ser cientos comenzaron a galopar por todo el lugar consumiendo y comiendo las raíces. No importaba lo verdes que fueran, el fuego abrasador similar a la potencia del mismísimo sol consumía a todas las plantas del malévolo diácono. 

Dirigiendo a la feroz y anaranjada caballada, iba Feuer montando un carro de fuego tirado por un caballo del mismo elemento y portando una armadura hecha de las llamas más amarillas y calientes que jamás se hayan visto. Uno podría preguntsrse dónde fué a parar la niña tímida y tranquila de hace unos momentos, pues la determinación y el valor en la mirada de Feuer la hacian parecer una niña completamente distinta.

Feuer: odio a los malvados más que a nada en este mundo... déjame ayudarte, hermanita-zorro.

"¿Donde se habrá metido Yoru-nii?""¡¡Los verdaderos hombres nadan desnudos, wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!"

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"¿Donde se habrá metido Yoru-nii?"
"¡¡Los verdaderos hombres nadan desnudos, wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!"

La ultima sombra de estos tiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora