¿Duele verdad?
Dicen que la depresión es peligrosa, que puede llegar a matarte y lo hace de la manera más dolorosa. Te roba poco a poco los sentidos, pierdes la memoria y te olvidas de todo. Primero es el azúcar en el café, luego el comer, y te vas olvidando de sonreír y socializar. Te olvidas de todo, incluso de cómo ser feliz. ¿Qué era aquello que tenías que hacer? Pues ya no lo recuerdas. Te quedas encerrado en ti mismo, ya no ves a tus amigos, te olvidas de su voz, su color e incluso su mirada. Solo te ves a ti mismo, pero ya no eres quien eras porque te has olvidado. Ya no sabes cómo eras antes de que la depresión te matara. Poco a poco te vas olvidando de lo que se siente sentirse vivo, el saber que respiras y el querer respirar. Dejas de brillar, te apagas lentamente y sin que nadie se dé cuenta, ya estás muerto. Solo tu cuerpo es quien te avisa, quien se mantiene en una lucha constante intentando salvarte, pero tú ya no quieres. Tu cabeza te dijo que te rindieras y tu corazón ya no late como antes, se le olvidó cómo sentir. Así que la depresión va acabando lentamente con tu vida. Si me preguntan a mí, les diría que sí, la depresión es más que peligrosa, es asesina, la más silenciosa de las asesinas.
Abrí mis ojos luego de haber dormido poco. Me había quedado toda la noche pensando en lo inservible que me sentía, en cuándo encontraría la valentía para dejarme ir, dejar de ser una molestia, un peso más.
—Por fin me has despertado —la voz de Rei me mantenía alerta. Giré la cabeza y lo vi allí, mirándome con el mayor de los desprecios.
—¿Tanto me odias? ¿Realmente no valgo nada para ti, papá? —aquello que llevaba tiempo pensando finalmente escapó de mi boca.
—Lo hago, lo lamento, pero no puedo llegar a sentir algo —sus palabras generaron un nudo en mi garganta—. Hubiera preferido que no hubieras nacido en vez de tenerte aquí como una falla.
—Lo siento, siento ser imperfecto, papá —tragaba saliva para no llorar. No quería hacerlo frente a él.
—Yo también, hubieras sido mi orgullo, mi primer varón, pero lo has arruinado todo.— Llevaba años sin verlo, estas eran sus primeras palabras en mucho tiempo y solo guardaban desprecio.—Lo siento, realmente perdón.— Tragaba una y otra vez saliba y trataba de desacelerar mi respiración para no soltar ni la más pequeña lágrima.
—¿Por qué guardas todas estas mierdas?— Él tomó dos de mis libros con sus manos.—Estas historias son solo ficción.—Mi corazón se detuvo en el segundo que vi cómo con fuerza destrozaba uno de los libros para seguir con otro.—Debes dejar de vivir en esa fantasía.
—Detente.—Dije suavemente.
—Toda esta porquería no sirve de nada.—Él había tomado mi libro favorito, aquel que me había regalado, así que sin pensarlo salté de la cama y grité.
—Esos libros me han enseñado más de lo que tú podrías en toda la vida, no los toques más.—Golpeé mi cabeza contra su espalda.—No los toques más.
En ese instante, la enfermera Kinna entró por la puerta de la habitación.
—¿Qué es todo esto? ¿Por qué está todo hecho un lío? Retírese de la habitación, señor Woods.—Ella lanzó una mirada asesina hacia Rei, quien me miró con más odio y solo se dio vuelta para marcharse de la habitación, como si nada hubiera pasado.
—Lo siento mucho, siento tanto llegar tarde.—La enfermera Kinna me abrazó, pero las lágrimas ya no salían, ya no querían salir, quizá ya se habían acostumbrado a estas situaciones, ya habían sido tantas palabras y actos contra mí que no quería, no podía soltar algún tipo de lágrima.
—¿Por qué el desprecio de alguien más puede lastimarte de tal manera como si dejaras de respirar?—Dije a Kinna, quien me mantenía presa de sus brazos, sin soltarme, sabiendo que solo era un pequeño grillo alrededor de pies que lo buscaban aplastar.
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La verdad detras de sus ojos
Teen FictionEspero que les guste y disfruten de esta historia, la cual escribí para tres personas importantes en mi vida. Mi primer amor, quien me hizo comprender que más allá de la distancia, se podía amar de la manera más hermosa posible. A ella, van dedicada...