Capítulo 33. Sonríe y pregunta otra vez

2 0 0
                                    

La vida es como tres rompecabezas en donde solo puedes armar uno. Poco a poco, tienes que dejar de lado las piezas que no encajan, y a veces ellas te quitan tiempo. Nos quedamos estancados intentando hacer que sean parte del rompecabezas, incluso cuando nos damos cuenta de que nunca van a encajar. Seguimos intentando sin probar con las demás piezas, volviéndonos egoístas. Pero, ¿por qué se nos hace tan difícil desechar aquellas piezas que no quieren ser parte de nuestro juego de mesa? ¿Será que nos encariñamos con ellas y se nos hace difícil dejarlas ir? Por eso, las apartamos y sin darnos cuenta, inconscientemente volvemos a ellas. Tal vez es el mismo hecho de querer tener lo que no podemos, más allá de que al tenerlo nos cause daño, como si nos gustara acumularlo. Pero, ¿en qué cabeza cabe que a alguien le guste ser lastimado? Bueno, esa es mi pregunta. ¿Por qué dejamos que el dolor sea colateral? Quizá pensamos demasiado las cosas, y el tiempo que nos mantenemos ocupados en aquellos pensamientos va más rápido de lo que nuestro cerebro puede separar las cosas. "Esto me hace bien, esto me hace mal" se termina convirtiendo en una pregunta: ¿Esto me hace bien? ¿Esto me hace mal? Por eso, dejamos que nos dañen por diferentes lados. Creo que nos mantenemos demasiado tiempo reteniendo el dolor, y este se acumula, dañando nuestro sistema nervioso y convirtiendo nuestro cerebro en fragmentos de piezas de un verdadero rompecabezas.

"Abrí suavemente mis ojos y noté una visión borrosa al despertar. Me di cuenta de que estaba sola; Elí no estaba a mi lado. Me había dicho que saldría temprano para solucionar algo y no sabía cuándo volvería, así que pasaría la mañana sola. Me había acostumbrado a su presencia y por eso me sentía un poco sola. La casa era enorme y se sentía solitaria. Los abuelos habían salido de nuevo. Últimamente pasaban mucho tiempo fuera y parecían desanimados, como si algo malo hubiera pasado, pero por algún motivo no lo decían. Quizá no querían preocuparnos, pero ya no éramos niños y podríamos entenderlo. Aun así, no soltaban palabra alguna. Intenté no quedarme sola con mis pensamientos porque sabía que no traerían nada bueno. Tenía miedo de pensar en soledad porque la tranquilidad era un caos en mi cabeza. Golpeé mis mejillas y me dispuse a levantarme de la cama y ponerme en movimiento. Me dirigí hacia la ducha para darme una ducha calentita mientras cantaba canciones a todo pulmón y me preguntaba qué estaría haciendo Elidha, por qué no me lo había dicho, por qué lo mantuvo oculto. 'No debo pensar tonterías', me dije a mí misma mientras volvía a golpear mi rostro, dejando que el agua golpeara de lleno contra él. Di un suspiro." ""Deja de pensar tonterías, no seas negativa", me dije a mí misma y salí de la ducha para dirigirme hacia la cocina. En la mesa había un desayuno preparado con una nota: "Espero que no te despiertes tan tarde, koala dormilona. Te dejo esto para que desayunes. Si se enfría, caliéntalo. Nos vemos más tarde, amor. PD: No pienses tonterías. La representante de mi clase, Mila, me pidió hablar sobre un asunto importante. Estaré con ella en el Café Esperanza".

"Elí estaría con Mila. ¿Qué demonios quería esa estúpida con él? Seguro estará hablando mal de mí". Mi cabeza era una máquina que no paraba de procesar pensamientos. No me aguanté. Necesitaba comprobar qué estaban haciendo, si ella se le declaraba o algo. Elí, seguro, me cambiaría. ¿Quién quisiera una chica como yo pudiendo tener a la más perfecta, la delegada rubia de ojos color cielo, alta, con buenas notas y un cuerpo fenomenal? Era más que obvio que si ella quería, podía tenerlo. No quería que eso pasara. Tenía miedo de perderlo, mucho miedo. Así que salí corriendo hacia la bicicleta que estaba afuera y pedaleé hacia el lugar. No quedaba muy lejos, así que llegué súper rápido y los vi sentados en la parte de afuera del café. Mila se veía espléndida como siempre, con un vestido que le quedaba perfecto como si hubiera sido diseñado solamente para ella. Me sentía muy insegura, así que me escondí a la vuelta del café, detrás de una pared, para poder escuchar de lo que hablaban a escondidas. Sabía que estaba mal, pero por algún motivo, no podía ignorarlo.

—No entiendo por qué estás con alguien como ella. ¿Acaso sientes lástima? —Mila jugaba con su pelo como intentando coquetear con Elí. La muy estúpida.

La verdad detras de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora