Capítulo 27. A tres metros de ti.

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06 de octubre a 01 de noviembre del 2143

"A tres centímetros de mi corazón, ahí es donde te encontrabas. En cada beso de tus labios, sentía cómo el tiempo se detenía y mi corazón seguía latiendo, en cada choque de tu boca contra la mía, con tu tacto acariciando mis heridas y sanándome por dentro. Era como si tu saliva fuera aquel éter de un viejo alquimista, besando mis miedos. Allí es donde te mantenías, llevándome al cielo y bajándome la luna para que viera cómo brillaba, alejándome de tanta oscuridad y borrándome el pasado, aunque solo fuera por un breve momento que parecía eterno. Cruzando miradas, rodeando nuestras lenguas y diciéndolo todo con nuestras bocas ocupadas, calladas, silenciadas. No necesitábamos palabras para entendernos, solo bastaba con un pequeño momento, algo fugaz, como esa estrella a la cual le pedimos deseos sin saber si se cumplirán, o como aquella vela en el pastel de cumpleaños que al apagarse pidiendo un deseo, nos deja en la oscuridad. Así me sentía, como si no necesitara nada más, porque estando a tu lado, sentía que todo estaba completo, me sentía llena, como si se hubieran eliminado todos esos males aunque fuera solo por un fragmento de tiempo.

"Mis ojos se encontraban cerrados, se me hacía difícil despegarlos, estaban pesados, quizá era por lo que sucedió durante la noche, será que no fue un sueño, no, era imposible que se pudiera sentir tan real, porque me encontraba tan agotada si no fue verdad, en realidad si nos habíamos quedado besándonos de manera alocada durante toda la madrugada, podía sentirlo en mi boca la cual se mantenía hinchada y dolorida, pero se sentía bien, se me había impregnado su aroma, podía sentir su piel, aun sentía su boca, mientras pensaba en lo sucedido pude despegar mis ojos y comenzar a ver los pequeños destellos de luz, una vez del todo despegado, me encontré con su rostro, mirándome completamente fijo, como si lo que estaba viendo fuera algo sublime, baje mi mirada hacia su boca y sentí como el calor subía al recordar nuevamente lo que había pasado.





—¿Por qué me miras así, pervertido? —dije mientras sentía cómo el pudor se reflejaba en mis mejillas.

—Te ves realmente hermosa —me encontraba débil ante él, de sus palabras. Elí sabía qué decir para lograr avergonzarme por completo. Aparté mi mirada de él, no aguantaba un segundo más, me consumía la vergüenza.

—Quítate de aquí, tú te ves horrendo —la verdad es que se veía hermoso. Me prendería a su boca como una garrapata, pero no podía. Tenía demasiado pudor para hacerlo, así que solo saqué mi lengua en gesto de broma. Seguro que me veía súper tonta sonriendo mientras me burlaba.

—¿Tú crees eso? —se acercó a mí, demasiado cerca. Podía sentir cómo su corazón latía. Estaba a tres centímetros de mi boca. A tres centímetros de su mirada la mía bailaba enamorada.

—Que te quites de aquí—. Exploté completamente de vergüenza. No podía tenerlo tan cerca. Su aroma, su boca, su mirada, todo me llevaba a la locura. Quería ser más valiente, animarme a besarlo, a decirle que lo amo, pero si algún día descubría la verdad, él se alejaría, y eso me destrozaría. Así que tenía miedo de enamorarme aún más de él.

—¿Qué has hecho en mí? —Él no paraba de mirarme. Cada vez me ruborizaba más. Soltaba pequeñas muecas de felicidad. Sabía que estaba perdida ante él. Me comportaba como una idiota, me ponía nerviosa y no podía ni siquiera hablar. Tenía que salir de aquí como sea.

—Me iré a asear —escapé de él completamente ruborizada.

Corrí hacia la habitación completamente avergonzada. Tenía que meterme bajo la helada agua de la ducha si no, no podría soportar el calor que estaba sintiendo. Así que tomé la poca ropa que había traído y me dirigí hacia allí. De camino, me encontré con el abuelo Petro.

—Buenos días, pequeña fósforo. ¿Has podido descansar bien? —se lo veía un poco raro, como si se sintiera mal.

—Sí, muchas gracias. Y perdón por tener que ocupar la habitación —sus ojos se veían melancólicos, por más que su cara lo quisiera ocultar con una leve sonrisa. —¿Se encuentra bien? Parece un poco cansado.

La verdad detras de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora