Capitulo 49. El libro de Eli (todo beso es un primer beso si existe el amor)

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¿Cómo es el mecanismo del corazón cuando siente amor? ¿Por qué cambia su anatomía? La presión arterial se altera y comienza a bombear sangre de manera frenética, que llega al cerebro acompañada de dopamina. Si el corazón nos droga, nos envenena con ella soltándola desde el hipotálamo y arrastrándola con la sangre, como si se tratara de uno de los estupefacientes más potentes. Una vez que la dopamina queda suelta en nuestro cerebro, comienza a confundirlo y a pedir más y más de ella. Este conjunto de químicos se va arrastrando por nuestro tracto sanguíneo hasta llegar a la cabeza, donde ya no puedes detenerlo. Ya estás perdido, eres parte de ese sentimiento al que llaman estar enamorado, aquel del cual nuestro corazón se declara culpable, teniendo de cómplice a nuestra cabeza. Aquellas que liberaron la droga por la cual luego terminaremos sufriendo, porque una vez que el amor se vuelve dolor, nos destroza. Terminamos pidiendo una rehabilitación, así como los adictos, y nuestro cuerpo pide más. Pero el corazón duele, ya dejó de latir de manera frenética y ya no produce más dopamina. Sin embargo, la necesitamos, lloramos por ella, nos deprimimos, nos ataca la melancolía, nos sentimos mal. Realmente, todos los dolores que genera son reales y nuestro cuerpo está peleando para que le devolvamos aquello que tan bien le hacía. Lamentablemente, nuestro corazón ya no bombea, ya no tiene aquella sintonía. Solo espera ser detenido porque, gracias a nuestro cerebro, solo quiere dejar de bombear, perdiendo así la frecuencia de los latidos y quedando como un corazón dormido.

Mientras el viejo preparaba todo en la azotea, yo buscaba una de las camperas enormes, esas que eran para la nieve. Le había pedido al tío que nos las diera a Nerea y a mí para que también participaran en la guerra de nieve. Quería que fuera más divertido para ella, no solo para nosotros dos. También había pensado esperar para hablar con ellos y decirles la decisión que había tomado. Sabía que no lo tomarían bien y que se enojarían conmigo. No estaba preparado para sus palabras y quizás era un cobarde por escapar de ellas. Tenía miedo de saber lo que dirían, así que obviamente les escribiría cartas que entregaría a la doctora para que se las entregara. Si realmente era un cobarde, al menos había encontrado una forma de comunicarles mi decisión.

Empaqué las cosas en un bolso y me dirigí hacia la habitación de Miah. La señora Kinna estaba con ella, sonriendo mientras ambas charlaban.

—¿Ya estás lista? —pregunté al entrar a su habitación sin tocar la puerta.

—Claro, siempre lo estoy. —Miah aún estaba en pijama, pero lucía muy bonita con su ropa colorida.

—¿Puedo llevármela? —pedí permiso a Kinna, quien asintió con la cabeza.

Así que tomé a Miah y comenzamos a subir las escaleras. Ya se sentía el frío del exterior, así que saqué las camperas del bolso y se la di a Miah.

—¿Para qué es esto? ¿Qué planes tienes? —preguntó Miah con una mirada sospechosa.

—Ya verás. Ahora taparé tus ojos y te ayudaré. —Tomé una venda y cubrí sus ojos, haciendo que no pudiera ver nada.

—Sabes que odio las sorpresas. Te lo dije el otro día. ¿Por qué haces esto? Me hace sentir inquieta. —dijo Miah mientras subía con cuidado y trataba de ver a través de la venda.

—Ya casi estamos. Solo tres escalones más. —Al abrir la puerta de la azotea, un frío helado se sintió en todo el cuerpo.

—¿Qué demonios está pasando? Está congelado. —dijo Miah erizada. —Esto es, no, no lo puedo creer, imposible. —Al poner los pies sobre la nieve, se dio cuenta de lo que estaba pasando y soltó mis manos. —¿Eli, tú? —se veía realmente sorprendida.

—Tírate en ella. Querías hacer ángeles, ¿verdad? —Miah comenzó a correr como loca por todo el lugar, con una sonrisa que se notaría desde lejos.

La verdad detras de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora