28 de noviembre de 2142 a 27 de diciembre del 2142
Me convergía contemplado el cielo que se hallaba espléndidamente despejado en el sendero hacia la escuela, cuando de repente percibí ese pelo rojo tan brillante y hermoso como el amanecer de un día templado, esos ojos color ámbar que se manifestaban tan radiantes y majestuosos en su pálido rostro, así es, era la niña que más me molestaba aquella que lograba sacarme de mis cabales. Miah Meraki. Ella era una niña solitaria y maleducada, pese a su belleza no era para nada popular por su manera tan fría y complicada de ser, siempre estaba en soledad y por alguna casualidad de la vida yo era el conejillo de indias para sus bromas. Llegué a pasar muchos problemas por esa salvaje e hiperactiva niña, siempre se burlaba de mí por mi estatura o buscaba cualquier pequeño detalle para poder mofarse de mí. Siempre ahí con sus ojos apagados cargando sus libros de estudio en la mano y con el mismo suéter alargado de algún personaje de serie que siempre llevaba.
Me despedí de mi abuela suplicando no encontrarme con ella de camino al salón, intentando no cruzarme con ella, no quería hablarle por el momento.
— Oye enano apestoso. —La voz dulce y chillona, aquella la cual no quería oír, se escuchó detrás de mí.
Giré mi cuerpo en dirección contraria a esa voz.
— Oye te estoy hablando caranalga.
La voz se acercaba cada vez más cuando siento una mano en el hombro que me gira en su dirección.
— ¿Eres sordo aparte de enano? —demonios es ella pensé por dentro.
— ¿Qué quieres? —Respondí de manera desganada sabiendo que este encuentro no me llevaría a nada bueno.
— Acompáñame a un lugar. —dijo mientras sus ojos denotaban preocupación.
— Tengo que ingresar a clases, no puedo faltar. —prefería asistir a la aburrida clase económica antes que salir junto a ella.
— Vamos caraculo, acompáñame. —dijo de manera dulce, sabía que odiaba que me llamara de esa manera pero aun así lo hacía, le encantaba molestarme.
— Tengo que ingresar a clase, lo siento.
Me di media vuelta para ingresar hacia la escuela cuando de repente siento una mano tomar mi camisa y un brazo estrangulando mi garganta y arrastrando mi cuerpo hacia el otro lado de la escuela.
— Vamos caranalga, te dije que me acompañes. —La maldita salvaje tenía bastante fuerza, yo era un chico flacucho y pequeño, podía poner resistencia pero el olor de su pelo me dejo sin resistencia, debía admitir que me gustaba su aroma.
— ¿Por qué siempre me tienes que arrastrar hacia tus cosas? —pregunte mostrando molestia en mis ojos.
— Tú solo ven y cierra la boca. —me tomo del brazo arrastrándome junto a ella.
— Perderé otro día de clase, mi padre va a matarme y esta vez no quiero salir contigo, ni siquiera sé dónde vas a llevarme. —cuando estaba junto a ella sentía que solo podíamos cometer locuras y las clases de hoy eran importantes.
— No seas miedoso caraculo, a veces hay que romper las reglas. —dijo mientras sonreía al ver que no ponía resistencia al ser llevado a la fuerza.
— Tú lo dices por qué no tienes a nadie que se preocupe por ti y te cuide. —solté las palabras sin pensar que lo que dije era muy hiriente, estaba realmente molesto con ella pero no era mi intención hacerla sentir mal.
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La verdad detras de sus ojos
Teen FictionEspero que les guste y disfruten de esta historia, la cual escribí para tres personas importantes en mi vida. Mi primer amor, quien me hizo comprender que más allá de la distancia, se podía amar de la manera más hermosa posible. A ella, van dedicada...